No tengo palabras. Me faltan adjetivos y no doy con el cajón de los adverbios. Nada de lo que escriba podría describir con la suficiente nitidez los sentimientos que han pasado por mi cuerpo en el mes de abril. Pero lo intentaré.
Me llamo Esther, y el primero de abril es un día festivo aquí, en Reino Unido, dónde yo vivo. Estaba con varias amigas y amigos desayunando tarde, o de brunch , tranquilita tomándome un café y pretendiendo que nada me importaba, que no estaba constantemente mirando el teléfono, actualizando el correo electrónico. Entre sorbo y sorbo de café me llega un mensaje de Arima, diciéndome “FELICIDADES COMPAÑERA DE LABORATORIO!!!!!”, así, todo en mayúsculas. Y es que justamente una semana antes Arima y yo nos vimos, y mencionamos brevemente que ambas nos habíamos presentado a IsLABentura, y lo maravilloso que sería navegar esta experiencia juntas. Por lo que ése mensaje me llenó de alegría por mi, por ella y por nosotras. “¿Pero cómo lo sabes? ¿Estás segura?” le pregunté y ella me respondió “Amiga, por el BOE”, y me pasó la lista de seleccionadas en la que aparecía mi nombre y el título de mi proyecto Una Lady victoriana en Tindaya . Ahora sí que empiezo a flipar y a sentir mariposas, ansiedad, nervios, alegría… o algo así. Y justo entonces, cuando les estoy contando a mis amigas que he sido seleccionada, creo, que he visto un documento, pero no me lo terminaré de creer hasta que me llamen de la organización… y al momento, la llamada de María José, comunicándome oficialmente que mi película y yo hemos sido seleccionadas.
Participar en este maravilloso laboratorio de guión, aparte de ser una aventura emocionante, es una oportunidad única para desarrollar un guión siendo tutorizada, en mi caso por la única e inigualable Yolanda García Serrano. Pero también es cerrar una herida. La brecha que la edición de IsLABentura La Palma 2021, dejó en mi corazón, cuando la última semana quedó cancelada debido a la erupción del Volcán Tajogaite. Solamente espero que en esta edición lo único que explote sean nuestros corazones y lo único que fluya sea la creatividad.
Ahora, con deseos y esperanzas, tocaba preparar el viaje de documentación y localización a Fuerteventura, en busca de las huellas que pudo haber dejado mi protagonista, Olivia Stone, cuando visitó la isla, allá en 1884. Afortunadamente ella escribió un libro en el que relata con todo lujo de detalles lo que hizo, dónde se quedó, con quién habló, lo que comió y qué paisajes le parecieron más sobrecogedores… Con un poco de suerte yo veré los mismos atardeceres y respiraré el mismo aire.