
«De to’ se aprende», dicen en mi pueblo.
El segundo encuentro de IsLABentura 2025, dedicado a la formación, dejó un buen rastro de titulares que me llevé como un juego de cristales con los que mirar la historia que estoy escribiendo, a ver si probando unos filtros y otros consigo sacar algo convincente.
«Escuchar es presentir y presentir nos conduce a pensar», creo que dijo Jonay Armas, el músico de cine que nos habló —desde una silla muy alta con un tono muy cercano— sobre su proceso creativo.
Algo similar señaló Natalia Mateo en un escenario —al que nos subió con ella— cuando nos contaba que actores y actrices lo primero que necesitan para afrontar el trabajo es una buena escucha activa. Natalia dejó otras muchas perlas en su taller (casi una sesión de psicoanálisis), como la conciencia del «yo adquirido» que se debe desarmar antes de pedirle a alguien que interprete un papel; o lo importante que es reflejar bien las emociones en un guion para que quien las saca del papel tenga muy fácil vincularlas a su propia vivencia. Pero, ojo, sin anclarlo todo demasiado, porque «para que el guion funcione tiene que ser un poco de plastilina».
Diana Rojo, guionista, nos habló de personajes con una serie de tecnicismos tan útiles como fáciles de entender según los contaba ella. Muchos iban por pares: la empatía versus la simpatía, lo que el personaje quiere y lo que el personaje necesita (este me lo he apuntado como piedra filosofal); otros iban en trío como el formado por el yo padre, el yo adulto y el yo niño por el que al parecer nos movemos las personas en función de quién tenemos enfrente.
Mucho se movían Billy Crystal y Bruno Kirby hablando en tono existencialista sobre el amor mientras hacían la ola entre la muchedumbre. Fue en una escena de Cuando Harry encontró a Sally, una de las muchas que usó el guionista Pablo Bartolomé para ilustrar recursos narrativos en una charla de la que me quedé con dos consejos: «evitad la dictadura del diálogo» y «aprended a manejar la fina técnica de entrar tarde y salir pronto».
¿Se referiría solo a la ficción? Porque hubo ponentes como Alba Lucío, en representación del sindicato ALMA, que nos dieron pautas muy claras sobre la realidad. «La profesión de guionista es muy poco glamurosa», nos dijo. Menudo bajón. Pero también desglosó las claves del movimiento asociativo como antídoto de la precariedad y el abuso que al parecer imperan en esta industria, ¡la unión hace la fuerza!
Ideas muy pertinentes al hilo del discurso de Gustavo Ferrada, productor, que quiso ponernos ante la evidencia de que el mercado solo puede asumir un diez por ciento de las propuestas de guion, lo cual nos obliga a adquirir unas habilidades de venta letales, porque «el guionista tiene que solucionar los problemas del productor». También nos preguntó «¿queréis hacer vuestra película o vivir de esto?». Hombre, pues las dos, pero se agradece que se nos informe del precio. Me gustó otro comentario suyo, me pareció la expresión de un buen objetivo: «La cultura que permanece es la que se ve».
En cualquier caso, según el paseo que nos dio el experto en márketing Álvaro Vega por los hitos necesarios para comunicar bien una historia, «lo importante es encontrar aquello que hace singular tu proyecto».
Pensando en todos los factores del mercado y su peso específico en el proceso de escritura, me quedo con una cita de Antonioni que sacó a relucir Gianmarco Serra (uno de mis tutores, siento barrer pa’ casa): «Si se piensa siempre en el público como un idiota, el mayor acto de respeto por el espectador es ignorarlo».
Y con todo este aprendizaje ¡a seguir escribiendo!