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El día que nos avisaron que habíamos sido elegidos para IsLABentura no lo esperábamos. Era el primer proyecto que escribía junto con mi pareja Carolina, y por supuesto la primera vez que nos presentábamos a un laboratorio de guion. Esa mañana estábamos esperando con ansias los resultados, pero convencidos de que nuestro proyecto no saldría. Cuando recibimos la llamada que nos confirmó que si habíamos sido seleccionados estallamos de alegría. Era nuestra primera oportunidad para poder mostrar nuestros proyectos a más personas.

Seguidamente mi pareja y yo arreglamos todas nuestras responsabilidades (trabajo, hija, familia…) para que yo pudiera viajar la primera semana de bienvenida a Canarias.

Sin embargo, no me creí que habían elegido nuestro proyecto hasta que aterricé en Gran Canaria y llegué al hotel Cristina, en la playa de la puntilla. Ahí me recibieron con un dulce abrazo y pude charlar con algunos de los seleccionados y tutores del proyecto mientras merendaban. Aprovechando la ocasión visité a mi madre y a mi abuela que viven a cinco minutos del hotel. Luego, llegó la hora de la cena y entre abrazos y risas conocí al resto de participantes y tutores. Rápidamente cogimos confianza y creamos un agradable grupo amistoso.

Al día siguiente, después de desayunar en el bufé, los que salíamos de la isla ese mismo día hicimos el check-out. Seguidamente subimos a la piscina del hotel, dónde la prensa nos sacó varias fotografías. Una vez acabado, nos dirigimos hacia las guaguas para seguir con el itinerario; organizado por la Gran Canaria Film Commision.

La primera parada fue en los platós de Gran Canaria. Ahí nos enseñaron un vídeo briefing que promocionaba la isla canaria como lugar para realizar grabaciones de grandes producciones. Luego nos enseñaron de primera mano los platós. El primero de ellos tenía unos 1.200 metros cuadrados útiles con 12 metros de altura. Cuando pensábamos que ya no podíamos ver un edificio más grande, nos llevaron al segundo plató, con 1.800 metros cuadrados útiles y entrada para camiones.

Tras la visita, nos llevaron en guagua al barrio de Triana, uno de los barrios históricos de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Ahí visitamos la casa de Colón y el Gabinete Literario, dónde comimos un delicioso manjar.

Después de comer nos trasladaron al aeropuerto a los participantes que viajábamos a las islas menores, El Hierro y La Gomera. Al llegar al Hierro con mi compañero Fran Ventura, fuimos recibidos por Yaneira, una trabajadora del Cabildo. Ella nos facilitó los coches de alquiler e información de la isla. Luego nos dirigimos a nuestro hospedaje; el Hotel Rural Villa El Mocanal. Después de asentarnos, nos dirigimos al Mirador de la Peña dónde tuvimos la cena, junto a Yaneria, Tasio, un trabajador del Cabildo, Emilio, un historiador que me facilitó leyendas autóctonas, y dos chicas ciclistas de la isla que facilitaron información a mi compañero guionista. Tras la cena y la charla, permanecí un tiempo más en el mirador hablando con Tasio sobre los lugares típicos de la isla. Luego fui al hotel y ya sí acabo el largo día.

El primer día que amanecí en El Hierro tenía en mente recorrer todos los sitios posibles y así fue. Visité el mirador de Jinámar, el Bailadero de las Brujas, el bosque de la Llanía; también aproveché para bañarme en el charco azul y observar las hermosas cuevas costeras que ahí en su cercanía. Vi el Arco de las Puntas y el parque acuático abandonado que está justo detrás. Todos estos lugares eran idóneos para contar historias de miedo, la temática de nuestro proyecto. A la tarde tuve una entrevista con Jose Manuel Espinel Cejas, quien ha realizado diversas investigaciones sobre las costumbres de los aborígenes isleños; y me deleitó con varias historias de antiguos pobladores de las islas, desde su procedencia, sus costumbres, las diferentes tribus existentes y demás.

Al final del día caí derrotado en la cama.

En el segundo día en la isla herreña, desayuné con mi compañero Fran Ventura y me dispuse de nuevo a recorrerme la isla con el coche. Visité la cueva del caracol; un lugar dónde antiguamente residían los aborígenes y según la historia popular fue el primer santuario que acogió a la Virgen de los reyes. Luego fui al Faro de Orchilla, el antiguo meridiano 0. Investigando por los alrededores encontré una cueva con un túnel que conducía hasta un mirador desde dónde se podía observar la costa rocosa. Luego visité la Restinga, un bonito pueblo pescador que parece estar apartado de todo. Al final de la tarde quedé con Fran Ventura para entrevistar entre los dos a Iñaki Cayón, propietario de un centro de buceo en la Restinga. Él me informó sobre cómo es la Cueva del Diablo, y la fauna marina que hay en sus alrededores. Finalmente, junto con mi compañero guionista, tuvimos la última cena en la acogedora isla.

Al día siguiente nos despedimos de Yaneira y Tasio y volamos hacia Gran Canaria. Ahí reconectamos con los otros concursantes y compartimos entre todos las diferentes aventuras que habíamos vivido.

Al día siguiente nuestro itinerario estaba más apretado, Por la mañana tuvimos una charla de Marta Buchaca y Guillem Clua sobre su experiencia del paso del teatro al cine y Netflix, y otra ponencia con Luis Alcázar quién nos explicó los beneficios de las historias transmedia. Después de un descanso para el café disfrutamos de una mesa redonda en la que participaron los anteriores ponentes junto con Soraya González, Severiano García y Luis 0’Malley; dónde hablaron sobre los nuevos desafíos de la industria y el paso del teatro al cine y viceversa. Luego, tras la comida, Guillem Clua nos elogió con un taller sobre cómo pasar una historia del teatro al audiovisual de forma efectiva y manteniendo la belleza del arte dramaturgo.

Al acabar la jornada cenamos y asistimos a una fiesta, a la que nos habían invitado el Festival de Cine de Gran Canaria, y celebramos las nuevas amistades y las aventuras vividas.

Al día siguiente la mayoría no nos creíamos que la semana de bienvenida había llegado a su fin. Había pasado todo tan rápido y nos lo habíamos pasado tan bien… en realidad nos daba pena separarnos, teníamos la necesidad de compartir más cosas juntos.

Finalmente nos despedimos entre emotivos abrazos y un “dentro de nada nos volveremos a ver”.  Al coger el vuelo de vuelta a casa me di cuenta lo cansado que estaba de la intensidad de la semana, y las ganas que tenía de disfrutar de la próxima aventura.