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Cuando escribes  un guión los personajes te acompañan en tu día a día como si fueran reales. Los conoces a la perfección, has sentido por ellos y con ellos. Terminar un guión es algo así como mandar a tus  hij@s a estudiar a marte, uno sabe que siguen ahí, pero el camino que van a recorrer ya es desconocido para ti. Quizás regresen un día de la mano de una buena dirección y actuación, que los habrán cambiado, como cambian los hijos al madurar, aunque tú siempre reconocerás a tus personajes. También está el miedo a que los perviertan, que transformen su esencia hasta convertirlos en monstruos. En cualquier caso será su camino, ahora solo queda llenar el vacío que deja su ausencia.

Lo bueno de ser guionista es que… Toc, toc-¿Quién es?-Nuevos personajes-Adelante,  pónganse cómodos.