
La alarma sonó a las cuatro y media de la mañana del lunes. En otra ocasión, me hubiese puesto de muy mal humor, se me habría caído el zumo mañanero encima (odio el café, perdón), habría habido un atasco enorme, no habría llegado al aeropuerto y esas cosas que te pasan cuando un madrugón ensombrece tu día.
Un inciso para que se hagan una idea de mi drama con los madrugones (y con dormir en general)… yo soy como Lolita, para mí las 10 es madrugar y si me puedo levantar a las 12, me levanto a las 12.
Bueno, que me voy por las ramas… que nada de eso pasó porque yo me levanté a las cuatro y media de la mañana feliz como una perdiz — escapaba del calor asfixiante de Madrid y, encima, cogía un avión rumbo a Gran Canaria para una nueva semana en mi campamento favorito. Una chica con suerte, me llaman.
No voy a mentir y decir que no se me cerraron los ojos un par de veces durante esas primeras dos formaciones del lunes… pero es que la emoción no suple horas de sueño, lo siento. Aún así, me quedo con la gran revelación de que soy una talentosa aspirante a dibujante, especialmente si son posters de cortos sobre mendigas… Katia, Helen y Helena pueden confirmarlo 😉
El martes seguimos las formaciones enfocándonos en producción ejecutiva y en nuestras condiciones como guionistas… Gracias Alba por enseñarnos a no dejar que nos tomen el pelo 😉 El miércoles fue uno de mis días favoritos… hablamos de lo que más le gusta hablar a un guionista: buenas escenas y buenos personajes, mientras veíamos clips de pelis y series maravillosas, las comentábamos y yo tenía continuos déjà vus de los gloriosos años universitarios.
Mientras todo esto ocurría— que ya agotaba un 70% de mi energía diaria—, los más acuáticos aprovechábamos cualquier descanso— por mínimo que fuera— para escaparnos un ratito a la piscina o la playa… y es que poco se habla del privilegio de tener Las Canteras a medio paso. Eso sí, trabajando muy bien los atuendos de después para no ser reprendidos por aparecer por el restaurante del hotel como guiris despistados recién salidos del agua.
Otro pequeño inciso. He descubierto que sufro un poco de FOMO (para los que no lo conozcan, significa “Fear of Missing Out”, vamos, esta cosa que se han inventado los gen Z para decir que no quieren perderse ningún plan). Pues eso, que yo en esta semana islabenturera he sido la reina del FOMO porque aunque estuviera cansada, con necesidad de cuatro siestas o, incluso, quedándome seca de batería social, si alguien me decía de ir a la playa a beber vino en vasos de plástico a la 1 de la mañana, yo iba; si se hacía excursión al Pachichi a por chorizo, yo iba; si se hacía una sobremesa eterna en el restaurante del hotel tras la cena, yo la hacía. Yo siento que esto no habla tanto de mi estupidez crónica o falta de personalidad, sino más bien de lo especial que está siendo esta experiencia y de la ganas de exprimir cada minuto al máximo. Bueno, que sí, que un poco tonta también soy.

Las super fotos que nos saca Nacho
Los últimos dos días tuvimos la suerte de recibir las formaciones en dirección de actores y música (chulísimas, por cierto) en mi lugar favorito del mundo… UN TEATRO. Estuvimos en el Teatro Guiniguada, teatro en el que la compañía de mi familia ha actuado muchísimas veces y yo no pude resistirme a aprovechar la oportunidad para seguir documentándome para Mucha mierda… aunque fuera desde la butaca.
Si debo recalcar algo de esta semana de formación más allá de las maravillosas formaciones — valga la redundancia — es, sin duda, los kilos de comida que ha ingerido mi cuerpo. A base de motiliums y manzanillas he estado, no digo más.
El viernes por la noche— cuando el deber ya había acabado— nos vinimos arriba y después de varios vinos, un cumpleaños de mentira y, de nuevo, muuuuucha comida, decidimos, instigados por Xavi, plantarnos en una verbena y así instruir a los peninsulares en la magia de las verbenas canarias y sus grupos fantasía. Yo siempre digo que no hay que hacer planes porque los improvisados como estos son claramente más icónicos… sobre todo si al día siguiente tienes excursión por Gran Canaria.
Mucha playa, mucha piscina, muchas formaciones, mucha comida, muchas puestas de sol (cuando la panza de burro lo permitía), muchas horas de cháchara en nuestra esquina del hall del hotel bebiendo cocktails o vinitos.
Con todo esto quería decir, queridos niños, que no se dejen engañar por el FOMO… que es muy mal consejero y no te deja descansar ni aunque tu cuerpo te mande señales de humo y avisos de rescate… pero qué quieren que les diga, sin él no tendría tantas cosas chulas que contarles ni tantos recuerdos bonitos que llevarme. Eso sí, gracias a los cielos que Alba me dejó unos días más para trabajar en la escaleta del piloto porque después de una nueva semana en el campamento más guay del planeta yo pude, por fin, dormir.
Ahora dormir ya no quiero… quiero volver. Pero el deber me llama y he de terminar de escribir una comedia caótica. ¡Deseenme suerte!
¡Nos vemos pronto!