Estamos a finales de julio y, como héroes entregados a su aventura, ya hemos cruzado el primer umbral y estamos inmersos en las complicadas pruebas que caracterizan esta etapa del viaje: en nuestro caso, como guionistas, nuestra mayor prueba consiste en llenar páginas en blanco… pero también en crear personajes interesantes y secuencias que emocionen al espectador. Una tarea que, como sabrá todo el que se ha embarcado a escribir una historia alguna vez, no es nada fácil.
Por eso para todos nosotros la segunda semana de formación en la isla de La Palma que organizó Islabentura fue un auténtico oasis en nuestra apasionante ruta. Nos pudimos reunir en un escenario idílico, darnos fuerzas los unos a los otros y, además, asistir a varios talleres que fueron muy útiles en distintos aspectos relacionados con el trabajo de guionista.
Por ejemplo, la primera jornada sobre aspectos legales (en la que pudimos escuchar a Tomás Rosón, Alberto G. Pulido, Ricardo Gómez y Laura González) fue especialmente útil para mí, que aún tengo mucho que aprender sobre estas cuestiones. Nos hablaron de contratos, de propiedad intelectual y de nuestros derechos… conocimientos que no todos los guionistas poseemos y que sin embargo son tan necesarios como controlar al dedillo las etapas del “viaje del héroe”.
El taller sobre narrativas transmedia impartido por Pablo Lara también fue muy inspirador: Pablo nos enseñó muchísimos proyectos, algunos suyos y otros de sus autores favoritos, y también tuvimos la genial oportunidad de trabajar en la ampliación transmedia de nuestros propios guiones.
Y finalmente llegaron las últimas jornadas de formación. ¿Recuerdan que al principio hablaba de las duras pruebas a las que nos tenemos que enfrentar los guionistas? Pues existe una batalla que a muchos nos da escalofríos: el pitch. Ese momento en el que te da la impresión de que tú y tu historia se lo juegan todo en cinco minutos… El arte de presentar un proyecto no es algo que se domine de la noche a la mañana; hace falta mucha práctica y estudio y, gracias a Carlo D’Ursi, estoy segura de que nos hemos podido librar de muchos dolores de cabeza. Y todo gracias a su enfoque centrado en la práctica, dándonos la oportunidad de trabajar en nuestras propias presentaciones. Para mí, este taller fue especialmente emocionante porque me permitió conocer más sobre las historias de los demás “islabentureros” y cómo habían evolucionado desde aquella primera semana de punto de partida en la que nos conocimos.
Pero no todo fue formación y estudio en esta semana que pretendía aportarnos herramientas para afrontar nuestras pruebas guionísticas… También disfrutamos de unas preciosas excursiones, entre la que destacaría nuestra visita al volcán de Tajogaite. Tengo familia palmera en Los Llanos y me impactó mucho ver la transformación de la zona de El Paso. La belleza salvaje del volcán y sus terribles consecuencias no se pueden describir con palabras, así que todo esfuerzo en ese sentido por mi parte sería inútil: es algo que hay que ver en el sitio y, a ser posible, entender escuchando a un vecino de la zona, como tuvimos el privilegio de hacer nosotros.
Por si todo esto fuera poco, tengo que destacar todos esos pequeños y mágicos momentos que vivimos entre las sesiones de formación y las deliciosas comidas: esas breves pero intensas escapadas a la playa o a la piscina del hotel, los cócteles junto con las largas conversaciones por la noche, los trayectos en guagua disfrutando del paisaje… Además, ya que a pesar de ser tinerfeña llevo bastante tiempo viviendo en la Península, una de las mayores alegrías de esta semana fue tener la oportunidad de conocer a otros colegas de profesión canarios (muchos de ellos habían quedado en lista de espera y asistieron con nosotros a las jornadas de formación).
Y, por supuesto, fue muy conmovedor e inolvidable para mí poder anunciar a los ganadores del concurso “¿Y si contamos nuestra historia?” junto a mis compañeros Daute y Laura. Es sensacional tener algo que ver en el desarrollo de nuevas vocaciones de escritoras y escritores; jamás olvidaré las caritas de emoción de los y las jóvenes a quienes pudimos premiar con este reconocimiento.
Tal y como la primera vez que viajé a Islabentura, regresé a Madrid con las pilas cargadas y con muchas ganas de continuar desarrollando mi proyecto de serie de televisión… Pero esta vez, además, me traje en la maleta nuevos conocimientos, nuevos y grandes amigos y unos lazos aún más reforzados con los mejores “islabentureros” que podrían existir.