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Proceso CreativoSara Molina León

Capítulo 2: de guardianes, guías y mentoras

Las guionistas no solemos sentirnos protagonistas muy a menudo. Por lo general nos gusta permanecer en nuestras guaridas tejiendo nuestras historias y la mayoría de las veces no nos importa estar a la sombra.

Pero de vez en cuando está muy bien salir a la luz. Porque ser guionista no es solo escribir, y cuando te asomas al mundo real y te pones en contacto directo con los elementos de tu historia, es probable que encuentres nuevos y sabrosos ingredientes que añadir a la receta de tu guion.

Y esto en Islabentura lo saben bien. La primera semana de laboratorio dedicada a la fase de documentación me hizo sentir como una intrépida aventurera que seguía en carne propia las huellas de su heroína: me sentí más que una escritora… me sentí un personaje dentro de mi propia peripecia.

En mi caso, esa heroína a la que traté de encontrar es Blanca Ascanio, maestra de Vallehermoso. Y ahora les hablaré sobre todas las personas y lugares de la isla de La Gomera que me han ayudado a conocerla mucho mejor. Por si fuera poco, tuve la suerte de hacer este descubrimiento junto a mi maravillosa tutora, Virginia Yagüe, y a mi compañera Laura, que desarrolla un increíble largometraje (a ambas nos interesaba mucho conocer los mismos lugares de la isla, incluso aunque nuestros proyectos sean de géneros y formatos
muy distintos).

Personalmente, creo que si quieres escribir un buen guion siempre vas a necesitar un poco de ayuda para encajar las piezas, y más en un proyecto de corte histórico como el mío, en el que es necesario dedicar una buena parte del tiempo a la documentación. Pero para documentarse bien una guionista necesita, como la protagonista de cualquier relato que se precie, la ayuda de guías, guardianes y mentores… y debo reconocer que yo he tenido a los mejores.

El principal guía en esta inmersión hacia el escenario fantástico de mi serie fue Carlos Simancas, un auténtico gomero que irradia el espíritu de la isla: por un lado, es un gran conocedor de la historia real del lugar, pero por otro, también es un fiel amante de las leyendas fantásticas y del plano más paranormal que gobierna esta localidad de cuento. Hablar con él y seguirlo por los parajes que nos indicó fue fundamental para entender la idiosincrasia isleña y comprender a sus habitantes.

Laura Pérez, Carlos Simancas y yo

Tal y como había leído antes de hacer este viaje, aquí las leyendas están por todas partes: las brujas que rondan los caminos para chupar la sangre de aquellos más desprevenidos, el demonio Hirguan que se aparece en las cercanías del Roque Cano para atacar a los transeúntes, la luz de la Dama que infunde mala suerte a aquel que la ve… Pero también he descubierto, gracias a  otros personajes de leyenda que no conocía para nada y que ahora quiero que también aparezcan en mi serie: Guadalupe la Poderosa, una mujer de armas tomar capaz de encarar a los asalta-caminos más temerarios; Jorge el diablo, espíritu con la facultad de aparecerse en forma de niño o de viejo; el alma de los antiguos menceyes, que moran en los troncos de los árboles…

Entre todas ellas, la leyenda de los chorros de Epina es una de las más bonitas y está situada en una localización emblemática que es digna de una gran serie de televisión. Yo ya sabía de su existencia, pero gracias a Carlos descubrí miles de matices más: se trata de un lugar al que acudían parteras y mujeres deseosas de quedar embarazadas, parejas que se casaban en secreto para evadir el derecho de pernada, amantes que querían pasar una noche de amor ardiente refugiados de los convencionalismos de la época… Vamos, con todos estos elementos tan atractivos y tratándose de un lugar tan relevante para las mujeres, tengo claro que debe estar presente en mi proyecto.

(En la siguiente foto me pueden ver bebiendo de los chorros de Epina como una auténtica bruja)

Chorros de Epina. La Gomera

Chorros de Epina. La Gomera

Aparte de descubrirme todas estas leyendas, Carlos me ayudó a reconstruir los sucesos del Fogueo (con este nombre se conocen los hechos ocurridos en Vallehermoso el 24 de julio de 1936, cuando los defensores del pueblo y los soldados de las fuerzas rebeldes que se habían levantado contra el gobierno de la II República intercambiaron disparos durante más de dos horas). Escuchar su explicación en el mismo lugar donde ocurrió todo pondría los pelos de punta a cualquiera.

Otra de las guardianas elementales para conocer Vallehermoso fue María Esther Morales Ventura, Concejala de Cultura en el Ayuntamiento del municipio que nos atendió a Laura y a mí con una amabilidad y paciencia infinitas. Ella nos abrió las puertas del edificio del Ayuntamiento y me entregó varios libros que me han sido tremendamente útiles. Pero también nos presentó a personas de Vallehermoso de quien pudimos aprender muchísimo: entre ellos, Diego Ortega, el profesor de silbo gomero que nos dio una masterclass exprés sobre este apasionante lenguaje. Gracias a ellos entendí el inmenso valor del silbo y el papel que jugó en la supervivencia de las gentes de Vallehermoso. También conocí las fiestas de San Juan, pues justo se hallaban en plena organización para esta festividad (nombrada Fiesta de Interés Turístico de Canarias).

Con Esther Morales (derecha)

El último de los guardianes que encontré en mi viaje fue Carmelo G. Morales Ramis, educador social y escritor que me mostró el pueblo y me permitió verlo con sus ojos, con los ojos de un natural de Vallehermoso que valora su historia y su cultura. Por ejemplo, gracias a él descubrí algunas de las construcciones diseñadas por Guillermo Ascanio, arquitecto y hermano de Blanca. Su figura es muy conocida (bastante más que la de su hermana) al tratarse de uno de los impulsores del movimiento obrero en Canarias.

Carmelo también me llevó a la playa de Vallehermoso, una localización que no había considerado para la serie pero que tiene un potencial extraordinario. Al fin y al cabo, la gente del pueblo solía bajar por los antiguos caminos hasta este lugar de encuentro, lo que hace que sea muy atractivo y útil para el desarrollo de mi historia.

Playa de Vallehermoso

Playa de Vallehermoso

Además de todas estas experiencias, me llevo varios talismanes y recompensas que pude ir recolectando a lo largo de este primer viaje: libros infinitamente útiles que leeré y me seguirán ayudando a sumergirme en el universo de Blanca Ascanio. Entre ellos debo destacar la biografía “Blanca Ascanio: La maestra roja” escrita por Miguel Ángel Morales Mora y María de la Soledad Naya Ascanio (esta última hija de Blanca). Estoy en contacto con ambos autores, quienes se han mostrado desde el principio muy ilusionados con el proyecto y dispuestos a ayudarme con la documentación.

Por último, tuve mi primera sesión de tutoría con mi mentora Virginia Yagüe en un entorno idílico: un hotelito en la calle Triana. En esta primera sesión hablamos sobre algunos de los elementos que debo trabajar y desarrollar especialmente en mi proyecto de serie: las subtramas secundarias y los personajes secundarios, entre otros aspectos. Ah, y Virginia también me planteó algunas preguntas tan difíciles de responder pero tan vitales como “¿Qué quiero contar?” “¿Y de qué forma lo voy a contar?”

 

Eso sí, los detalles sobre esta productiva tutoría y mis lecturas documentales tendrán que esperar al capítulo siguiente…

Virginia Yagüe, Laura Pérez y yo

Virginia Yagüe, Laura Pérez y yo

Y así es como gracias a todas estas personas he podido ir reconstruyendo mi historia y mi visión sobre Vallehermoso, un lugar de cuento y, ahora también, de serie: esta población enterrada entre montañas, cobijada por el gran Roque Cano, rebosante de historia y salpicada de leyendas, es una localización inmejorable. Después de esta aventura en La Gomera siento que todo va encajando poco a poco: después de todo, parece oportuno que la historia de Blanca y de su hogar se cuente a través de las leyendas que pueblan la isla. Y es que la vocación didáctica de la maestra roja y el perfil contradictorio de los gomeros (con esa mezcla de amor por la historia y las leyendas) me invitan a pensar que voy bien encaminada.

Ahora que tengo mi maleta llena de vivencias y aprendizajes, ¿seré capaz de tejer esta historia con la suficiente habilidad? Gracias a todas las personas que, durante esta semana mágica, me han hecho creer que sí. Especialmente a todos los demás participantes del laboratorio, que ya son también amigos, y a Virginia y a Laura, mujeres de gran talento con las que tuve la suerte de hacer este road trip gomero tan especial.