Nunca imaginé que la escritura pudiera llevarme tan lejos. Me sorprendo del devenir de los acontecimientos: en el transcurso de un año he tocado cada extremo del mismo océano. Mi amor por crear historias me ha llevado hasta ellos. De Coney Island a El Cotillo.
Escribir es un ejercicio de esperanza y generosidad. De esperanza, porque todas las palabras quieren alcanzar al otro. Y de generosidad porque, por mucho que lo que cuentes te parezca ajeno, siempre te estás mostrando. Creo que es por eso que el relato es capaz de reunir a las personas, aunque las separen siglos y kilómetros.
LA ZAFRA: UNA SERIE DE TELEVISIÓN.
Presenté a Islabentura mi proyecto de serie de televisión La zafra inspirada por el relato de las trabajadoras del empaquetado del tomate en Fuerteventura y Gran Canaria. Os pongo en contexto:
A finales del siglo XIX varias compañías inglesas se instalaron en las Islas canarias con el fin de producir y exportar tomates en los meses de otoño e invierno, aprovechando que el clima de las islas permite su cultivo todo el año. A la temporada de cosecha, en este caso de tomate, se denomina “zafra”.
Una vez recogidos los frutos, había que enviarlos en barco a Inglaterra y Holanda. El viaje por mar era largo y los tomates debían llegar en buenas condiciones para su venta. Por ello, el proceso de empaquetado era muy importante, y debía realizarse con eficiencia, velocidad y cuidado. Las personas empleadas en la tarea eran, en su mayoría, mujeres y niñas. Aunque algunas residían cerca del almacén, muchas migraban desde otras poblaciones y se instalaban en las llamadas cuarterías, conviviendo con sus compañeras durante los ocho meses de zafra. Las condiciones de vida en las cuarterías eran muy precarias, el trabajo era duro, las jornadas intensas y el sueldo muy escaso.
Cuando vi que había sido seleccionada me ocupó una intensa alegría. Leí mi nombre varias veces en la relación de seleccionados. No era un error. Gracias al Laboratorio de guion Islabentura iba a tener la oportunidad de desarrollar una serie de televisión ambientada en la zafra con la tutorización experta de Virginia Yagüe, y de viajar a las islas para documentarla.
BIENVENIDA A LAS ISLAS
Jamás había estado en las Canarias, por lo que la aventura estaba garantizada. Me entusiasma explorar nuevos lugares, viajar siempre es una ocasión de encuentro y aprendizaje. En mi periplo, conocería a otros guionistas, apasionados como yo por la escritura de ficción:
Desde el principio, me sentí hermanada con mis compañeros. A algunos de ellos ya los conocía, como a Juan Sánchez Gómez, con quien coescribo Party, o a Alejandro Cortés Calahorra, compañero de profesión. Verles también seleccionados fue una gratísima sorpresa. (Les propuse llevar bañadores a juego. Aún no ha llegado el verano, así que la oferta sigue en pie).
En el vuelo de ida conocí a Maite Pérez Astorga, con quién tuve la suerte de recorrer Fuerteventura. Maite es una guionista, dramaturga y directora escénica con una sensibilidad única, valiente e intuitiva. Agradecí encontrarnos en estas circunstancias, compartiendo isla, porque Maite te transmite su amor y gran compromiso como creadora de historias.
Aterrizados en Gran Canaria, me encontré con Juan López, Fran, Mayte Castillo, Beatriz, Sergio, Lidia, Judith, Willy, Goya e Indar y con el maravilloso equipo de IsLABentura 2023: María José, Lorena, Julia y Natacha. Fue un cálido encuentro con vistas al atardecer. En la cena posterior, junto al mar, tuve la ocasión de conocer a varios tutores: Curro Royo, Diana Rojo, Ana Sanz Magallón, Fernando León de Aranoa, Lola Mayo y, a la que es mi tutora, Virginia Yagüe. (Conocería a Jordi Calafí unos días después). Observando aquella mesa, tan larga de comensales, sentí la suerte de compartirla con tanto talento.
A la mañana siguiente, tras la presentación del Laboratorio, visitamos Gran Canaria Platós, unas instalaciones inauguradas en 2023 para albergar todo tipo de rodajes. Después, recorrimos el casco antiguo de Las Palmas, el barrio marinero de San Cristóbal, las playas de Tufia y Aguadulce y las dunas de Maspalomas. ¡Qué belleza!
Por la noche, Maite y yo volamos a Fuerteventura.
FUERTEVENTURA
Mi objetivo en Fuerteventura fue recopilar fotografías y testimonios sobre la Zafra en el sur de la isla, además de visitar localizaciones relevantes y conocer la riqueza de sus paisajes.
Mi primera parada fue en el archivo histórico de Puerto del Rosario. Gracias a la generosidad de sus trabajadores pude hacerme con un ejemplar de La cooperativa agrícola de Gran Tarajal. Sesenta años de historia. 1946 – 2006. Tras esto, emprendí el camino hacia el sur por carretera.
Fuerteventura es una isla de infinito. La dimensión de su relieve es sobrehumana. No es piel de Tierra, su paisaje de desafío emergió del corazón bullente del planeta. Estar allí es sentir su latido. Fuerteventura fue imaginada por volcanes.
En el coche, temprano, observo como una muselina respirada vela las cúspides redondeadas de las montañas. Bajo del coche y, de mis zapatillas al cielo: marrones, ocres, óxido de hierro. Siento como mi cuerpo se yergue, escaso, frente a lo atávico, eterno e inconmensurable
Tras una breve parada en la panadería de Tiscamanita, dónde visité su horno tradicional, atravesé Tuineje hasta Gran Tarajal. Se trata de un pueblo costero al sureste de la isla, donde se realizó la mayor parte del empaquetado del tomate en Fuerteventura.
Gracias a Arturo Hernández, presidente de la Cooperativa Agrícola de Gran Tarajal, pude conocer a Miguel Figueroa Cabrera “Lele”, antiguo encargado de uno de los almacenes de empaquetado de tomate que queda en pie, hoy convertido en un museo de vehículos antiguos. Lele me contó, como si pudiera verlo todavía, donde se situaban las mesas, la máquina para extraer las semillas, donde se armaban, clavaban y disponían los seretos (Cajas de hasta 6 kilos de tomates) y las cámaras frigoríficas. Me mostró la báscula en la que se pesaban las cajas, las dársenas de los camiones, así como el piso superior, donde se hallaban las oficinas de administración, la sala de reuniones… Para Lele, el espacio es más que una nave: El almacén es el lugar donde ha pasado más horas de su vida. Su oficio le permitió sacar adelante a su familia. Agradezco que compartieran conmigo su tiempo y sus vivencias con tanta generosidad.
Más tarde, caminando por el paseo de Gran Tarajal, pude ver a los niños jugando en la playa. Había terminado la jornada escolar, y las calles estaban llenas de vida. La Iglesia, los quioscos…
Visito el Puerto de Gran Tarajal, desde dónde salían los barcos destino a Gran Canaria. Gran Tarajal no olvida su pasado: Así lo atestigua una escultura en honor a la Zafra. Me despido de Gran Tarajal y regreso al norte.
Por la noche el horizonte pétreo se separa del cielo negro por aureolas blancas. En el firmamento, las estrellas son cabeza de alfiler entre nubes de acuarela. Soplos de vientos en Tefía. La vida se disfraza de quietud para latir veloz entre las piedras.
MUSEO DE LA ZAFRA. VECINDARIO, GRAN CANARIA.
Tras visitar Fuerteventura regreso a Gran Canaria para encontrarme con las mujeres de la Asociación de Mujeres del Empaquetado de Tomates de Gran Canaria. Así conozco a Gloria Herrera Yáñez, a Teresa López Ortega y a Domingo Viera Gónzalez, que coordinó y redactó el libro Mujeres empaquetadoras de tomates: una historia llena de vida, de lucha y de esperanza. Este texto recopila los testimonios de cientos de trabajadoras en Gran Canaria y Fuerteventura, siendo una publicación clave en mi proceso de documentación. El corto documental homónimo, producido por Lagarta Comunicación, recoge la esencia del libro. (Puede verse en https://www.facebook.com/watch/?v=342066430039140)
Tanto Gloria como Teresa trabajaron en el empaquetado de tomate desde muy jóvenes. Gloria me conduce a una antigua cuartería en Vecindario. Es una de las pocas que quedan en pie. (La cuartería de Gran Tarajal, en Fuerteventura, fue demolida. En su lugar hoy se encuentra una gasolinera). La cuartería está abandonada, por lo que fotografío su exterior. Cuándo Teresa se nos une, ambas me señalan algunos de los antiguos almacenes de empaquetado por el camino. Algunos siguen en uso, como el de Bonny en Agüimes.
En el Museo de la Zafra, en Vecindario, nos encontramos con Domingo. Es todo un privilegio recorrer el museo con los tres. Son personas amables, cálidas y muy concienciadas con la importancia de preservar el relato de los acontecimientos históricos para el conocimiento de las nuevas generaciones. Tras una introducción a la historia del cultivo del tomate, el museo se divide, a mi juicio, en dos ejes temáticos: El cultivo (recreando los espacios, invernaderos, cosechas, sistemas de regadío y “aguatenientes”), y el empaquetado (Con recreación del almacén, los camiones, las cuarterías…). Merece la pena visitar este museo, esmerado en transmitir al visitante de una manera didáctica e inmersiva todo lo relativo a la zafra del tomate. Me emocionó ver las fotografías de la época, que atestiguan que las trabajadoras y trabajadores (clavadores, mozos de carga y descarga) eran realmente jóvenes, así como la recreación de las cuarterías y la sala dedicada al activismo de sus trabajadoras en los años setenta y ochenta.
Gloria y Teresa me compartieron historias reales, dramáticas y divertidas, sobre el trabajo en el empaquetado, así como sobre sus escasos ratos libres. He apuntado todas como un tesoro. Como nota, ambas recuerdan el característico olor a azufre de las mujeres que cosechaban tomate, utilizado como pesticida, que se pegaba a la ropa y no se iba de ninguna forma. A Gloria ver a las mujeres saliendo del almacén por la puerta grande, todas al unísono, de uniforme, le recordaba a una bandada de pájaros azules.
LAS PALMAS. FIN DE TRAYECTO.
Cuando los participantes nos reencontramos, compartimos nuestras experiencias en la fase de documentación. Me pareció increíble escuchar el relato de mis compañeros en lo distendido de la cena.
Al día siguiente asistimos a las Jornadas sobre Teatro y cine y Narrativa transmedia en el Museo Elder. Como dramaturga sumergida en el mundo del guion, es increíble tener la oportunidad de recibir una másterclass de Guillem Clua, Marta Buchaca y Luis Alcázar.
Por la noche, despedida… ¡Con fiesta del festival de cine incluida! Tras horas de baile, en la madrugada, Alejandro, Bea, Mayte, Judith, Willy, Indar y yo nos despedíamos de Gran Canaria sentados en la playa.
En IsLABentura todo es un regalo.