Escribir algo que no es contemporáneo a ti te obliga a sumergirte en un mundo con unas coordenadas distintas. Entender el momento histórico no es difícil, pero de repente cuando quieres mover a los personajes, empiezan las preguntas concretas: ¿Cómo y qué comían, platos preferidos, horarios…? ¿Había muchos coches o pocos? ¿Qué era normal que hicieran las mujeres o qué no? Agatha Christie era una mujer victoriana, que viajaba sola porque pertenecía a una clase social alta, pero al mismo tiempo, que su marido quisiera divorciarse de ella se consideraba un “repudio” y aunque rehízo su vida, siempre se culpó por ello. Josefina de la Torre fue presidenta de un club de natación y dirigió un teatro, y sin embargo en otros aspectos de su vida… Empiezan las preguntas y la búsqueda de respuestas.
Para explicar historias hay que mover personajes, pero: ¿Cómo era el paisaje de la isla en 1927? ¿Había muchos edificios? ¿Estaba ya construido el barrio inglés? ¿Dónde empezaba el mar y cuanto ocupaba el puerto? ¿Bananeras, tomateras…qué se cultivaba en los campos?
Las preguntas se multiplican en mi cabeza, empiezo a comprar libros y a intentar digerir lo que dicen a una velocidad que no es buena para la salud. Todo tiene su ritmo y hay que respetarlo. Sino que le digan a un canario.
La semana anterior de mi llegada a la isla he intentado contactar con varios profesores de historia de la Universidad de Gran Canaria y al final, a través del cabildo, me responde Ángeles Alemán Gómez, historiadora del arte, que muy amablemente me pasea por el barrio inglés y me explica las costumbres de los británicos. Me describe su afición al golf, al te, a la cancha de tenis y a hacer vida británica en las islas. Experta en arquitectura, disfruto un recorrido fantástico que acaba en la iglesia anglicana, que aún está activa. Ángeles Alemán también me explica como funcionaba el comercio, cómo la isla ha avanzado quitándole terreno al mar, cambiando las distancias a lo largo de los años, y me pone en contacto con Javier Campos Oramas, historiador y novelista, experto en la estancia de Agatha Christie en las Canarias.
Con Javier Campos Oramas acabamos el paseo en el Club Inglés, donde encontramos a un grupo de señoras jugando al bridge, que pasan olímpicamente de nuestras preguntas. En el jardín de delante, mientras tomamos algo, comparamos la autobiografía de la autora con una biografía autorizada de Janet Morgan que, aunque menos personal, es un poco más crítica con su vida. “Leemos entre líneas” partes de su vida personal que la escritora no quiso explicar (y bien que hizo) en el apartado más “goship” de toda la semana. Es emocionante conocer un personaje a través de los libros.
Para acercarme a los personajes canarios que incluye el proyecto de serie busco a alguien que me explique el papel de la burguesía intelectual de la época, concretamente quiero acercarme al Teatro Mínimo y a Josefina de la Torre. Después de varios fracasos, consigo contactar con Sergio Millares, historiador y pariente lejano de la poeta, que me explica el carácter de la familia, cómo vivían y su relación con la península. Le enseño algunas fotos que he conseguido del archivo fotográfico (está todo online, una maravilla) y descubre en la troupe del Teatro Mínimo a unos cuantos ancestros. Me imagino como hubiera sido formar parte de una familia que se dedicara representar a Ibsen en un pequeño teatro de la isla.
También visito el Hotel Santa Catalina, aunque no albergó a Agatha en su estancia en las islas, ella estuvo en el Metropol, sí que recuerda a esos hoteles del momento, con jardines donde había jirafas y tortugas gigantes y una vegetación tropical donde sentirte en otro mundo.
El último día lo dedico a hacer un paseo por la isla para “ver” o más bien intuir, el tiempo es un gran cambiador de paisajes, cómo eran los caminos por donde se paseaban los británicos haciendo turismo isleño.
Y por la tarde me encierro en el archivo del a mirar noticias de la época. Periódicos donde se avisa de quien entra y quien sale de la isla o donde se anuncian imprentas, taxis, medicinas y llegadas de barcos son un documento precioso para entender la época. El Índice Comercial, unas páginas amarillas del momento, me pasea por los principales comercios de la época.
Acabo aquí mi etapa de documentación, que se complementará con el montón de links y algunos libros que me llevo para Barcelona. Una manera preciosa de viajar.