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Juan SánchezProceso Creativo

La Odisea: una batalla entre el bien y el mal

Previously on El Proceso Creativo de La Guía: dejamos al intrépido guionista aproximándose a la caverna más profunda, que resultó ser superada en profundidad por su propio estómago. Las entregas programadas por la organización brillaban cegadoras en el calendario. Un cerro de ropa por etiquetar para su estancia en Córdoba rugía amenazador. Un piloto que terminar, un documento de venta que maquetar, y un pitch que ensayar. Se nota, se siente, La Odisea está presente.

En El viaje del escritor, Christopher Vogler denomina como “La Odisea” a esa etapa en la que el héroe (o el autor) se enfrenta al mayor desafío y experimenta la muerte y el renacimiento. Ojo, no es moco de pavo. Que, oye, si tú me dices que voy a ser un pseudo Ulises con la barba perfectamente perfilada rodeado de chulazos, viajando por islas exóticas y practicando mis artes amatorias con exuberantes príncipes, pues acepto la muerte, los desafíos y lo que me echen. Pero, si llego a saber que mi Odisea iba a ser pasarme en calzoncillos sudando delante del portátil soportando ola tras ola de calor, a lo mejor hubiera elegido susto en vez de muerte.

Detrás de esta estampa que podría causar pesadillas, se esconde una batalla épica entre el bien y el mal. En una tierra de cultivo baldía se proyectan tres sombras demoníacas: son los Jinetes del Apocalipsis Escrituril. El primero, Procrastinación, lanza arengas entre repetidos bostezos. “¿Para qué te vas a poner hoy si es verano? Con el buen día que hace, ¿por qué no bajas a la piscina? Aún quedan semanas para entregar el guion”. El segundo, Autosabotaje, con pinta de tertuliano del corazón al que le gusta “esquiar” en publicidades, grita como un predicador: “¿Qué consigues esforzándote tanto si luego no te compran ninguna serie? Te va a pasar lo mismo de siempre. Porque esto que escribes no le interesa a nadie. Todas las plataformas ya tienen una serie LGTBIQ (el tertuliano se hace un lío con las letras, pero hay que ser políticamente correcto), ¿para qué van a querer la tuya? No eres Los Javis”. Y, por último, Inseguridad. El más pequeño, pero cuando te muerde, hace más daño que los otros dos juntos. Habla para el cuello de su camisa, sin levantar los ojos de la tierra: “¿Este diálogo está bien escrito?”. La primera dentellada. E Inseguridad crece y crece. “¿Esta secuencia no debería estar menos manida? Te van a decir que el midpoint debería estar en la página 25. Hasta un novato lo sabría.” Inseguridad pierde su carácter tímido y se convierte en El Juez Supremo, con vía libre para criticar y dictar sentencias. “Vaya mierda de diseño para el documento de venta. ¿Y el guion del pitch? Si al menos los fueras a decir bien cuando te toque…” Y los tres me machacan y me destrozan, mientras las fechas de entrega se acercan.

Pero, de repente, un brillo aparece en la distancia. Me pongo la mano de visera porque es cegador. Son ellos, los Paladines del Bien. Allí está mi tutor Jordi, con sus herramientas de escritura y consejos para alentarme; Guillermo García – Ramos, con su infinita paciencia  para leer mis borradores del pitch; y Ana Belén Moreno Rodríguez, con su espada – pincel, para ayudarme con el diseño del documento de venta. Los tres me pasan la toalla y me ayudan a volver al combate. De fondo, como en una secuencia de montaje, se escucha a Los Secretos cantando: “He muerto y he resucitado. Con mis cenizas un árbol he plantado.” Y escribo, escribo y escribo. Y entrego una tercera versión del piloto. Y maqueto un documento de venta que no es la Capilla Sixtina, pero que no está nada mal. Y preparo un pitch efectivo con el que me siento cómo. ¿Y siento que levito y que todo parece un anuncio de compresas? Es normal. La Recompensa ha llegado.

Diseño de los materiales de venta de La Guía. Ilustración de Ana Belén Moreno Rodríguez (@anaguez.dsgn)

Y es que Vogler es muy pillo, porque justo después de La Odisea te coloca la fase de La Recompensa para que no desistas y lo mandes todo a freír espárragos. Con su punto de egolatría y satisfacción personal, La Recompensa es un bálsamo que te sana tras la batalla. En ella se condensa la sensación del trabajo bien hecho y de haber cumplido con las fechas de entrega. Es el estado de enajenación mental que te hace pensar: “Oye, pues esto que he escrito no está tan mal. Es valioso. Seguro que tiene su público. Si a mí me interesa, ¿por qué no le va a gustar a otros?”. Incluso notas que la temperatura ha bajado y ya no se respira la ola infernal que te asfixiaba.

Pero es todo un espejismo. Aún quedan las tres fases finales de El Viaje del Héroe, y os avanzo que este que he descrito hoy no va a ser nuestro único encuentro con la muerte. Pero lo dejaremos para el próximo capítulo. Ahora a disfrutar y ensayar el pitch. Nos vemos en Lanzarote.