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Esto implicó que a finales del siglo XIX, cuando el desarrollo del capitalismo industrial popularizó en Europa los balnearios de aguas medicinales entre las clases acomodadas, llegaran a Gran Canaria, los primeros turistas para probar las propiedades curativas de estas aguas en los nuevos balnearios que se encontraban rodeados de una naturaleza extraordinaria.

El Balneario de Azuaje se construyó en 1868, y su acceso se hacía, desde Firgas, a través de una serpenteante y estrecha vereda hasta que se acondicionó el camino de la Capellanía (1866), más apto para el tránsito de bestias cargadas, y luego, también se trazó otra senda desde Moya.

Actualmente, el Balneario está abandonado y ha sido escenario de diferentes películas.