
Casi sin darnos cuenta, llegó la segunda fase de Islabentura, la semana de formación. Acabando el mes de julio y volando hacia La Palma para vivir de nuevo una intensa y fructífera experiencia de la mano de tutores, compañeras, compañeros y ponentes, toca reflexionar acerca de lo avanzando hasta ahora en el proyecto.
Especies distintas nació en Valencia pero se crió en La Gomera. Como ya comenté en mi anterior artículo de este blog, la semana de Bienvenida entre Tenerife y La Gomera fue fundamental para poder mejorar y darle forma al relato, especialmente para darle una identidad; una identidad gomera. Tras esos días de absoluta inmersión en las islas, aprendí mucho sobre las costumbres, tradiciones y la historia reciente de una isla que me ha cautivado y que ya forma parte de la película como un personaje más.
Comenzaba el verano y tocaba enfrentarse a las nuevas versiones.
Pasada la resaca de esa primera semana llena de actividades y conocimientos adquiridos, llegué a casa y no tardé en sentarme ante el ordenador, teniendo a mano ese primer tratamiento impreso con un montón de anotaciones manuales hechas durante los días en La Gomera con Virginia y mi compañera de aventuras, Sara. Notas a boli con nuevas ideas, decenas de tachones, comentarios al margen… tocaba madurar esas ideas y ponerse a escribir una nueva versión del tratamiento, que en este caso, iba a asentarse mucho más (y mejor) en La Gomera, pues esta pequeña y mágica isla tiene mucho más que ofrecer a mi historia de lo que yo pensaba. Ante ese documento .doc surgían las mismas cuestiones de siempre: hay que construir mejor este personaje, darle una vuelta a esta secuencia, pregúntate ¿qué quiero yo contar con esto?, pero también está lo de: por dios, ¿en qué momento se me ocurrió escribir esto? Es como el miedo a la hoja en blanco, pero en este caso, miedo a la hoja llena de tachones indescifrables.
Mi tarea principal para las siguientes semanas sería la de hacer un punteo de secuencias. Escribir a modo de listado, muy brevemente, qué ocurre en cada secuencia, para ordenar así mejor el relato, encontrar más fácilmente los errores y localizar las acciones que no funcionan o no están bien encajadas en la trama. También tocaba hacer un punteo con los dos personajes principales. La idea es conocer cómo se encuentra cada personaje -esencialmente a nivel emocional- en cada una de las secuencias, y ver cómo juntos van construyendo – o destruyendo- su relación. Siendo más complejo de lo que pensaba, los deberes de Virginia me ayudaron mucho a darme cuenta de dónde están los fallos, las incongruencias, quizá dónde falta información o cual es seguramente irrelevante. El tratamiento cogía así la forma adecuada, se ampliaba para acoger más información y más detalles, adoptaba más personalidad, agrandaba los personajes y cogía el tono adecuado del relato por el que continuar avanzando. Otro de los ejercicios más sanos (y entretenidos) que practiqué durante el proceso de re-escritura, fue el de ver películas que pudieran servirme como referente, gracias a las recomendaciones cinéfilas de Virginia y Sara. Una actividad fundamental, casi siempre noctura, que siempre me ayuda para aprender de algunos de los mejores directores y directoras del cine actual de nuestro país.
Llegados a este punto, estaba satisfecha con estos pequeños-grandes avances de mi proyecto, pese al poco tiempo del que disponía allá por junio para poder trabajar en el proyecto, debido a las obligaciones laborales que me absorbían más de lo esperado. De repente, otra buena noticia llegó un buen día para darme un nuevo empujón y ponerme las pilas al máximo con el proyecto. Especies distintas había sido seleccionado en el evento One to One que organiza cada año Edav, la Asociación de Escritores del Audiovisual Valenciano, bajo el marco de Promercat. Nuevas alegrías que, pese a los momentos de estrés máximo que me hacían pensar que no llegaría a todo mientras el día solo durase 24 horas, me obligaban a preparar un pitch y una breve presentación del proyecto para el evento que sería en Valencia, en un auditorio lleno de potenciales productores y demás profesionales del sector. Una excusa perfecta para pensar y repensar en las bases fundamentales del guion, en la motivación para contar esta historia, en el tema fundamental de la misma, en el trasfondo más sentimental y personal del guion. Esas preguntas que dejas de hacerte continuamente una vez estás en pleno proceso de versiones del guion, cuando ya solo piensas en tramas, secuencias y puntos de giro. Volví así a los orígenes, a cuando escribía anotaciones en un .doc con las ideas principales de la historia, cuando con ilusión maquetaba un dossier para presentarlo a Islabentura y cuando todavía investigaba acerca de las desapariciones voluntarias en España de los últimos años.
En definitiva, estas últimas semanas he ampliado mis referentes cinematográficos, he investigado mucho sobre La Gomera gracias a los libros que nos regalaron en el Ayuntamiento de Vallehermoso y he escuchado el imprescindible podcast sobre las Islas Canarias de nuestro compañero y guía en La Gomera, Carlos Pérez Simancas (La escóbula de la brújula). He viajado por momentos de nuevo a la isla y he vuelto a ver allí a mis personajes, estando en la oficina, en casa, en la piscina o en mis escapadas mochileras, en las cuales el tratamiento viajó conmigo en papel y ha vuelto, una vez más, lleno de tachones, anotaciones y alguna que otra arruga de descuido.
A partir de ahora y hasta octubre, Especies distintas viaja conmigo allá donde vaya, y seguro que de La Palma vuelve de nuevo lleno de anotaciones a boli, pero, como nosotros en cada viaje, un poquito mejor de lo que se fue.