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Poeta, odontólogo, fue concejal y alcalde de El Paso, Consejero del Cabildo Insular, hijo predilecto de El Paso y merecedor de la Cruz de Beneficencia con Distintivo Blanco.

Cuentan los que lo conocieron que Antonio Pino fue un hombre cercano, humano, consecuente, conocido como el “dentista de los pobres” y luchador por la justicia y el bien de su pueblo. Tanto fue así que entregó su vida a defensa de propiedad pública de las aguas de la Caldera de Taburiente, un pleito que duró algo más de dos décadas. Murió arruinado a cuenta de esta causa y convencido de que la sentencia del Tribunal Supremo le daría la razón, sentencia que llegó el mismo día de su muerte y que nunca llegó a conocer.