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Carolina Daza LeónProceso Creativo

El antes y el después de la entrega

Cuando la fecha de entrega se aproxima, tu palpitación se acelera y ese enemigo que conocemos como estrés comienza a asomar su cabeza. Si además estos meses coinciden con el verano y el comienzo del “curso” (sí, yo sigo calculando los años como si estuviera en el colegio, porque el mes que realmente es el inicio de todo es septiembre), entonces todo resulta incluso más vertiginoso.  Si te das días de vacaciones, te sientes culpable porque no estás escribiendo; y si te encierras durante días en tu cueva de escritora, te quedas con la extraña sensación de que esos días de verano y descanso se te escurren entre los dedos. Como casi todo en la vida, la solución es el punto medio, el equilibrio. Y creo que he salido más o menos airosa.

A finales de Julio, cuando tuvo lugar el viaje a La Palma con IslaBentura Canarias, la idea de Non Trubada con sus tramas y sus personajes estaba más viva en mi cabeza, en mis cuadernos de notas y en mis conversaciones con mi tutor, Jordi Calafí, que en el guion. En el papel, solo había un primer acto escrito que necesitaba una revisión urgente. Tras el transcurso de agosto y septiembre, la cosa ha cambiado mucho. Por supuesto, la historia sigue increíblemente viva en mi cabeza, pero también tiene pies y raíces en el guion que me dispongo a entregar.

He releído el guion cientos de veces, en busca de algo que repentinamente me resulte absurdo o de erratas que me parezcan imperdonables. Y quizá debido a esa lectura repetida, tengo la extraña sensación de que la historia siempre fue así – porque siempre lo fue en mi cabeza (quizá no siempre, pero sí desde el momento que comienzo a escribir). A veces se trata más de sensaciones que de frases exactas. Y escribir se convierte en una herramienta de traducción: ¿cómo convierto esa sensación extraña, ese “no sé qué” que me despierta este personaje o esta situación particular, en una escena con sentido que los espectadores puedan entender? No lo sé, pero creo que la respuesta está a caballo entre los manuales de guion y el instinto propio.

El guion ya está escrito, aunque seguramente no acabado del todo, porque ¿cuándo lo está? Pero está escrito, y ahora es el turno del dossier de venta. Ah, cuánto odio escribir sinopsis, y creo que es algo generalizado en todos los guionistas. Preferiría tener que inventarme el pasado de un vampiro de 200 años con todo tipo de detalles antes que escribir una sinopsis breve, pero es parte del trabajo. Porque cuando los guionistas dejan de escribir, llega el momento en el que tienen que vender su historia.

Al construir el dossier de venta, nos volvemos un poco diseñadores gráficos, publicistas y analistas de tendencias. Intentas escribirlo todo lo más breve posible para no aburrir al público (y sí, también para que quede estéticamente agradable a la vista). El dossier de Non Trubada tiene una particularidad: en toda historia sobre universos alternativos, hay “dobles”, esas versiones de los personajes que viven al otro lado. Y estos segundos personajes también tienen personalidad y vida propia. Así que mi dossier no solo habla de Idaira, de Celso, de Jorge… También habla de Idaira 2, Celso 2, Jorge 2… lo que sin duda puede llevar a la confusión. Eso exige que el documento de venta esté estructurado de forma muy clara, una tarea algo complicada cuando se trata de una serie en la que las confusiones o los juegos de “quién es quién” o “nada es lo que parece” están a la orden del día.

Todo día llega, y una vez que el guion y el dossier está entregado, te quedas con una extraña sensación de: “¿ahora qué?”. Sí, aún queda el pitch, y creo que, como guionistas, hay pocas cosas que nos dé más miedo que la presentación oral frente a un público, pero sea como sea, el trabajo ya está hecho, las palabras ya están escritas y solo te queda desear con mucha fuerza que quien lo lea lo disfrute. Esto viene acompañado de una sensación de alivio, de el “pues ya está” que sientes al saber que lo has entregado a tiempo y que el resultado es más que aceptable. Al poner el punto final, es como si les dieras espacio a tus personajes, como si les abrieras la puerta y les permitieras salir a relacionarse con otras personas, para que así otros ojos los evaluaran y criticaran.

Pues ahí están, libres, y estoy deseando que los conozcáis, a ellos y a sus dobles.