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Juan SánchezProceso Creativo

De albañilería y otras chapuzas

El año pasado leía los blogs de los compañeros de la edición anterior. Admiraba en ellos lo bien escritos que estaban, los útiles consejos que regalaban y su capacidad de sumergirte en su proceso creativo de una forma literaria. Es que además de excelentes guionistas son unos escritores estupendos. Y ahora me toca a mí hablaros de mi proceso de escritura, y me temo que no voy a ser igual de excelso y ordenado. No sé si será una narración legible, un conjunto de notas e ideas sin ton ni son o un manual de albañilería para levantar un piloto, pero espero que sirvan a los lectores de esta entrada (aunque solo sea para no seguir mis pasos). Además, iré incluyendo imágenes de mis referencias, series, películas y libros que van nutriendo mi escritura, pues lo bello de escribir es que no estás solo cuando lo haces, ya que otros, en distintos tiempos o espacios, ya se han enfrentado a tus mismos demonios.

Hagamos un pequeño flashback y volvamos a esa primera cita a ciegas que tuve con mi tutor Jordi Calafí. En ese primer encuentro me planteó la idea de empezar escribiendo el piloto para, una vez terminado, adentrarnos en el documento de venta. Para mí esto no era lo habitual, pues estoy acostumbrado a pasar semanas, ¡meses!, enredado con personajes, mapas de tramas, sinopsis breves, largas, cortas, con final, sin final, para toda la familia, para celíacos… Así que, cuando Jordi me puso como tarea redactar los pulsos dramáticos del piloto, yo estaba más perdido que en el cuarto oscuro del Yumbo.

La serie It´s a sin (Russell T. Davies, 2021) ha sido desde la génesis del proyecto el principal referente. Me apasiona su perfecto equilibrio entre lo cómico y lo dramático, su mensaje de optimismo vital, y unos personajes excelentemente construidos desde la ternura y la empatía.

En la convocatoria de IsLABentura envías un arranque, pero yo no contaba que este inicio se vería modificado tras mi viaje a Gran Canaria. Durante la semana de documentación comprobé que detalles que utilizaba en la trama eran demasiado modernos para la época en la que ambientaba la serie. Por ejemplo, el negocio de Yeray, uno de los protagonistas, no podía ser una agencia de viajes para encontrar pareja. Así que con ello moría todo un enredo que sostenía la temporada. Pero en esos momentos no tienes tiempo para un luto, hay que hacer de la necesidad virtud y pensar opciones más interesantes para explotarlas al máximo. Ahora la agencia para encontrar pareja (que mi cerebro prefiere pensar que era súper manida) se ha convertido en lujosas excursiones en yate. Mucho más visual, dónde va a parar.

Smiley (Guillem Clua, 2022) me ha obsesionado desde que era estudiante en la RESAD y la despiecé como obra de teatro. Me voló la cabeza que diera la vuelta a los mecanismos de comedia romántica que hemos visto desde siempre con parejas heterosexuales.

Ya subsanados los detalles que se convirtieron en escollos durante la documentación, tocaba ponerse a extraer los pulsos o pasos dramáticos del piloto. Empiezo con algo sencillo: una pizarra y tarjetas en las que anoto momentos que sí o sí considero que deberían estar en el capítulo. La ruptura del prota, el encuentro con el interés romántico, alguna fiesta…

Con mil dudas e inseguridades, me planté en mi segunda tutoría con Jordi. Tenía miedo de que el episodio fuera demasiado infantil, que no rescatase la nostalgia de la época, que no fuera lo suficientemente diverso…

Quiero introducir aquí una pequeña reflexión: ¿estaría teniendo las mismas inseguridades si no escribiera una serie de temática LGBT? ¿O es que nos ponemos el doble, el triple de presión, porque la crítica ante estos contenidos es más moralista y afilada? Mi juez interior salta de manera continua y pesada: a lo mejor no deberías reírte de esto, si tu personaje hace esto otro está dejando en evidencia a todo un colectivo, si aquel dice aquello pisotea una lucha de décadas… Consejo a posteriori: son personajes, deben tener conflictos, decir una cosa y pensar otra, tenemos que enfangarlos en el barro y ponerles obstáculos. Personalmente, a la hora de escribir, ser más papista que el Papa no me ayuda en absoluto.

 

En la tutoría, Jordi me bajó las dudas a tierra y me dio herramientas básicas para atajar los posibles problemas: había que ampliar aún más los pulsos y darles más dramaticidad. No debía enredarme en cuestiones de época o años concretos, sino en exprimir al máximo la situaciones en las que colocaba a mis personajes. Con ese objetivo en mente me dispuse a escribir mi segunda versión de los pasos dramáticos.

Lo que en un primer momento eran quince puntos diseminados en dos páginas, terminaron por convertirse en casi cuarenta momentos distribuidos en unas siete caras. Ya era capaz de ver con nitidez el episodio, a los personajes moverse por las distintas localizaciones… Y, lo mejor de todo, se me empezaban a ocurrir acontecimientos para el arco de temporada que, de no haber planteado primero el piloto, habrían tardado más tiempo en aparecer. Ahora tengo unos personajes mucho más ricos en matices y una mayor claridad en sus tramas.

Mientras escribo esta entrada estoy terminando de escribir la escaleta para, con trabajo y suerte, poder tener una versión dialogada antes de que viajemos a Tenerife. Seguiremos informando.