El número atómico de un elemento químico no es más que el número total de protones que tiene cada uno de sus átomos. No lo digo yo, lo dice Wikipedia, y yo la creo.
Total, que dado que el del hierro, -el número atómico, quiero decir-, es el 26, he decidido contar veintiséis cosas con las que me quedo del último viaje* -y pocas son- que he emprendido en el marco de ese laboratorio tan MAGNÉTICO y OXIGENADOR que es IsLABentura.
*El viaje ha sido a la isla de El Hierro, claro. Por si no había quedado claro, que todo puede ser.
- Coincidir con Isa Sánchez y Ale en el vuelo, y que, no sólo me llevaran al hotel, sino que, encima, me enseñaran, por el camino, el hotel más pequeño del mundo y una mini ermita brutalista que me requetechifló.
- Una primera excursión no planeada con Rebeca, Héctor, Alex, Gonzalo y Diana en la que descubrimos lo que fue la primera sorpresa ALUCINANTE del viaje: el charco de la Laja.
- ¡El reencuentro en la primera cena! Encima en el que es, desde ya, mi hotel preferido del mundo. Porque ha sido, y se ha sentido, casa: el Balneario Pozo de la Salud. ¡Viva el Balneario y su maravilloso personal!
- La precisión de cirujano de Joaquín Oristrell (¡mi tutor!) diseccionando nuestros proyectos, y no digamos el currazo que se pegó tanto en la preparación de la formación como durante la misma. ¡Una pasada!
- Disfrutar del estreno del primer capi de la 3ª temporada de HIT acompañados por Joaquín, su creador, y sí, mi tutor. Je. Lo que se dice un privilegio, vamos.
- Despertar al son de un gallo cantando a lo lejos y abrir los ojos para encontrarme, cada mañana, rodeada de altísimas montañas coronadas por un mar de nubes.
- La sensibilidad de Pepe Coira tanto en la forma de exponer las cosas como en su gusto cinematográfico (¡exquisito!) y su habilidad para hacernos ver que todo lo que tenemos a nuestro alrededor puede ser utilizado para contar una historia ú
- Los coffee break al son del mar. Mi estómago sigue rugiendo a las 12:00h cada día. Pobre.
- La magia de Natalia Mateos y su forma de dar la vuelta como un calcetín a catorce guionistas -y varios tutores- descreí A ver, que el que haya logrado que yo “actúe” y ni tan mal, no deje duda alguna de que es una genia.
- A colación de esto: el hermano postizo que Natalia me ha regalado en mi querido compi Alex Ygoa. ¿Te acuerdas del día que tuviste que esperar en el coche a que yo llegara para evitar que me regañara papá? ¿Y el día que comimos con la abuela en el Bernabéu?
- Hacer la ruta de esa súper serie que es Hierro, ¡y acompañados de su creador! Una vez más, gracias, Pepe, por tu generosidad, y oye, tu simpatía, que eres un sol. ¡Y gracias a El Hierro Film Commission por organizar excursiones tan chulas!
- Observar caracolines y cangrejines nadar a su rollo en las charcas de la playa de arenas blancas, la única de este color en El Hierro. En realidad no es arena arena, son conchas de moluscos que han sido arrastradas por el mar y han erosionado debido al choque constante con las rocas volcánicas de la costa.
- El baño más revitalizante del mundo en las piscinas naturales de la Maceta, ¡maravilla!
- El campo de lucha canaria en Frontera y un montón de historias chulísimas contadas por José Francisco Armas, que, dadas sus dotes narrativas, podría presentarse a IsLABentura el año qué ¡Un máquina! Y a falta de equipo para hacer demostración, el valiente de Eduardo que se prestó voluntario para dejarse tumbar. Pero, oye, ¡con qué elegancia!
- Las vistas sin igual desde el Mirador de Jinama, y encima, con degustación de un vinazo: el Gran Salmor D.O. El Hierro, -¡riquísimo!- y con historias vitícolas súper interesantes de la mano de Alfredo Hernández.
- Ver La Palma y La Gomera desde las alturas. Brutal eso.
- El atardecer desde el Mirador de la Peña. Lo siento, Santorini: no eres tan especial.
- LOS BARRAQUITOS ESPECIALES. (Lloro).
- La pegatina de un gato (aunque yo sigo pensando que era un mono) en la ventana rota de la súper misteriosa Casa Rosa.
- Las visitas del sinvergüenza de Pumuky (el gato alfa más golfo de la isla).
- Más visitas a escenarios de Hierro, como el juzgado o la platanera de Díaz.
- Ser salvada por Marta Buchaca de una muerte segura en Tacorón. (No preguntéis).
- El pescador nocturno de viejas (me refiero a los peces, que la que suscribe no practica el edadismo, sólo faltaba).
- Yo sé que nadie se lo cree, pero Ale y yo prometemos que el día de las tutorías nosotros también estábamos currando en nuestros proyectos. El que fuera tumbados a la bartola en la piscina es absolutamente irrelevante.
- La guitarra de Hugo y la maravillosa voz de María José.
- Y, por supuesto, por supuestísimo, en último lugar pero sólo porque si no me pongo muy moñas: mis compañeros de aBentura, y sin embargo, ya, amigos del alma
Mejor no hablamos de los kilos extra que me llevo y no hablo precisamente de los de mi maleta.
La verdad es que siempre pensé que la isla se llamaba Hierro por su magnetismo, o por algo relacionado con minerales, pero cuentan que su nombre se debe a que tiene forma de herradura, y yo me digo que claro, que tiene sentido que recuerde a un amuleto. Porque qué buena suerte ha sido vivirla.
Deseando vernos en Tenerife en octubre, aunque eso signifique que llegamos al fin del viaje. Lo bueno es que estos recuerdos nadie me los quita. Ni los veintiséis que he mencionado ni el resto de los miles y miles que guardo en la recámara.