
Siempre se ha hablado mucho de la temida página en blanco, de ese momento en el que te sientas enfrente de un ordenador y, por alguna extraña razón, tu mente se queda en blanco y no quiere salir de ese bloqueo.
A mí me pasa lo contrario, mi mayor enemigo a la hora de escribir no es la hoja en blanco sino esa sensación que surge muy dentro de ti y que te dice que “algo no es lo suficientemente bueno” o que “no encaja del todo”. En esas ocasiones, borrar todo lo escrito y regresar a la página en blanco puede resultar catártico. Hay veces en las que mis mejores ideas han surgido justo después de que me deshiciera de un material que mi instinto me decía que no estaba funcionando; otras veces, sin embargo, esa voz no provenía de la intuición sino de una inseguridad destructiva.
En cualquiera de los casos, nunca me ha costado mucho comenzar de cero una historia o someterla a un cambio radical, y eso es justamente lo que pasó con Non Trubada. El proyecto de serie ha cambiado mucho desde su concepción, especialmente debido a una alteración muy importante: en el dossier que entregué, los personajes protagonistas encontraban un portal a un universo alternativo en el final de temporada; ahora, sin embargo, ese elemento de ciencia ficción está presente desde el piloto, y solo eso ya hace que sea necesaria la creación de nuevos personajes y tramas.
Tuve muchas conversaciones con Jordi Calafí, mi tutor, sobre estructura, personajes y las reglas de ese mundo ficticio. Esto último es una de las particularidades más interesantes de la ciencia ficción, ya que las preguntas que te tienes que hacer como escritora van a caballo entre la magia y el realismo: ¿Por qué apareció la isla? ¿Puede volver a desaparecer? Quien cruza el portal, ¿sufre efectos secundarios? Esas preguntas son esenciales para construir un mundo realista dentro de una premisa surrealista, pero si te pierdes en ellas, estarás eternamente creando una ciudad fantástica en tu cabeza, pero no escribiéndola.
Yo disfruto bastante comiéndome el coco con preguntas filosóficas sobre temas de ciencia ficción o fantasía, así que me es fácil perderme en esos jardines o incluso abarrotar el piloto con datos de información que, aunque enriquecen la historia, el espectador no los necesita aún. Jordi ha sido de gran ayuda, orientándome en cómo destilar esa información y guiándome para que no adelantara o retrasara demasiado los puntos de giro. Entre todas estas cosas, le agradezco especialmente su constancia y su insistencia en que lo importante es que, cuando finalice el programa, esté contenta con la historia que haya escrito. Por ahora, vamos en muy buen camino.
Para mí, lo más importante en una serie son los personajes, y en este aspecto, sí que tengo la sensación de que existen “los personajes en blanco”: los tienes perfilados, pero aún no han cobrado vida dentro de ti. Necesitas darles diálogos para poderles ver discutiendo, quejándose, riéndose…
Pude rescatar a la mayoría de los personajes que había creado para la idea original, pero tuve que detenerme a comprobar que sus características aún me servían para sus nuevos arcos y cambiarles incluso la personalidad si me hacía falta. Respecto al tema o mensaje, me ocurrió algo parecido. Tuve que parar un segundo mientras escribía la escaleta para pensar: “¿Qué quiero contar ahora? ¿Qué elemento es el que hace que Non Trubada sea Non Trubada, ese que no puedo cambiar porque es parte del alma de la serie?”.
Ya tengo la escaleta terminada. Y ahora, mirando la primera página del guion, carente de siquiera una letra escrita, no me preparo para enfrentarme al vacío blanco que ésta representa, sino al intento de conocer a mis personajes. Y creo que eso solo se puede hacer dejándoles hablar.
Allá vamos.