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Escribir un guion es un proceso que tiene, como el guion mismo, un planteamiento, en el que te documentas, le das vueltas, sufres mucho, le das más vueltas, piensas en los personajes, dudas, arrancas y pasas a la segunda fase que es el desarrollo.

El desarrollo es ese camino largo y abierto que tienes muchas ganas de emprender, pero no sabes muy bien por dónde. Todas las decisiones implican descartar otras posibilidades que no estás segura de que sean menos interesantes que la que finalmente elijas. Pero al final, qué remedio, eliges.

De repente parece que ya hay un camino. Ese camino quizá no es el que tu verdaderamente querías, pero al menos parece algo transitable y tangible, una estructura que se tiene que consolidar. Empiezas a poner y a quitar, a tener que renunciar a cosas que te gustaban y a buscar equilibrios. Te pierdes definitivamente. Lo vuelves a encontrar. Llamas a la tutora.Te decides y descartas unas cuantas cosas que te gustaban porque no caben, porque no se entienden, no son propias del personaje o no son necesarias. Todo el guion debe estar pensado desde un principio de necesidad, aunque sea la necesidad de un respiro, de una imagen, de una sensación.

A continuación, hay que pasarle un primer grado: en el caso de Montar un Christie ¿Tiene suficientes situaciones de comedia? ¿Están equilibrados los personajes? ¿Los presentamos a todos? ¿Es interesante? ¿Nos gusta o más bien nos disgusta?

Acabada esta etapa más bien kantiana y hechos los cambios pertinentes, tenemos la estructura y hay que dialogar. Esos personajes hasta ahora mudos en tu imaginación deberán comunicarse entre ellos. ¿Cómo lo harán? ¿Serán directos? ¿serán irónicos o serán sutiles?  El primer diálogo suele ser duro de pelar, porque aún no sabemos cómo se expresan, lo estamos descubriendo sobre la marcha.

Finalmente, no hay final. Porque nunca se acaba, nunca está del todo bien, siempre se puede cambiar algo, una réplica, una imagen, perfilar mejor una situación, subir la comedia sin traicionar al personaje…

Suerte que llega el día de la ENTREGA. No hay salida, hay que enviarlo a dónde sea. Abrimos el correo electrónico y empezamos a redactar mensajes del tipo: aún no está acabado, pero… no estoy del todo satisfecho… me gustaría… Después los borramos todos.

Y enviamos el guion y un abrazo. La historia ha empezado a caminar. FIN.