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El 27 de marzo, cuando recibí la llamada de un número desconocido, yo ya había dado por hecho que esta vez no; que Canarias y mi guion tendrían que esperar, por lo menos, un año más.

Al contestar el teléfono, el acento al otro lado hizo que me levantara de mi silla. Era el día del anuncio oficial de los guiones elegidos en IsLABentura Canarias y María José Manso, su directora, me decía con una de esas sonrisas que se pueden escuchar, que… ¡Mi historia de largometraje PERRO VIEJO es uno los guiones seleccionados en 2023!

Me aguanté un gritito infantil. Creo. Igual no me lo aguanté tanto. Pero es que mi película situada en la pequeña isla de La Gomera acababa de recibir un impulso difícil de explicar en toda su importancia.

Quien haya escrito alguna vez un largometraje o una serie autoral, sabe lo difícil que es empezar desde cero y tirar de un carro que, al menos al comienzo, solo tú imaginas (y quizá la gente que más te quiere) hecho realidad en la pantalla.

Tengo la inmensa suerte de haber compartido el nacimiento de PERRO VIEJO, la idea-semilla inicial, con Usha, mi pareja. Y eso es un montón. Pero en este mundo audiovisual tan complicado, aunque sientas la llama dentro que te dice que hay una película que merece ser estrenada entre las líneas de tu texto…¿quién valida, cómo valoras, que lo que fue una idea que te quema, que prende en tí con cada secuencia, y ahora es un guion en ciernes, merece años de empuje y derribar todas los obstáculos que vienen?

Al haber producido dos películas de autor escritas y dirigidas por mí, la noticia de poder comenzar de nuevo la travesía de una obra cinematográfica en la isla de La Gomera me devuelve recuerdos de carreras de fondo, de rodajes cruzando el Atlántico, de compañeros de viaje que lo serán para siempre, de curvas y cuestas, de alegrías inmensas, de ese estreno tan esperado…

El camino que supone desarrollar por uno mismo un proyecto cinematográfico personal es tan duro como parece. A la dificultad de seguir evolucionando una película que solo existe en tu cabeza y en tus papeles, se suma que los únicos límites de tiempo son los que te permites y te marcas tú y los que te dejan las otras facetas de la vida y del comer. Pensando en esto, se puede empezar a entender mejor la relevancia de esta oportunidad llamada IsLABentura Canarias.

Pocas veces algo tan íntimo como una película que nace, puede contar con medio año de apoyo real de tanta gente valiosa de nuestra industria. Apoyo en forma de mentorías personales, de formación en grupo y de pitch con profesionales de altísimo nivel de nuestro cine y series; intercambios con colegas que están en el mismo punto del camino que uno; viajes a las localizaciones de tu historia que te permiten profundizar y cambiar rumbos narrativos mucho antes de la fase de preproducción de la película; Y, por qué no decirlo, “deadlines” que te obligan a reescribir sin excusas posibles, con un horizonte real e ineludible, para llegar al guion que, sí o sí, tendré que imprimir en pocos meses.

Más que estrés o nervios, lo que me provoca es una motivación loca. Algo tangible entre tanta incertidumbre. Alas para mi obra. Estar un poquito más cerca de compartir la película con los espectadores.

Todo eso se mezclaba desordenado en mi cabeza, algo a lo que tiendo ya habitualmente. Y eso que solamente acababa de colgar esa llamada inesperada.

Una llamada que me hacía feliz en un año duro en lo personal, con penas grandes ahora suavizadas por un gran reinicio de 2023. El de los preparativos del viaje de documentación y localizaciones a Canarias. El que me permitirá volar por primera vez a Gran Canaria y a la isla llena de rincones secretos de mi película: La Gomera.

Y llegó el 17 de abril.

Ahora sí son nervios lo que siento. Ya hacía tiempo que no visitaba el aeropuerto de Barajas. El vuelo se llena de cosquillas en el estómago. Poco después de aterrizar en Gran Canaria, ya estamos haciendo grupete entre compañeros/as y tutores/as. Los acercamientos son aún tímidos pero tenemos ganas de hablar sobre las demás historias y sobre los pasos personales tan distintos que nos han traído al mismo lugar.

La gente de la organización de IsLABentura Canarias nos recibe en el hotelazo Cristina con cariño familiar, como si nos conocieran de toda la vida. Y con un cava. Mi mentora Ana Sanz-Magallón y yo nos conocemos en persona al fin. He pasado de escucharla atentamente en sus conferencias a hablar juntos sobre mi guion gracias a IsLABentura. Siento que va a ser muy interesante y productivo.

Empieza una semana de visitas a localizaciones naturales, históricas y modernas. De conversaciones sin fin sobre cine y series que ni siquiera las comidas y cenas de ensueño consiguen interrumpir. Kilos de ilusión y de barriguita por tantos buenos momentos.

Pero volvamos al día dos.

18 de abril.

Hoy nos distribuyen entre las islas de nuestras historias. Los de las islas más chiquitas tenemos que volar antes y toca correr al aeropuerto desde el centro histórico de Las Palmas en mitad de la comilona en su lujoso Gabinete Literario.

Con mi compañera Mayte y su mentora Diana nos subimos a un pequeño avión con hélices a los lados. El vuelo a La Gomera es corto pero con turbulencias que marean. No mirar a las hélices es recomendable en estos casos. Ups. Tarde. Pero todo se pasa con solo ver las antiguas terrazas de cultivo de todos los verdes de la isla antes aterrizar, y después, al descansar unos minutos en la playa de Santiago.

Nuestro conductor y guía es Juan Carlos. Un genio de energía inagotable. Un señor majo, artista de corazón, que nos habla con sabiduría, orgullo y pasión por su isla. Desde el minuto 0 nos muestra miradores, playas y rincones maravillosos que ya hacen latir las páginas de mi largometraje.

Llegamos a San Sebastián de la Gomera a través de barrios que, como los riscos en Las Palmas de Gran Canaria, recuerdan a las casas de colores de Río en Brasil. La capital, chiquitina y acogedora, será nuestro cuartel general estos días. Nuestro Hotel Torre del Conde está pegado a la fortaleza del siglo XV que le da nombre y da paso al pequeño pero coqueto paseo. La playa negra del puerto te encierra al anochecer y te invita a escalar hacia las casitas coloridas que se expanden colgando de los acantilados.

 

19 de abril.

Las rachas de viento nos impiden visitar hoy por mar el monumento natural de los acantilados de Los Órganos que aparece en mi película. Aún así conseguimos llegar a un barco que ya zarpaba sin nosotros en Valle Gran Rey, gracias a la maestría de Juan Carlos conduciendo. Las curvas de 270° nos dejan un poco hechos polvo ya antes de salir del puerto de Vueltas.

En medio del mar conseguimos avistar una ballena Rorcual. Un atún rojo gigante salta a poco metros y muchísimos delfines nos acompañan jugando  por docenas. Volvemos por los acantilados con el volcán La Caldera a un lado y rodeados de aguas turquesas cabreadas, cuevas y algunas fábricas abandonadas junto a playas de piedra. Playa de la Rajita, Playa de Iguala o Santa María dan forma a las localizaciones imaginadas en mi historia para un comienzo tenso y lleno de belleza.

Ya en tierra, busco comprobar en persona la relación amistosa entre mantas raya y pescadores que cuento en mi guion. Consigo hablar con gente del puerto para entender su día a día y dotar de mayor identidad autóctona a mi película. Mañana por la mañana madrugaremos. Un veterano pescador extranjero llamado Bruno me mostrará cómo alimenta con la mano a una manta raya gigante. La misma que ya le ha mordido esta semana, tal como me muestra en sus pies descalzos.

Hoy todavía hay tiempo para degustar los manjares de Charco del Conde en Valle Gran Rey y poder comparar la playa turística de la Calera con la nudista y más salvaje Playa del inglés. Este pueblo está ganando puntos para ser parte de la localización principal de la película. Volvemos entre ermitas y pueblos de medianías.

Cruzamos túneles naturales sobre la carretera creados por árboles verdes y vegetación frondosa. También valles repletos de palmeras y terrazas de cultivo antiguas que han dejado su marca. También el impresionante mirador de los Roques por encima de nubes y chorros de niebla.

Gigante y fantasmagórico, el volcán del El Teide se yergue imponente por encima de San Sebastián de la Gomera al terminar el día. La noche nos permite ponernos al día con Diana sobre cómo funcionan los equipos de guionistas y cómo se llevan a cabo las decisiones desde su experiencia en series. La cena se alarga a pesar del cansancio porque disfrutamos como niños de una charla a tres sobre lo que más nos apasiona: contar historias audiovisuales.

 

20 de abril.

Gracias a que amanecemos a las 6 de la mañana, conseguimos llegar al puerto de Vueltas cuando ya están los pescadores que conocen a las rayas y saben cómo acercarse a ellas con respeto y precaución. Comparto cafés con Fran, de la cofradía, y Bruno, el veterano pescador alemán. Se ofrecen a ayudarme a conseguir mi vídeo de documentación para la película.

Bruno me espera con una bolsa de arenques y caballas al borde de las escalinatas del puerto. Los Chuchos y las Mantelinas, las mantas rayas que abundan en esta zona, van acercándose al viejo pescador. ¡Es tal como imaginé en el guion! Son como tiburones planos. Su diámetro es más grande que uno de los niños que curiosean en el puerto. Su aguijón es casi más largo que su cuerpo.

Consigo unos planos espectaculares de Bruno acariciando y dando de comer en la boca a dos mantas ansiosas mientras sube la marea alrededor de mis pies. Ha merecido la pena venir aquí dos días seguidos. Comparto con Bruno los vídeos y nos damos un abrazo.

Juan Carlos nos lleva a los Chorros de Epina en mitad del bosque con su leyenda sobre beber allí agua, en según qué chorros, para triunfar en el amor y en la riqueza. O en la felicidad, así en general. Visitamos Tazo con su ermita, sus acantilados y su vegetación parecida a Irlanda o Escocia, cerca de Los Órganos.

Después, montes de palmeras heridas a las que se les extrae su savia. Algunas, hoy en día, sin agua para recuperarse. Casas de piedra, varias destruidas, y al final la playa salvaje de Alojera.

Hoy soy yo el que se marea un poco antes de llegar a Agulo. Uno de los pueblos más bonitos de España. Allí nos hace una entrevista la delegación de Televisión Española en la isla. Maravilloso Agulo.

Visitamos Vallehermoso, que hace honor a su nombre, y su tasca El Carraca donde la comida es espectacular de nuevo. No me cansaría nunca de este atún rojo ni de las papas al mojo picón. Lo de los postres aquí es ya de otra galaxia.

Llegamos a Hermigua. Como en Agulo, impresionan las casitas de colores, callejuelas, acantilados, cementerios, playas e iglesias. Tras estas visitas a pie, soy consciente de que el pueblo de mi protagonista será un puzzle de las localidades que he conocido en detalle hoy.

Desde la cala de San Marcos se ve todo Tenerife. De nuevo, contemplamos el Teide al atardecer desde lo alto de San Sebastián. Nos despedimos de él, majestuoso y más visible que ayer. Por la noche, continuamos nuestras conversaciones de guionistas y hablamos sobre nuestras películas mientras callejeamos por la zona antigua de San Sebastián.

21 de abril.

Observo fascinado los Roques Los Gemelos de Hermigua entre plataneras del parque etnográfico. La metáfora de mi película frente a mí. Nos introducimos en el mundo mágico de los bosques de la zona del Cedro del parque Garajonay. Verdes increíbles y una tranquilidad que te rapta. Pero no puede ser. No nos podemos quedar. Nos tenemos que ir a comer rico al Club Laurel para llegar a tiempo al aeropuerto.

La sorpresa llega cuando ya hemos factura pero nos dicen que una avería en nuestro avión le ha obligado a volver a Gran Canaria a mitad de vuelo. Juan Carlos, nuestro amado guía, nos tranquiliza. Más o menos. Esperamos a que vuelva el avión reparado, entre risas nerviosas, en el chiringuito La Chalana, frente al mar y mirando al cielo todo el rato. No hay más vuelos hoy a Gran Canaria.

Dos horas después llega nuestro avión. Despegamos. Mini siesta sin mirar a las hélices. Luego toca correr en Las Palmas al restaurante Casa Fataga donde nos esperan guionistas y mentores que han vuelto antes de las demás islas. El reencuentro muestra que las demás experiencias también han tocado las patatas de toda la gente. La vibración creativa fluye. Parece que nos conocemos de toda la vida.

22 de abril.

Sueño absoluto. Por suerte, me despierta el café en litros y la interesante formación sobre “Adaptación de teatro al cine y viceversa” en colaboración con el Festival de cine de Las Palmas de Gran Canaria.

Luis Alcázar nos habla de narración y ampliación transmedia del universo de nuestros proyectos a través de casos como su expansión transmedia de la serie La Peste. Los reconocidos dramaturgos y guionistas Marta Buchaca (Litus) y Guillem Clua (Smiley) explican sus experiencias exitosas de adaptación del teatro al audiovisual.  Soraya González (actriz y productora teatral en Delirium Teatro), Severiano García Noda (actor, autor y director teatral en la misma compañía) y Luis O’Malley (actor, autor teatral y coordinador de talleres en Canarias Escribe Teatro) debaten sobre la situación del tejido teatral y del audiovisual canario. María José Manso, directora de IsLABentura Canarias, y Lorena Martín, del Instituto Canario de Desarrollo Cultural, cierran el día sonrientes y abrazan el final de esta primera etapa tan enriquecedora.

La jornada me deja con unas ganas tremendas de retomar mi escritura. Más tarde, la buena relación que se ha construido entre compañeros/as tan diferentes desemboca en una cena frente a la playa que huele a despedida y un rato de fiesta con un DJ muy loco en el cierre del Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria, al que nos han invitado. Lo damos todo. Ya verás mañana.

23 de abril.

De la ducha directo al checkout del hotel. Café de trago y a pasear con los/as compañeros/as por la playa de las Canteras. Ahora parece que los turistas son otros. Despedidas y más despedidas como si lleváramos un mes aquí. Más de dos horas de vuelo y, en mi cabeza, piezas de mi película que se recolocan en las páginas por reescribir. Ahora los protagonistas han tocado la arena negra, el musgo del bosque de laurisilva y las casas de colores entre los roques. Han embarcado en los puertos y las calas donde ocurre todo. Los lugares de mi película existen. Los vi con mis propios ojos.