
Soy una persona que vive todo muy intensamente.
Me lo dicen mi familia, mis amigos, que lloro con talent shows, cuando a alguien le dan un premio o simplemente cuando veo a alguien más llorar. PAS y empática, sí soy.
Y por eso del FOMO del verano, he pasado a la nostalgia del otoño. Puedo decir, sin pudor alguno a exponer mis defectos irreconducibles, que después de la final de IsLABentura en La Palma he llorado alguna que otra vez. Y es que… vaya viaje, señores.
Han sido meses de mucho trote… de mucha escritura, de mucho trabajo, de mucho pensar, cambiar, de mucha incertidumbre, también. Esta era la primera vez que creaba una serie desde cero y de principio a fin, con su piloto, su larga lista de personajes, sus tramas y subtramas. Ha sido un reto más difícil de lo que imaginaba, pero también ha reafirmado mi deseo de continuar escribiendo series. Estoy profundamente orgullosa del resultado, creo que ha quedado una serie entretenida y tierna que refleja bastante bien el tono que quiero que tengan mis proyectos y las cosas de las que me gusta hablar. También estoy muy orgullosa de mi progreso y de todo lo que he aprendido como guionista.
Como ya he dicho en más de una ocasión, Mucha mierda es un proyecto muy importante para mí porque narra (con todas las licencias poéticas que he podido) la vida de mi familia pero también porque habla de las ilusiones y los sueños… y no hay nada que me haga más feliz que eso. ¡Que viva el teatro, las familias mamarrachas y la comedia!
La semana de despedida fue intensa en todos los sentidos— emocional y físicamente (qué poco dormí, madre mía). Oficialmente ensayamos bastante (mención especial a Josep por su incansable ayuda, sus ánimos y consejos, y por ser taaaan majo); pero es que extraoficialmente ensayamos aún más… en la habitación de Helena con Stefi y Gracia mientras me quedaba dormida, en la piscina o en el hall del hotel de madrugada con alguna cerveza encima y en modo pánico. Sí, lo admito por todos… el miedo al pitch era real.
Eso sí, las tardes eran de cañas, piscineo y puesta de sol. Y es que… menudas puestas de sol. Como medio palmera que soy, siempre he dicho que las de Puerto Naos son unas de las puestas de sol más espectaculares que he visto nunca.
El día antes del pitch nos llevaron a hacer una actividad muy chula: plantar moreras. Yo para estas cosas soy generalmente incompetente, pero gracias a que Helena fue mi instructora (y ejecutora la mayor parte del tiempo jeje) puedo decir que “he plantado un árbol”. Ahora solo me queda escribir un libro y tener un hijo, y lo habré hecho todo en la vida.


(La prueba del delito)
El viernes por fin pudimos presentar nuestras pelis y series a productoras de todo el país— y quitarnos los nervios de encima también. Fue muy guay escuchar a todos los compis hablar con tanto amor de sus proyectos; ojalá todas estas historias vean la luz algún día.

Después de decir adiós a los nervios y responsabilidades, empezó lo divertido: tour por La Palma patrocinado por las curvas palmeras, plátano de Canarias y las comidas para un regimiento, y gala de clausura. Enhorabuena a mis compañeros por sus premios y los pedazos de proyectos que ahora el mundo entero también podrá descubrir. Una gala en la que nos reímos, lloramos, bailamos y aprovechamos hasta el último minuto la barra libre… o al menos yo.

Quiero hacer una mención especial a Joaquín por amenizar (a ritmo de OT1 principalmente) el trayecto en guagua hasta el hotel. Y también a Katia, porque gracias a ella, su cara de ser más buena que el pan y sus dotes de negociación, pudimos bañarnos en la piscina a las 2 de la mañana como despedida. Eso sí, durante 30 segundos y en el más absoluto silencio… un sigilo que ya querrían los protagonistas de cualquier peli de atracos.


Fue un fin de fiesta de esos que no querría borrar nunca de la memoria, como nada de lo vivido estos seis meses. Bueno, sí… podemos borrar la noche en la que Pablo (el peor de los cuarenta y siete que hay… es decir, Santidrián) y yo perdimos todo el respeto al intentar convencer, con tráiler incluido, a algunos de nuestros compis y tutores de que la serie de romance adolescente con la que viviremos obsesionados toda nuestra vida es una masterpiece cinematográfica. No diré nombres, pero sé que se me entiende.
En fin, con este post de despedida solo quiero decir que, aunque hayan pasado ya más de dos semanas, yo sigo con una resaca emocional de manual y sé que la nostalgia de estos meses me acompañará todo el otoño— y alguna estación más si la dejo.
Carezco de suficiente experiencia en laboratorios para poder afirmar esto, pero me da igual… no hay ni uno que se asemeje al campamento de guionistas más chulo del universo. Argue with the wall. Algunos dirán que estoy loquita por todo el trabajo que llevaría, o que solo me estoy dejando llevar por esa nostalgia de la que les hablaba, pero si pudiera rebobinar y empezar de nuevo, YO lo haría (léase con voz de Thalía Garrido, por favor).
Quiero agradecer profundamente a María José, a Lorena, a Natacha y a todo el equipo por tratarnos tan bien, darnos esta oportunidad maravillosa para contar nuestras historias y crear este campamento al que, si me dejaran, volvería cada verano.
Gracias infinitas a Alba por ser la mejor tutora que podría haber imaginado. Gracias por enseñarme tanto, por guiarme a cada paso y por confiar tantísimo en mí. Yo quiero que me tutorice la vida entera.
Y, por supuesto, gracias a mis compis. Ellos son, sin duda, lo mejor de esta experiencia. Ojalá nos sigamos acompañando mucho tiempo más.
¡GRACIAS INFINITAS! ¡LES QUIERO MUCHO!
PD: espero que nos juntemos pronto alrededor de alguna mesa a soplar velas y cantar cumpleaños feliz. Ya les echo de menos.








| 