Muchos fueron los intentos de los corsarios británicos Hawkins y Drake, que en 1595 atacaron la Isla con sus 27 navíos siendo rechazados en la bahía de la Isleta y en la costa del sureste, en lo que fue uno de los episodios que más gloria dieron a la Isla en la Edad Moderna. En segundo lugar, casi seguido en el tiempo, la invasión de Van der Does en 1599, que llegó a ocupar con 10.000 hombres la capital grancanaria, siendo posteriormente derrotado en el interior de la Isla. Detenido el almirante holandés en su deseo de penetrar hacia el interior para obtener un control más pleno del territorio, y hostigado por las milicias locales y los soldados que guardaban la Isla, decidió saquear la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria y marchar previo cobro de un rescate negociado con las autoridades locales. Sin embargo, este ataque supondría un duro golpe para una isla aquejada ya por la recesión económica, la inestabilidad social y la presión política interna y externa.