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Redacto esta entrada del blog en plena fase de escritura de la segunda versión de la escaleta de ‘La hereje’, así que, para explicar bien cómo esta siendo mi proceso creativo desde que llegué del primer encuentro de IsLABentura en abril, he dividido este texto en dos apartados. Porque dentro de mí hay dos lobas que, a pesar de ser contrarias, se entrelazan entre sí. Vengan conmigo a esta procesión de verdades y delirios de una guionista en crisis.

The Good Place

Volví del primer encuentro con un chute de energía tremendo. Vine con la libreta cargada de anotaciones y mil ideas para encauzar el guion de ‘La hereje’ hacia los terrenos del terror a los que ansiaba llegar desde mi concepto primigenio. La nueva información adquirida en aquella etapa de documentación pululaba por mi mente, por lo que era necesario centrarme, bajar todas esas ideas a tierra y ordenarlas. Solo de esa manera podía ver lo imprescindible y lo desechable (no por ser datos irrelevantes, sino por no proceder dentro del universo de mi película).

Una vez hecho el ejercicio de ordenar todo lo aprendido durante mi estancia en La Gomera y Gran Canaria, me puse en marcha para escribir una primera versión de escaleta. Supongo que a muchas/os más guionistas les ocurrirá que el primer acto, a veces, se escribe de una forma bastante fluida. Y entonces, pum. Segundo acto is coming. Ahhhh. Pero bueno, qué sería de la vida de una guionista sin romperse la cabeza para crear un segundo acto decente. Antes de dejarme guiar por el pánico, recordé una frase que me dijo el guionista José Camacho mientras escribíamos la serie ‘Campamento Newton’: “La primera versión nunca es la definitiva”. ¿Lógico, verdad? Pues antes de aquella frase epifánica, en mi mente de persona ansiosa, intranquila y fatal, las primeras versiones definitivas solo eran producto de genios ultra talentosas/os que habían nacido para ser guionistas. Claramente, yo no era parte de esa banda del patio; lo que sí era, era una guionista nefasta, porque a mí, ni la escritura (ni nada en general) me sale nunca bien a la primera. Pero, como decía, esa era mi yo de hace unos años. Ahora sé con todísima seguridad que no tengo que machacarme por no hacer a la primera una guion de nominación al Goya (nota mental: releer esto cuando me vuelva a dar el bajón de “qué mal escribo”).

Así es como confeccioné una primera versión de escaleta, dando lo mejor de mí, para mandársela a mi tutora Diana en el deadline establecido. ¿Y sabéis qué? Diana me dijo que era LA MEJOR ESCALETA QUE HABÍA LEÍDO NUNCA.

Qué va, jamás dijo eso, porque mi primera escaleta tenía fallos como cualquier primera escaleta que se precie. Diana compartió conmigo sus dudas y sus comentarios, con ella pude ver las carencias de mi texto, qué era lo que funcionaba y lo que no. Y tenía toda la razón (qué respetuosa, qué maja y qué todo es *insertar corazón*). Además de ofrecerme su sabiduría guionística, que me orientó hacia una segunda escaleta mucho más definida, me habló de un cuadro de Goya en el Museo del Prado que le recordaba a ‘La hereje’. Investigué sobre esa pintura y encontré no pocas claves para armar bien históricamente mi guion. Otro mini punto y punto para Diana.

Para finalizar este apartado sobre el lado bueno de las cosas, al igual que en la primera entrada del blog hablé de mi hermana mayor, ahora hablaré de mi hermana pequeña, quien tuvo la maravillosa idea de llevarme a un Free Tour sobre temas ocultistas de la época donde transcurre ‘La hereje’, el cual fue toda una asesoría inesperada que me ayudó a darle más realismo a mi historia.

Una vez tuve claro qué cambios quería hacer en la escaleta, me enfrasqué en la segunda versión que estoy escribiendo ahora.

 

The Bad Place

El reverso tenebroso de la fuerza. Estando infinitamente agradecida por ser una de las seleccionadas en este laboratorio y por tener la oportunidad de desarrollar mi guion con la ayuda de Diana, hay otros factores que hacen que este viaje no sea todo lo agradable que pudiera ser. Y uno de esos factores es, tachán, tachán, EL DINERO.

Qué difícil es encontrar trabajo de guionista. Me vine de València a Madrid exclusivamente para ello, y es muy frustrante ver cómo, tras mi primer crédito, pasan los años y por mucho que contacte con productoras para ofrecerme como guionista o para enviarles proyectos propios sigue sin salir un trabajo. En especial, porque son muchos, muchos meses de escribir sin parar y sin saber si esos textos llegarán a algo. Son muchos, muchos meses de trabajar gratis. A veces desearía que existieran las oposiciones de guion, para al menos tener un camino que seguir con un final fructífero. O algo más sencillo, ojalá se buscaran guionistas por LinkedIn, ojalá se propusieran pruebas de guion ahí. Pero eso no sucede, y yo, como una gran mayoría, tengo que pelear por aquello de no morirme de hambre (todo culpa de mamá y papá por no ser ricos, claro). Mientras escribo, intento trabajar en otros puestos ajenos al mundo del guion, pero es que eso también está siendo muy complicado. ¡Maldito InfoJobs, dame un trabajo ya!

No voy a extenderme más en las miserias de una hija de familia numerosa de clase obrera que se vino a la capi a intentar hacerse un hueco como guionista. Tan solo quería compartir mis vivencias para que se pudiera entender que, ponerme a escribir ‘La hereje’ o cualquier otro proyecto mientras los ahorros disminuyen y la incertidumbre me corroe (¿debo volver a casa de mis padres? ¿Debo abandonar?) fácil, fácil no es. Y si a esto le sumamos un trastorno de ansiedad que ya venía de fábrica y una autoestima que brilla por su ausencia, tenemos un cóctel Molotov que convierte muchísimas veces algo que debería ser placentero y motivador en una tortura.

Bueno, va. Stop autoflagelarse, que estoy a dos párrafos de que me venga un coach con su mentalidad de tiburón y cantinela liberal a decirme que si sufro es por mi culpa.

Reitero mi enorme gratitud a Maria José, a Diana y al resto de equipo del laboratorio por haberme seleccionado. De todo este, mi embrollo mental, IsLABentura Canarias es la chispa que me mantiene con esperanza y el clavo al que me agarro para no tirar la toalla.

¡Muchas gracias por leerme!

Mayte