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Un montón de notas que procesar, fotos que analizar, muchas películas de referencia que ver o volver a ver. Seguir investigando sobre discapacidad, acceso laboral de personas con discapacidad, convertir 10 páginas iniciales en un guion o en un tratamiento secuenciado. Todo se vuelve cuesta arriba y no sé por dónde empezar.

Primero, necesito tiempo.

Con un pluriempleo que me ocupa todo el día es difícil concentrarme. Pero claro, me lo habían aconsejado varias personas, entre ellos el dentista de los niños, mi oculista, el técnico del lavavajillas e incluso el señor de la hipoteca. Termino con mis compromisos y paso a ser mono-empleado. Me quedo con un solo trabajo. ¡Conseguido!

Segundo, necesito espacio.

No avanzo, apenas consigo escribir algunas líneas descriptivas. Surgen muchas dudas esenciales de guion que marcan el transcurrir de la historia. Es el momento de cambiar algún elemento o seguir con lo planteado inicialmente. Tengo que tener claro las aficiones, el carácter, añadir nuevos personajes y lo fundamental, las motivaciones de los personajes. Después puede ser demasiado tarde.

Intento avanzar y….

“Papá me puedes poner la impresora”.

“Papá dime un trabajo del sector terciario en inglés”.

“Papá mira esta coreografía que hago con Alicia, ¡Papá, pero mírame!”.

“Papá me duele la garganta”. ¡¡Mierda!!

Es difícil la concentración, y lo más importante, conseguir una rutina.

Decido levantarme temprano y acostarme tarde. Escribo en la nocturnidad, todo es paz. Está claro, es el mejor tramo horario. Por eso lo eligen la mayoría de los guionistas y delincuentes.

¡Conseguido, ya tengo espacio!… y sueño.

Tercero, necesito una motivación.

23 de mayo, tutoría por teléfono con Fernando León de Aranoa.

“Estoy atascado, muchas dudas, muchos miedos, necesito arrancar. ¿Y sí el personaje fuera así? ¿Y sí fuera “asao”? “

“Mayday, mayday. Fernando”.

Ponemos fecha de entrega del tratamiento de 20 a 30 paginas secuenciado. Uno de los mejores desatascadores es tener a una persona que te ponga una fecha de entrega. Y decir que te lo ha encargado Fernando no tiene precio. Acelera el corazón, activa la parte derecha del cerebro y fluye la escritura.

Fernando es muy generoso, me envía el tratamiento de “El Buen Patrón”. Tengo que decirlo, tengo que presumir. Su documento me ayuda a darle la forma. ¡Conseguido, ya estoy motivado!

Ya tengo los cuatro puntos necesarios y un workflow (que bien queda en inglés).

Sí cuatro, el cuarto punto en la próxima entrega.

Escribo y me llevo el guion impreso a todas partes… al parque, a la cama, a los bares, al médico. Encuentro una rutina de escritura – revisión – nuevas ideas – escritura.

Surgen subtramas y se resuelven los atascos. Cada día que pasa quiero más a los personajes. Y lo disfruto.

Esto es muy parecido a subir una montaña o a correr un maratón. Es esfuerzo, sacrificio, dolor, ganas de parar… Pero es gratificante.

Hay que disfrutar el proceso. Esto es muy importante.

 

Vuelvo a repasar las fotos de la documentación, vuelvo a investigar, busco fotos de gente con el mismo perfil que mis personajes. Veo YouTube, sí, no me avergüenza, es inspirador. Doy pasos atrás para poder avanzar.

El mapa visual de tarjetas que empezó ordenado, aumenta en tamaño y desorden. Es buena señal. La trama se complica.

A la hora de ser más creativo, tengo una gran duda no contrastada. No sé si es más difícil dedicarte exclusivamente a la escritura o combinarlo con un trabajo diferente. Quizás, algún día pueda experimentar la primera opción y contestar a este dilema.

Seguro que hay muchas cagadas en lo que tengo escrito, pero no tengo filtros, me siento con libertad a la hora de escribir.

Meto en el guion cosas que me gustarían ver en una película.

Le busco problemas a los protagonistas.

Consulto con mi familia lo que le está pasando a mis personajes. Son nuevos miembros de la familia. Esto es de locos.

Llega el 11 de junio, fecha de entrega. Apuro hasta la 23:36 para enviar el tratamiento prometido. 85 secuencias, 26 páginas. Hay trozos de diálogos, secuencias extras que no sé dónde meter, pero son situaciones chulas.

Mi sensación es de trabajo hecho, pero no lo he dado todo, podía haber sudado más. Aunque entiendo que he cumplido en tiempo y extensión, no estoy seguro que lo entregado tenga calidad suficiente.

Hago una parada y abandono por unos días el guion para escribir esta entrada del blog y unos tips para redes. Ahora espero la valoración de mi tutor.

Tengo el temor que cuando vuelva a ver lo que he escrito, me pregunte lo que muchas veces me pasa. “Esto no hay por donde cogerlo, ¿en qué estaba pensado cuando he escrito esto?”