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El 2 de mayo fue un día de nervios. Estaba pendiente de la resolución del laboratorio, escuchando una entrevista a David Sainz, director y guionista canario al que admiro (hecho que no me distrajo para dejar de pensar en IsLABentura, claro), cuando leí mi nombre en la lista de proyectos seleccionados. “No puede ser” retumbaba entre los silencios del podcast. Son esas pequeñas coincidencias que dejan huella.

A veces da la impresión que algunas personas apasionadas por la escritura son contradictorias y tienden a procrastinar cuando no dan con lo adecuado, y más si está empezando. No soy una excepción en ese prejuicio autoforjado. Llevaba meses atascada en la sensación de no encontrar una buena historia, ni una inspiración reveladora para emprender un proyecto personal.

Descubrí IsLABentura durante el IV Encuentro de Guionistas, y esa fue una excusa para rascar y desprenderme del óxido en el teclado hasta dar con algo. A su vez, consideraba un regalo el hecho desarrollar un proyecto con un calendario, tutorización y compañía de otros guionistas. No quería dejar pasar esa oportunidad.

Fui dando tumbos creativamente mientras iba leyendo sobre las islas, pero nada me despertaba. Hasta que abogué para desenterrar algunas vivencias y forjarlas a base de las sensaciones que me evocaban esos parajes insulares. Los prejuicios sobre Fuerteventura fueron un gran camino, ya que en ciertas partes se cree que es una isla asentada en el turismo de “pulserita y todo incluido”. Pensé en que a veces los majoreros tendrán vidas y sueños que quedan en segundo plano frente al ocio de sus viajeros.

Fuerteventura es tierra de contrastes; de diferencias entre foráneo y local, tierra árida y campos de golf con piscinas, de la juventud de aquellos que aún no han salido con la madurez de los que llegan. Aniagua es un proyecto que quiere hablar de eso, planteando la historia, entre la comedia y el drama, de una chica joven majorera que empieza a trabajar como camarera de hotel porque sueña con largarse a la península, y necesita dinero para emprender el viaje que cambie su vida.

¿Y por qué ese nombre? Aniagua es un nombre guanche que significa nobleza, pero la protagonista no se siente así en absoluto, sino más bien servicial. Su nueva vida es hacer camas, limpiar baños, cambiar toallas, fregar suelos. Pero comienza un camino del cultivo del amor propio integral, donde la intención es que se enamore de su tierra, familia, cultura y comida. Aniagua es la búsqueda del orgullo de su isla y de ella misma.