
Os voy a decir una cosa: de todos los que llevamos, este es el post que más trabajo me está costando escribir. Y no sólo porque me haya quedado con el cerebro frito tras la entrega del guion (si no lo leí cuatrocientasmilochecientascincuentaydos veces antes de mandarlo, no lo leí ninguna). Sino porque, lo que soy más que consciente de que lo que viene después de este post es la hora de la verdad.
El principio del fin.
Se acaba la aventura. Vale, aún queda, pero al final este post es un poco como el domingo por la tarde de los que tienen un trabajo que no les gusta de los posts. Este post es como el septiembre de los niños que no quieren regresar al cole de los posts. Este post es un post que vaticina tristezas.
Se acaba la aventura.
Y sí, yo sé que tengo que sacar lo bueno. (¡Que siempre lo hago, dejadme que sea ceniza por un día!), pero el tema de vivir una aventura es que luego tienes que regresar a una realidad que, de entrada, no deja de ser un tanto inconveniente. Fastidiosa, incluso.
O me diréis que Indiana Jones era igual de feliz enseñando Arqueología 101 en el Marshall College que luchando con nazis para llevarse a casa el Santo Grial…

Me apuesto unos cuantos sombreros a que no.
Está bieeeen, voy a sacarle la parte bueeeena. La parte buena es, CLARAMENTE, que si mi mayor problema es que echo de menos algo que he tenido la suerte de vivir, pues chica, entonces tengo exactamente cero problemas.
¿No os pasa cuando viajáis, o incluso en días random sin motivo, que, de pronto, en un segundo, todo parece pararse y piensas: “este momento”? Este momento voy a tener la suerte de recordarlo siempre (o hasta que la demencia senil diga “holiii”). A este momento voy a elegir regresar siempre que necesite refugio. Este momento me va a hacer sonreír en momentos bajos.
Bueno, pues tengo que decir que, de casi todos los días que he pasado en IsLABentura, puedo extraer, al menos, uno de esos momentos.
¡Nos vemos en Tenerife! Pero, a ver, un poco de compostura, que si en El Hierro ya lloramos a moco tendido, ¡no quiero NI IMAGINAR cómo va a ser nuestra última semana! Saquen las desaladoras, que de ahí arreglamos un par de problemas de sequía en un momentito. Seguro que es de esos que siempre recordaremos.