
Se acerca septiembre y, con él, el final de este proceso y el principio de otros mil. El verano siempre es una etapa esperada pero extraña. No sé si esto sucede por las expectativas que armamos durante todo el año o por el tiempo que, por tan esperado, parece que huye. Desde aquí se ve el mar me recuerda a la típica enunciación pirata de “¡tierra a la vista!” y, sin duda, la orilla está más cerca que de lo que ha estado nunca. Este verano ha sido una travesía desértica de estas en las que entras con la boca seca como pensando “y lo que queda”, pero un par de oasis me calcinaron la tristeza.
Aunque ha sido el verano en el que viajé a las islas que me faltaba conocer, este artículo se concentra (entre otras cosas) en la semana en que los protaguionistas de IsLABentura vinieron a conocer la mía. Hace algo más de un mes, sucedió el segundo encuentro del Laboratorio y fue, a todas luces, intenso. Ya he compartido muchas horas con mis compañeras y compañeros y el tridente directivo, y saben bien que la ‘batería social’ me dura poco. Yo esto no lo vi venir cuando pensé en la mucha ilusión que me hacía ser ‘anfitrión’ (lo pongo entre comillas porque en realidad, y
por suerte, tuve poco que hacer como anfitrión). La semana comenzó el domingo por la noche con una cena en cierto restaurante de cierta entidad en Las Palmas de Gran Canaria, y enseguida comenzaron los “en tu casa”, “a ver qué tal”, “la mejor isla, ¿no?” y, claro, hubo que atender a esas expectativas y a mi sed insaciable de hacer ver que son verdad.
La semana se dibujó sola con talleres densos, talleres dinámicos, con momentos de éxtasis y con momentos más complicados, pero por suerte no estuve solo. Afortunadamente, esta semana estuvo Joaquín, mi compañero de lápiz. Los prota’co’guionistas no siempre pueden disfrutar del pack completo y eso le ha hecho ausentarse en algunas cosas, pero esta semana estuvo
casi en todo momento, lo cual disolvió muchas de las cuestiones que más me cuestan a mí. Joaquín es una persona más dicharachera, abierta, sociable e, incluso, agradable. Yo soy un poco más ermitaño y no disfruto de algunas cosas mientras veo a todo el mundo disfrutarlas a mi alrededor, y Joaquín en estos momentos es mi fiel escudero. Aunque casi es más el propio escudo que el escudero. Enseguida hizo migas con todos los protaguionistas y me dejó espacio para respirar en esa vorágine de interacción social que dentro de mi cabeza debe de dibujarse como una tercera entrega de Inside out.
La semana se pasó reptando y tocaba enfrentarse de nuevo a Desde aquí se ve el mar con un catalejo nuevo. Me gustó este símil piratesco. Con la ligera diferencia de que esta vez el pirata está en lo alto de la isla y en el cristal del catalejo se ve el mar. ¡Mar a la vista!