“Para empezar diré que es el final”… es lo que cantaba M-Clan. Pero yo para empezar voy a confesaros algo: soy una persona que tiende a pensar que su valía está determinada por su trabajo. Que se centra demasiado en la Bea guionista y a veces olvida a la Bea que es, simplemente, persona. Ahora os lo explico mejor, para llegar a eso hay que pasar por el día en que bajamos del avión y pusimos un pie en Lanzarote para vivir nuestro tercer y último viaje dentro de IsLABentura.
Abrazar al resto de participantes, compartir inseguridades, alegría, nervios, pena porque el laboratorio acabase, visitar la playa… y ensayar el pitch. Algo que nos vino bien para testarlo, pero que también sirvió para que algunos compañeros se sintieran inseguros con su material. Bueno, venga, te lo voy a contar: “algunos compañeros” soy yo. Creo que esa noche no hubiera podido pegar ojo de no ser porque mi compañera Maite se vino a mi habitación del hotel para ayudarme a repasar el pitch y demostrarme que casi vale más como persona que como guionista (y os aseguro que es una escritora brillantísima, trabajo con ella).
El desenlace de mi pequeño viaje del héroe es feliz por muchos motivos. Primero, porque como suele ocurrir, eso que tanto temes no parece tan terrible una vez te enfrentas a ello. El pitch salió bien hasta el punto de que, a pesar de los nervios, me sentí cómoda y pude disfrutarlo. Hubo varios factores que lograron esa hazaña: el mimo de las organizadoras, la escucha amable de las productoras y cadenas invitadas, el calor y los aplausos de los compañeros… pero creo que también se debió a que, como me aconsejó Guillermo García Ramos, había puesto mucho de mi personalidad en mi pitch. La Bea persona a la que normalmente no le doy tanto valor había logrado asomarse a mi discurso y fue precisamente la que me hizo salir airosa. Pero lo más alucinante es que no me ocurrió solo a mí: cada uno de los compañeros que cogían el micrófono nos seducían con su personalidad y con lo genuino de sus propuestas. Todos completamente distintos y todos arrolladores.
El final de la jornada se sintió como una auténtica fiesta, pero aún nos faltaba la más importante y otro de los motivos por los que mi desenlace fue feliz. Después de un tour por Lanzarote -una impresionante isla que parece sacada de otro planeta- llegó el momento de visitar los Jameos del Agua para la gala final. Recuerdo dos momentos especialmente lúcidos: uno, cuando entregaron el primer premio de la noche otorgado por la Fundación Algo en Común, que recayó sobre Judith Alzola. La sensación de júbilo fue tan intensa que parecía que hubiéramos ganado todos. Queríamos abrazarla, que nos viera sonreír y transmitirle nuestra alegría. Y lo mismo fue ocurriendo con Juan L, Lidia, Mayte, Willy… cada vez que recogían sus galardones, íbamos a explotar de orgullo. El segundo momento que recuerdo con claridad fue parecido, pero a la inversa. Cuando Susana Herreras otorgó el Premio Movistar +… y nombró mi proyecto. Recuerdo mi sorpresa y alegría, pero sobre todo recuerdo las manos de mis compañeros en mi espalda animándome a levantarme, celebrándolo conmigo, aplaudiéndolo como si fuera suyo. Una sensación que se multiplicó cuando, minutos después, Curro Royo me entregó el premio DAMA a Mejor guion de serie. Recuerdo que ya no me quedaban palabras para tanto agradecimiento y, entre risas, terminé el discurso como si fuera el entrenador de un equipo de fútbol con un: ¡sois los mejores!
Pudo sonar ingenuo y fruto de la emoción del momento, pero era verdad. El verdadero premio, por mucho que suene a tópico, fue esa llamada de teléfono que nos comunicó nuestra selección hace meses. Por eso decidimos celebrar nuestra entrega de premios alternativa: para premiar la calidad humana de un equipo que nos arropó desde el primer momento. María José, Natacha, Lorena, el equipo MUAK, el equipo de tutores (todos los niños creen que sus padres son los mejores y yo no tengo dudas de que me llevé al mejor tutor, y mira que había competencia)… todos ellos son culpables de que esta experiencia no se nos olvide nunca.
Todos ellos y, por qué no decirlo, el fantástico grupo de participantes que tuvieron el ojo de seleccionar: la sonrisa eterna y los chistes de Alejandro, la sensibilidad y cariño de Goya, la disponibilidad de Fran para echarte siempre una mano y su abrazo de despedida, la luz y la alegría de Inda, el torbellino de comedia y bondad que es Juan S., aunque Juan L. no se queda corto, sus niños pueden estar orgullosos de tener ese padrazo. Judith que parece una chica dulce, amable y serena hasta que un dj se topa en su camino, la pelirroja más talentosa y con la voz más bonita: Laura. La super experiencia de Lidia, siempre con palabras de generosidad y de tranquilidad para quien las necesite, la belleza de Mayte, por dentro y por fuera, la sonrisa acompañada de miles de anécdotas de Willy. A Sergio le conozco desde hace tiempo y me sorprendió lo muchísimo que había crecido como profesional, porque como amigo ya sabía que era un 10. Y Maite… qué decirte, amiga. Tienes tantísima responsabilidad en que este viaje haya sido tan mágico y fructífero que solo me queda darte un “gracias” gigante. Qué suerte va a tener Lur.
La enseñanza que me llevo es haber reconciliado a la Bea persona (con sus defectos y virtudes, con su vulnerabilidad y su fuerza) con la Bea guionista. Es un pedazo de viaje, ¿eh? Pues eso es IsLABentura.