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Proceso CreativoSergio Granda

¡Hola! ¿Qué tal? Me presento

A la especie humana se le dan fatal las despedidas y mi caso no es una excepción. Voy a tratar de hacerlo breve, ligero, alegre…. Tengo una idea. Esto no es una despedida. Finjamos que nos acabamos de conocer, lo cual, por otra parte, también es una opción muy probable.

¡Hola! ¿Qué tal? Me presento. Me llamo Sergio, soy guionista, y llevo unos meses por aquí contando mi experiencia y participación en el laboratorio de guion Islabentura Canarias 2023. Mi proyecto se titula Un extraño amanecer y es una serie de ficción para TV, un thriller de aventuras que tiene lugar en Tenerife y que conecta la Transición Española con un OVNI/FANI sucedido en Canarias en 1979. Si te apetece saber cómo ha sido el proceso de creación de la serie, junto a la tutora del proyecto, Diana Rojo, y de los viajes a Canarias con el resto de los seleccionados, puedes pasarte antes por las entradas anteriores para ponerte al día.

¿Ya? ¡Bien! Sigamos. Piloto y dossier terminados y entregados (o, por lo menos, una versión digna de mover), hicimos nuestro último viaje a Lanzarote, donde teníamos que enfrentarnos a la pantalla final del juego: pitch delante de productoras, cadenas y plataformas. ¿Hubo nervios? Claro, somos guionistas y nuestro cerebro no está programado para la exposición pública. ¿Salió bien? Por supuesto, nuestra capacidad de oratoria salió a flote y la acogida fue inmejorable.  Al día siguiente, se celebró una gala de clausura donde fueron premiados proyectos maravillosos, escritos por gente maravillosa, en esta maravilla de lugar:

 

¿En qué punto está todo esto ahora? La botella está arrojada al mar. Solo queda que llegue a alguna costa, alguien la encuentre, la abra, lea el mensaje y le parezca buena idea tratar de encontrarse con quien lo escribió. Ahora, mientras espero a este lado, pienso en algo…

Escribir ficción por iniciativa propia (y más aún cuando es en soledad) se hace cuesta arriba en muchas ocasiones. Te sientas frente al ordenador sin saber si algún día se hará, o si cobrarás un solo euro por ello. Le dedicas tu energía, tu esfuerzo, el tiempo que bien podrías emplear a cualquier otra cosa como, yo qué sé, estar con tu familia, amigos, contigo mismo. Que te abran la puerta a una experiencia como Islabentura es como si te hicieran una fiesta sorpresa que nunca hubieras sospechado.

Entonces, si es tan improbable tener esta suerte, ¿por qué hacerlo? ¿Merece la pena apostar por ello? Me sé la teoría. Lo ideal es que el proceso te haga lo suficientemente feliz como para intentarlo. Aunque, la práctica me dice que, en ocasiones, no estás en posición de decidir valorando únicamente en términos de felicidad. Hay facturas, alquileres, hipotecas, vidas compartidas… Eso sí, tengo claro algo: de aquí salgo mejor de lo que entré. No me refiero a la escritura en sí; eso son horas, no hay más misterio. Hablo de otra cosa.

Un ejemplo. Hacía 17 años que no viajaba en avión porque me da pánico volar. He llegado a renunciar a momentos importantes en mi vida por culpa de este miedo incontrolable. En lo personal, esta experiencia también significaba enfrentarme a ello. Movilizarme. Ser capaz de decirme a mí mismo que no puedo pasarme la vida entera encerrado ahí. En total, hemos hecho 8 viajes en avión. Lo he pasado muy mal, fatal, en todos y cada uno de ellos, pero, tras aterrizar en Madrid en el último de todos, comparé y… sin duda, he mejorado. Todavía no sé cuánto, pero estoy convencido del progreso. Solo por ese pequeño porcentaje de angustia reducida, ha merecido la pena.

Creo que funciona de forma parecida para cualquiera que se dedique a esto. Te das cuenta de lo importante que es para nosotros, los guionistas, estar en contacto y compartirnos. Contarnos experiencias de lo bueno, lo divertido, lo celebrativo, lo absurdo. También los dolores, todos esos charcos, a veces más personales que profesionales, por los que hemos pasado o terminaremos pasando todos. Esto es algo que ha sucedido en esta edición de Islabentura y es a lo que me refiero cuando hablo de salir mejor de lo que entras. A sentir que, en realidad, no estás tan solo, ni con tanto miedo, y que, a pesar de los malos momentos, del vértigo y las turbulencias, después de aterrizar eres capaz de mirar atrás y decirte a ti mismo… soy capaz de volar otra vez.