Skip to main content
Proceso CreativoStefi Airoldi

UN ÁNGEL, DOS DEMONIOS, UNA CUARTA PARTE DE LOS PABLOS Y UNA PIÑA

La noche antes de volar a Canarias, soñé que me cogían en Operación Triunfo sin haberme presentado. Yo decía que no podía entrar, que no quería exponerme, que no tengo la técnica vocal suficiente… Pero ya no había opción: ya estaba seleccionada, ahora tenía que elegir canción. Intentaba pillar el tono, pero no podía. Había demasiado ruido.

De alguna manera, viéndolo con perspectiva, hay algunos paralelismos en todo esto: hace unos meses, mi amigo Álex, cuando le hablé de mi idea, me propuso presentarlo. Cuando le expresé mis miedos, me añadió: “Y regístralo, porque si no lo escribes tú, lo escribo yo.  Y no quiero ser un maricón que roba historias a mujeres.”  Gracias, Alex.

Tiempo después, me llamó María José, algo así como la Noemí Galera de IsLABentura. Mientras que la llamada de Noemí, en mi sueño, fue simple y llanamente un marrón, en la vida real [aunque también había vértigo] lo que predominaba era la alegría y el agradecimiento de que alguien confiara en mi proyecto.

Luego, por motivos que no vienen al caso, la vida me obligó a desviarme un poco de la idea inicial. Yo pensaba presentarme con un Rock Clásico y de pronto la base musical era de Hard Rock.

Llegué a El Hierro, como en mi sueño, sin saber en qué tonalidad estaba escrita mi canción ni si era capaz de defender la tesitura.

 

 

Lo que no entiendo es cómo mi tutor [Pablo], no perdía la paciencia con tanta incertidumbre. Cuando llevábamos unos días compartiendo viaje, le pregunté si se arrepentía de haberse metido en este fregao y me dijo que no. Y añadió, con retintín: “de momento”. Bien, todavía no estoy nominada. Pero no te confíes.

Esa tregua me ayudó a empaparme sin la necesidad de estar elaborando continuamente un discurso. Decidí experimentar la existencia de las cosas sin darles instantáneamente un nombre. Dejé [¡por fin!] de buscar continuamente algo que decir o lo que es lo mismo, una forma de mostrar que merezco existir en ese lugar.

No tener nada que decir, a veces ayuda a ir más lento. Y, por seguir con la metáfora, confirmé que los silencios son parte esencial en la partitura.

Cuando ya está acabando el viaje, va Pablo y se pone un poquito más Risto Mejide, y me dice con elegancia que me ponga las pilas.  Porque como dice Mamet, las limitaciones pueden ser beneficiosas para el proceso creativo. [Espero que no hayáis notado que después de hablar de Operación Triunfo y de Risto Mejide, me veo en la obligación de citar algo o a alguien que demuestre que sé de lo que hablo y que esto va de guionistas].

Y entonces es cuando esa pausa cobra sentido, porque las ideas se agolpan en mi cabeza como una olla a presión. Solo necesito encontrar la forma de darles salida.

 

 

Iba a dejarlo ahí, pero me cuesta no hacer una mención especial a Rubén, un ángel caído de El Hierro, que nos regaló muchas cosas. La mejor de todas: una piña.

Y por supuesto a Diego que [como yo] es más demonio que ángel y que me hizo irme a dormir a punto de morir de risa todos los días.

De la isla, los otros tres Pablos y el resto de los compañeros y compañeras, hablaré más adelante.