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La etapa en la vida de Elena Fortún en la que contextualizo mi serie apenas ha sido investigada. Hay muy poco material en forma de cartas o fotos que pueda sugerir qué ocurrió durante esos dos años en los que la escritora perfiló a Celia, su personaje más icónico. ¿Una mala noticia? Para mí, todo lo contrario. Gracias a la selección en Islabentura dispondría de tiempo y recursos para investigar esas páginas en blanco de su vida… y para imaginar qué pudo suceder en esos dos años que la escritora vivió en Tenerife. Al fin y al cabo, imaginar es lo que más nos gusta a los guionistas, ¿no?

 

Así que me planté en Tenerife con una maleta llena de sueños con mi compañero Sergio Granda dispuesta, precisamente, a investigar e imaginar. Ya había tenido una primera tutoría con Jordi Calafí en la que me dio un valioso consejo (en realidad me dio muchos, pero uno en especial que parecía obvio y que yo no había tenido tan en cuenta): “localiza a un historiador que te ayude a comprender la época en la que escribes. Necesitas conocer el Tenerife de los años 20”. Sí, lo sé, se me tenía que haber ocurrido a mí desde el principio.

El primer día lo pasé pateando La Laguna de arriba abajo, imaginando cómo sería pasear por la ciudad en 1922. Esa excusa me vino genial para entrar en todas las casas coloniales abiertas al público y visitar los patios típicos canarios, en los que los chicharreros con segunda residencia se refugiaban para huir del calor sofocante de Santa Cruz. En esa época a los habitantes de la isla les importaba bien poco el bronceado y focalizaban sus esfuerzos en no morir achicharrados, trasladándose a la zona más fresquita de la isla.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Todo esto lo sé porque en la Universidad de la Laguna pude reunirme por fin con el historiador que, a día de hoy, me sigue mandando libros interesantísimos y fotografías antiguas por email, que me vienen fenomenal para la escritura del piloto. Daniel García Pulido me recibió en la impresionante biblioteca del Campus Guajara y me ayudó a imaginar (una vez más) cómo sería ser un forastero en Santa Cruz de Tenerife de principios de siglo XX. Para que os hagáis una idea, yo necesitaba una localización de un barrio humilde, donde los niños con menos recursos jugasen y correteasen a sus anchas. Gracias a Daniel supe que ese lugar sería el puerto de Santa Cruz, donde los críos jugaban a tirarse al agua desde los muelles. Unos muelles que ahora… no existen. Para poder visualizar cómo sería esa estampa me descubrió otra opción: visitar el barrio de Valleseco, lo más similar a la imagen que necesitaba.

 

 

 

 

 

 

 

 

Volví a Santa Cruz con muchísimas ganas de visitar todos los lugares de los que me había hablado Daniel y de descubrir los contrastes de la capital con La Laguna, que son muchos. Pero sobre todo, me moría de ganas de realizar una visita muy especial. En el impresionante Parque García Sanabria me esperaba José Barquín, el hijo de Florinda Diez. Un nombre que a muchos no les sonará de nada, pero que yo conocía bien: se trata de la mujer que, siendo niña, inspiró el personaje de ‘Celia’. Ella y su familia acogieron a Elena Fortún en su casa familiar durante dos años. Una casa que su hijo José me mostró con toda la generosidad del mundo. Bueno, en realidad mostrar lo que se dice mostrar… no pudo. Porque la casa fue derruida hace años. La buena noticia fue que, justo al lado, se encontraba otra de características muy similares.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

José me abrió el álbum de sus recuerdos familiares y, sobre todo, me habló de su madre. Uno de mis personajes está inspirado en ella de niña, por lo que no hace falta explicar lo emocionante que resultó este encuentro. También me ayudó a dibujar un mapa mental en mi cabeza de la principal localización de mi serie.

De nuevo, el maravilloso ejercicio de imaginar: “Imagina que esa araucaria estuviera justo aquí, en el jardín”, “Imagina que la casa no fuera blanca sino de un color más terroso”, “Imagina que el patio fuera igual que la Plaza de los patos que has visto hace unos minutos”…

Y sobre todo, imagina que tienes unos compañeros majísimos, talentosos y con unos proyectos brutales. Imagina que la dirección de Islabentura os trata de lujo y consigue no solo que os lo paséis en grande descubriendo juntos la isla de Gran Canaria, sino que desde el minuto uno parezca que os conocéis de toda la vida y que una noche de confidencias en la playa sirva para que dos compañeras (¡mil gracias, Laura y Judith!) te den ideas estupendas para una trama que se te atragantaba.

Ah, no, que todo eso es precisamente lo que pasó. Pues entonces mejor sigo trabajando e imaginando que llego a tiempo para la primera entrega de material con mi tutor, Jordi Calafí. Deseadme suerte… ¡y seguiremos informando!