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Proceso CreativoRebeca Serrada

– ¿POLICÍA? ME LLAMO VICENTA. ESTOY MUY NERVIOSA.

Cuando abrí el mail y me enteré de que me habían seleccionado en Islabentura, me sentí muy Vicenta. Estaba en el trabajo, me puse nerviosísima y no llamé a la policía, pero me metí en el baño y me quedé ahí unos minutos para ubicarme, tomar aire y salir y contárselo a mis compis. En mi mente ellos me estaban viendo muy serena, pero creo que la escena era la misma que cuando llegabas chispilla a casa de madrugada y te veías a ti misma siendo super sigilosa cuando la realidad era que estabas tirándolo todo al suelo mientras tus padres te veían desde la puerta de su habitación. Después me llamó María José para confirmármelo y ahí me di cuenta de que llevaba unos 15 minutos temblando, así que, efectivamente, estaba siendo esa borrachilla que se tropieza con todo. Genial.

A partir de ahí, sólo recuerdo una vorágine de whatsapp, de llamadas, de mails, de gestiones y la primera reunión con Diana Rojo, mi tutora, a la que fui modo absoluta fan porque había escrito en dos de las series que más he disfrutado del mundo. ¿Qué fuerte, no? Eso fue como cuando Justin Bieber le puso un mensaje chulísimo a Billie Eilish con la diferencia de que yo no tengo Grammys, tengo premios de microteatro.

Una cosa os digo: la gente dice que las mejores aventuras surgen de la improvisación pero, chica, yo prefiero tener un plan de base y luego ya se va viendo. Para trazar ese plan tuve a Nuria y Ana de la Film Commission de Gran Canaria. Las mejores aliadas del mundo, si me preguntan. Les propuse una idea de viaje que, ahora lo confieso, me parecía una fantasía irrealizable, pero ellas, con toda la naturalidad del mundo, me dijeron que podía hacerse realidad. Si antes me sentía Billie Eilish, en ese momento era Cenicienta: yo les presenté una calabaza con ínfulas y ellas me devolvieron una carroza con un super motor, elevalunas eléctrico y dos plazas.

Los días pasaron rapidísimo y de estar encerrada en el cuarto de baño del trabajo digiriendo la noticia, pasé a estar en el aeropuerto 2 horas antes de lo que debería, con una plancha de vapor que los nervios de última hora me hicieron llevar y unas golosinas anti estrés en la maleta. Allí me encontré con Héctor, al que conozco desde hace tiempo y que posee el carácter templado que necesitaba en ese momento -y en todos los anteriores en los que intercambiamos mensajes sobre los preparativos del viaje-. Y de ahí al paraíso, chicas. Sin saberlo, estaba cogiendo un vuelo a uno de los viajes más increíbles de mi vida.

Pasamos dos días en Lanzarote. Si también sois tímidos, entenderéis que ir chutada de golosinas antiestrés a una primera comida de encuentro es algo esencial, pero el tiempo pasaba tan rápido que no pude hacerlo. Entre croqueta y croqueta, fui encontrándome con compañeros y tutores y, por primera vez en mucho tiempo, no sentí nervios ni vergüenza, solo ganas de charlar y no parar -¿acaso es eso lo que siente una persona extrovertida?-.

Lanzarote me dio la oportunidad de conocer paisajes marcianos y lo más importante: de salir usando mi abanico en un reportaje de TVE. Tremenda ilusión. Esos dos días en la isla me parecieron lo más pero esa muchachilla inocente cargada con su abanico de la virgen de Triana no sabía que lo mejor estaba por llegar: era hora de volar a Gran Canaria.

Al llegar nos vino a recoger Fernando -mejor conductor de transfer ever- y nos llevó hasta Puerto Mogán, un lugar que me obsesionó tanto la primera vez que lo conocí que acabé escribiendo una serie que me hizo volver a él. Por primera vez, pude verlo de noche. Sólo se escuchaban gatos maullar y el sonido del agua atravesando los canales. Ese paseo nocturno, por muy místico que os suene, me hizo conectar intensamente con la historia que quiero contar.

El hotel de Puerto Mogán me pareció un sitio loquísimo y acabó siendo tan solo el prefacio del resto del viaje. Diana y yo nos sentíamos en un episodio de White Lotus. El chico que nos recibió nos iba explicando las instalaciones y sentíamos que cualquier cosa cabía allí: aquí tenéis la cascada, aquí unas motos arcade, aquí una pajarera gigante, aquí está la zona de espectáculos y al fondo la piscina y la NECRÓPOLIS. ¿Qué deciros, chicas? Es algo que merece la pena experimentar. Si no has visto el Cordial Mogán NO HAS VISTO NADA.

Al día siguiente, emprendí la verdadera aBentura. Paseé por las calles de Puerto Mogán de día intentando encontrar información sobre su construcción y sobre Rafael Neville y por el camino… vi una camisa super chula de hilo canario -la camisa es importante para la historia, no es para dar envidia-. Al comprármela, le pregunté a Sara, la chica de la tienda, si ella sabía algo sobre la construcción del Puerto y FÍJATE TÚ POR DÓNDE, su abuelo fue el médico de la zona en esos años. También me habló de Marina, su vecina e hija de uno de los promotores y de Guillermo, un escritor experto en la historia de Mogán. Sara ha sido y es -sigo escribiéndole por whats- una pieza clave de mi historia. Lo cual demuestra que la moda no es algo banal. Carrie Bradshaw tenía razón.

Durante la mañana, hablé también con Vicky, recepcionista de uno de los hotelitos más tradicionales de Puerto Mogán, cuyo contacto me pasó María José. Ella me habló sobre el turismo en la zona y me puso sobre la pista de los primeros hoteles que se construyeron allí.

Y cuando pensé que tendría un momento para ir a la playa -a documentarme, chicas, quería ver el ambiente-, recibí un mail de Nuria y Ana de la Film Comission AKA mis hadas madrinas que me dirigió hasta el archivo de Mogán. Rauda y veloz, cogí un taxi y una charla con el conductor resultó ser la clave para reconducir una trama y pegarla más a la realidad. Esa semilla no hizo más que crecer tras la charla con Paco Suárez, auxiliar de archivo de Mogán, que me habló con profesionalidad pero sobre todo con una sensibilidad absoluta del desarrollo del Puerto y de cómo esto afectó a los habitantes de la zona. Desde aquí, muchas gracias Paco por haberle dado un nuevo rumbo a mi historia y por seguir dándoselo a través de mails cargados de fotos y documentos.

Tras esto, recogí a Diana y juntas fuimos a conocer a Guillermo Bueno Marrero, el escritor del que me habían hablado Sara y también Paco. Guillermo es la mejor persona que puedes encontrar si quieres conocer la historia de Mogán de primera mano. Conoció a Rafael Neville y nos habló de él y de cómo su padre, alcalde de Mogán en esa época, fue uno de los implicados en la construcción del puerto. Una charla maravillosa que me hizo acercarme más al “condecito” -así nos dijo que llamaban a Rafael-.

Y de Puerto Mogán AL CIELO. Diana y yo fuimos rumbo a Maspalomas o como lo conocemos nosotras después de este viaje MASPA-LO-MÁS. El Cita, ¡QUÉ LUGAR! un restaurante chino con vasos de chupito picantones, esculturas de superhéroes, camisetas de Popeye enseñando los abdominales, helados tróspidos… no te lo acabas. Y de ahí al Yumbo y sus espectáculos drag, un sitio simplemente impresionante. Estos dos lugares me dieron una buena imagen del turismo de los años ‘80 y un contraste bastante heavy con la calma de Mogán, algo indispensable para mi historia y para la visita imaginada de Rafael a Maspalomas.

Y al día siguiente, de nuevo, la magia de Ana y Nuria volvió a aparecer de la mano de Belén, nuestra guía durante todo el día;, una tía increíble con la que me iría de viaje una y mil veces. De su mano, Diana y yo conocimos el loco sur de Gran Canaria con sus lugares anclados en el tiempo con la fuerza de un cardado ochentero. Belén me explicó además la historia de la playita de Tauro e, in situ, pude entender lo que fue y en lo que se ha convertido el turismo en las islas. Ese viaje me sirvió además para pensar sobre la identidad de los lugares y las amenazas que se ciernen sobre ellas. Una reflexión profunda aderezada con un minigolf de dinosaurios y una sala de fiestas con un piano de cola recubierto de lentejuelas. Para terminar la excursión, tomamos un cafetín en Las Palmas y pudimos conocer en persona a Nuria, que nos demostró que Gran Canaria no podría tener una mejor film commission.

El broche de oro a estos días en Gran Canaria fue la noche en el parque de atracciones Holidayworld, donde recordé por qué sólo me había subido una vez en mi vida a los toros mecánicos. En lo alto de la noria con Diana, me vino a la mente una de mis escenas favoritas del cine español, esa de ‘Primos’ en la que Adrián Lastra supera sus miedos subiéndose al barco pirata.

El último día en Gran Canaria fuimos a Sioux City -localización clave para uno de los episodios de la temporada- un lugar lleno de señoras con sombreros cowboy rosas fluorescentes y de camareros majísimos que no supieron cómo decirnos que el parque llevaba media hora cerrado y nosotras seguíamos dentro comiendo.

 Y del Sioux City directas a Lanzarote para la jornada de talleres. El reencuentro con mis compis fue un continuo intercambio de experiencias y, por supuesto, tuve mi momento Patty y Selma enseñando sus fotos de vacaciones pero en mi caso mostrando imágenes de Diana y mías al lado de un cucurucho de patatas de cartón piedra super bizco.

Gran Canaria cambió mi historia y en cierta medida me cambió a mí. Los moganeros me han ayudado a tramear, pero también a ser menos tímida. Nuria y Ana han sido el trampolín sobre el que saltar y hacer más grande mi serie.

El taller del sábado por la mañana en Lanzarote fue intenso e inspirador (gracias Cristina, Elena) y en el de pitch con Josep Gatell -el mejor taller de pitch de mi vida- confirmé mis sospechas: mis compis además de ser personas increíbles tienen un talento de aúpa.

Como guionista de pijama e infusión, esta primera semana de Islabentura me ha hecho ver que hay más formas de escribir. Que tener el tiempo de conocer un lugar, a las personas que lo habitan, poder charlar con ellas y encontrar la calma, ayuda.

Diana es la mejor tutora pero sobre todo compañera que cualquier guionista podría soñar y de eso me di cuenta desde el principio, pero lo corroboré cuando, subidas en el coche de Belén, me di la vuelta y le pregunté: “¿te parece muy loco que vayamos ahora al parque de atracciones?” y ella me dijo: “no, pero antes vamos a coger una chaqueta porque va a hacer frío”.

Policía, me llamo Vicenta. Estoy mucho más tranquila y deseando darle caña a ‘Lluvia de estrellas’.

Gracias a todas las personas mencionadas en este post. A Lorena y María José por la organización y el cariño y a Héctor, Atteneri, Marga, Jorge, Esther, Arima, los Álex, Bryan, Daute, Gonzalo y Emma, Eduardo y Hugo por ser los mejores compis para esta aBentura.