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Maite Pérez AstorgaProceso Creativo

EMPEZAR A ESCUCHAR A LA HISTORIA

Pereza. Miedo. Búsqueda de la motivación. Apertura al caos. Sin pensar ni juzgarme mucho, estos son los cuatro puntos que me vienen al reflexionar sobre cómo es iniciar el proceso de escritura de “Una suicida en Mafasca”. Título que, por cierto, igual cambio. Y es que ahora estoy en fase de cuestionarme y cuestionar un poco todo lo escrito.

Pereza. Porque me topo con mis propias resistencias de ponerme delante del ordenador. Es algo que me ocurre en todos los proyectos muy personales. Retrasaría el enfrentarme a la historia porque es un enfrentarse a la incertidumbre, a intuir problemas sin tener claro el camino a seguir. Te tienes que atrever a estar en la pregunta, aunque no sepas aún la respuesta. Pero por otra parte sé que esta resistencia no es mala señal. Es como un indicador de que hay algo que me mueve dentro de la historia que aún no comprendo. Por eso es bueno seguir delante del ordenador justo cuando menos me apetece. Porque es ahí, venciendo esa resistencia, cuando aparece una voz que ya no tiene tanto que ver con Maite sino con los personajes empezando a expresarse más allá de mí.

Miedo a que no me salga. Me descubro queriendo escribir la gran historia, queriendo que el resultado sea: Maite, la futura ganadora de Goyas. En fin. Eso está. Y a veces sirve como impulso, pero también me paraliza un poco. Entro en una presión autoimpuesta que me desanima. Pero esto también lo reconozco como una dinámica habitual a la que puedo dar la vuelta.  Simplemente escribiendo y conectando con lo esencial, el placer de escribir, de buscar como un juego, como un dejarme ir, aunque lo que salga no sea bueno. Pero seguir, seguir escribiendo con humildad, calma y disfrute. Porque es verdad que las cosas se encuentran escribiendo.

Y ahí es cuando reconecto con la motivación y sigo adentrándome en la fase en la que estoy ahora de permitirme el pensamiento lateral y el caos. Antes de ponerme a pensar en la estructura dramática, me gusta darme un tiempo de que puedan aparecer cosas que me sorprendan y que no tengan por qué responder a una lógica de causa efecto. Para eso me ayuda visualizar la historia y sus personajes como seres con entidad propia que ya existen en otro plano. Y jugar a preguntarles qué es lo que quieren que sea contado. E ir relacionándome como si los tuviera delante y pudiera dialogar con ellos. Y a partir de estas preguntas gatilladoras que son como puertas a la creatividad (muchas de las cuales parten de mi tutora Ana Sanz-Magallón), me pongo a escribir en escritura automática tratando de encontrar pistas y claves que me amplíen la perspectiva más allá de lo primero que me aparece en el sistema mental de cómo tiene que ser la historia. Y me doy mucho permiso de apuntar todo lo que me venga: Imágenes, escenas, cosas concretas, otras simbólicas… sin orden ni concierto. Todo lo que me resuene con esta historia lo apunto. Confío en la intuición. Y con este material, indagaré hasta sentir que estoy bien conectada con lo que quiero escribir y ahí ya sí, empezaré la siguiente fase. La de escaleta.