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Marga DoraoProceso Creativo

Viajar a Marte para aterrizar en Lanzarote

No me avergüenza reconocer, -bueno, sólo un poco-, que cuando el año pasado me quedé en la lista de reserva de IsLABentura con ‘Astro!’ lloré un poco. Bueno, más que un poco. Vale, me hinché de llorar, que hay que contarlo todo… A ver, sí, qué le hago, soy llorona. ¿Pero y lo a gusto que me estoy riendo ahora?

Total, que cuando conocí el año pasado a María José en el Conecta Fiction, como otra de mis maravillosas cualidades (como ya habréis podido averiguar en el primer párrafo) es que lo suelto TODO, obviamente la hice partícipe de mi disgusto. Pobre mía. Y ella, que es un ser de luz y pura empatía, sintió tanto mi pena que, al llamarme para anunciarme que estaba dentro no me dijo ni “hola”, me dijo: “¡Por fin!”

El mejor “por fin” que me han dicho nunca, prometido.

Pero ahora vamos a rebobinar un poquito, concretamente, o así me lo dictan mis recuerdos, a como una hora y media antes de recibir esa llamada. Veamos: mentiría si dijera que el 1 de abril no refresqué la web de IsLABentura unas 458 veces. Al igual que mentiría si dijera que no miré el perfil de Instagram otras 1.347.

Paré de hacerlo cuando vi una cuenta atrás. Y además me di muy por aludida, en plan: “tía pesada, deja de mirar ya y ponte a trabajar”. Menos mal que ese día curraba en casa, también os digo.

De pronto:

¡Pín! ¡Pín!

Atteneri CIMA
(Es Atteneri CIMA porque coincidimos en CIMA Impulsa).

¡Pín! ¡Pín!

Atteneri CIMA

margaaaaa 13:23

margaaa 13:23

que estamos dentroo 13:23

margaaaaaaaaaaaaaaaaaaa 13:23

Marga Dorao
(o como me tenga guardada, no sé)

(Audio) Perovamohave, espérate un momento, si no ha salido

 todavía, cómo es… ¡AVERCUÉNTAME! ¡CUÉNTAME! 13:24

Y no había terminado de contarme la pobre cuando:

¡Pín! ¡Pín!

Daute Campos
NOS COGIERON!!!!! 13:26

Marga Dorao

(o como me tenga guardada, no lo sé)

(Audio) ARRRGHHHH, JUSTO, JUSTO ME LO ACABAN DE DECIR, y digo pero qué…
¡Y no me ha dado tiempo ni de mirarlo! Daute, ¡enhorabuena!

¡Y qué bien que estemos los dos, tío! Estoy SÚPER CONTENTA.

¡¡¡¡¡ARGHHHHHH!!!! 13:28

Para cuando me llamó María José ya lo sabía, claro. De hecho, según me contó entre risas, no hubo casi manera de sorprendernos, ¡porque las buenas noticias vuelan!

Bueno, pues nada, el resto del día se me fue en llamadas, WhatsApps, permisos de vacaciones, sonrisas, llamadas, sonrisas, refrescar Instagram para ver si habían puesto algo, sonrisas. Sonrisas. Ni vino me hizo falta ese día, no os digo más.

Y ahora hablemos de la Luna. Digooooo, de Lanzarote.

Siempre me han contado que de pequeña no podía irme a dormir sin ver la luna. Y claro, eso hacía que las noches de luna nueva mis padres, los pobres, sudaran tinta china. En realidad me extraña poco, porque sí que me veo un poco lunática, en el mejor sentido de la palabra, si es que lo tiene. Yo elijo creer que sí.

El caso es que cuando el año pasado empecé a buscar inspiración para escribir una historia que tuviera lugar en Canarias, tiré de mi fuente principal, la que nunca me falla en tiempos de sequía: la prensa. Y no me falló tampoco esa vez. Este fue el titular que me encontré:
Lanzarote es ya uno de los mejores campos de entrenamiento para astronautas del mundo”

Había encontrado mi historia: mi viaje a la luna. Mi aventura espacial sin necesidad de entrenarme ni aprender, a estas alturas, de qué va eso de las derivadas y las integrales. Lo tenía todo. Y en mi cabeza tenía, y sigue teniendo, mucha comedia. Claro que no tiene mucho mérito porque yo le veo comedia a todo, pero… ¡Era perfecta!

Pero por más que yo imaginara, por más que echara a andar a mis personajes ladera abajo por el Volcán del Cuervo (antes de saber que eso no se puede hacer), por más que soñara despierta por cómo podría ser una misión de ese calibre en el corazón del Malpaís, nada hacía justicia a la magia que descubrí en la que fue mi isla durante seis magnéticos días y a la que sé que volveré.

Voy a pasar rápido por mi llegada a la isla, pero lo cierto es que podría recrearme en ella durante un buen trozo de este relato. ¡Porque fue muy bonita!

 (Excepto por la parte en la que llegué a nuestro HOTELAZO, despeinada y probablemente oliendo a travesía por el desierto, y me pasé un buen rato sacando las vergüenzas y desvergüenzas de mi trasnochado bolso de tela en busca de mi DNI perdido -lo tenía en otro bolso- mientras declinaba, sin ganas de hacerlo, una copa de champán, porque esa no es una situación digna de champanes, señora, porfavor).

Pero luego subí a la planta 17 y ahí estaban casi todos ya. ¡Una alegría verlos! A las que conocía: Atteneri, Arima, María José, Isa, Diana, (Daute aún no había llegado); a las que conocía de lejos, como Rebeca -hicimos varios amagos de saludarnos en el Encuentro de Guionistas de Sevilla-; y a los que no conocía, pero que ahora es como si fueran amigos de siempre: Bryan y su Labryandería ™; mi compi de tutor, Ale; Alex, Hugo; Jorge; Héctor; Esther; Gonzalo; Emma; Eduardo; y por supuesto Joaquín y el resto de tutores.

Hablando de lo cual, resulta que mi compi Ale y yo tuvimos una tutoría/charla icebreaker con Joaquín Oristrell, maestro de la comedia, y, ejem, ajum, NUESTRO TUTOR (insértese tono de orgullo aquí), gracias a la que vi la luz en algo tan importante para la historia, como oportuno.

 

Y gracias a ese algo, hoy, Doña Arminda, una de las personajes de Astro! no es sólo una señora random, sino la madre de Sofía, mi prota. Y vive en el municipio de Mancha Blanca. Y eso lo descubrí en la excursión del día siguiente, -el segundo- al Parque de los Volcanes.

 

Me han pasado muchas cosas de este tipo. Me refiero a charlas oportunas. Charlas, algunas buscadas; otras no. Pero todas útiles en mi proceso de documentación.

 

 

Para quien no lo sepa, en IsLABentura somos dos guionistas por cada isla, y en el tercer  día de aventura, todos y todas se habían ido a sus respectivos viajes, menos Atteneri y yo, que nos quedamos en Lanzarote, porque ahí es donde transcurren nuestras historias.

Aún así, al final me tocó trasladarme de isla durante unas horas, porque tras una rápida misión con destino la Cueva de los Verdes (las misiones de los astronautas no sólo tienen lugar sobre terrenos volcánicos, sino también en el interior de cuevas y grutas), y una incursión en la zona de Orzola y sus desérticos y marcianos parajes, nos fuimos la Graciosa. Que mira, ahí astronautas, no habrá, pero desde luego, es una isla sumamente marciana. Gracias, súper Oyana (¡la mejor!) por llevarnos. Y a ti, compi extraordinaire Atteneri por embarcarme en tu aventura.

Al día siguiente tuvo lugar otras de esas charlas casuales y oportunas de las que os hablaba antes. Porque llegué el Centro de Visitantes de Timanfaya buscando una ruta, y acabé conociendo a Cristina, la guía más antigua del lugar, y que, para colmo, ¡es la persona designada para acompañar a los astronautas de la Agencia Espacial Europea (ESA) en la zona del Timanfaya! Si eso no es suerte, ya me diréis.

Fueron muchas las cosas que me contó en la charla de más de una hora que mantuvimos. Pero muchas cosas no las puedo contar porque son secretas. ¡Shhh! Pero a mi, lo que más me interesaba conocer era el lado más humano de los astronautas. Vamos, que lo que yo quería es saber a qué dedican en tiempo libre cuando no están haciendo cosas de astronautas. Y tanto Cristina como otras personas de las que hablaré más adelante están de acuerdo en que, en casa, solos llorando en su hotel, no se quedan.

Justo lo que yo quería saber.

 

Pero sin duda mi día más fructífero fue el último. Oyana nos recogió a Atteneri y a mí en el Hotel y allí nos fuimos las tres a Jameos del Agua. ¿Por qué? Pues porque Cristina me había contado el día anterior que el tubo volcánico de la Corona es uno de los objetos de estudio de los astronautas en Lanzarote; y que, los astronautas, además de sobre la tierra y en cuevas, también trabajan en laboratorios de geociencias. Y uno de ellos, concretamente el de Geodinámica, está en Jameos de la Agua.

Allí, después de flipar muchísimo con el lugar y con unos cangrejines blancos ciegos monísimos (conocidos cariñosamente como jameitos), hablé con Marco, uno de los guías de la Cueva de los Verdes, que no sólo profundizó bastante sobre el tipo de trabajo que se hace en el laboratorio de geodinámica, sino que, además, me contó, que cuando los astronautas van allí a trabajar se mezclan con los turistas y hasta se hacen fotos con los que los reconocen, que por suerte para ellos, y por desgracia para la ciencia, no son muchos.

¡Pero qué majos, oye!

Luego estuvimos en la Casa de los Volcanes, y aunque no pude hablar con ningún científico, ¡no pasa nada! Porque en el museo aprendí muchísimo sobre las misiones de los astronautas y sobre los parecidos geológicos entre Marte y Lanzarote.

Y ya, por último, nos fuimos al Monumento del Campesino, donde Geoparque Lanzarote tiene una oficina. Ahí me esperaba Elena Mateo, la directora, con quien charlé durante bastante rato sobre geología, geoplanetología y las misiones de la ESA en Lanzarote

Y también charlamos sobre el astronauta Luca Parmitano, del que ella se confiesa fan. No en vano tiene un astronauta gigante en su oficina, hecho con 3D, al que ha llamado Luca.

 

 

 

 

Y el resto de nuestro tiempo en Lanzarote, como se suele decir, es historia. Porque mi aprovechadísimo proceso de documentación in situ terminó con la llegada de nuestros compis, con la que dio paso otro capítulo que ya no es objeto de esta narración.

¡Gracias, Lanzarote y Lanzarote Film Commission (Oyana, Esther) e Ismael, director del Festival de Cine de Lanzarote, por atendernos tan sumamente bien y gestionarme la entrevista con Elena Mateos!

Gracias, ¡qué os digo! ¡Mil gracias! A Lorena, María José, y los chicos de Muak CanariasEspabila.

Y a mis compis de aventuras: ¡que sois los mejores!

DESEANDO que llegue julio.