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Desde siempre he sido una miedica en temas que atañen a lo físico. No saltaba el potro porque me daba vergüenza caerme, no saltaba de piedra en piedra del río por terror a resbalar y romperme algo, no subía a sitios altos por si me daba un aciburrio… pero en el resto de cosas de la vida, la verdad es que siempre he sido muy de la filosofía de Raphael de p’alante. P’alante ante todo y luego a pasar semanas llenas de nervios y de pastillas de herbolario para tranquilizarme, pero siempre p’alante. Hoy escribo esta entrada, como supondréis, puestísima de Lasea valeriana comprimidos -no me pagan por publi- porque en una semana presento ‘Lluvia de estrellas’ y siento el mismo miedo que tenía en Educación Física en los instantes previos a saltar el potro porque, por primera vez, lo voy a hacer sola.

Mirad, este sería el resultado de que Raphael y mi yo del videopitch horriblemente peinada tuviéramos un hijo.

El otro día, repasando el párrafo que resume mi vida laboral para adjuntarla a un dossier y que las productoras me conozcan – por favor, no tengáis en cuenta lo mal peinada que iba en el videopitch, ya sé que parezco el Guardián de la Cripta con mechas-, me dí cuenta de que era la primera vez que me enfrentaba a un reto de guion tan grande sola. La mayoría de obras las he escrito con mi coguionista Diego: con él he hecho pitch, he escrito dossieres y pilotos y he transitado todas las etapas anímicas que implica un proyecto. Pero, por primera vez, me he enfrentado sola a escribir una serie y no veáis qué viajazo.

Bueno, digo sola para darle épica al asunto, pero en realidad sabéis que no ha sido así, porque anda que no os he dado la turra a todxs con Diana, la mejor tutora que podría haber tenido, alguien que ha entendido el proyecto desde el principio y que me ha hecho el camino mucho más fácil a nivel “académico” pero sobre todo personal. A ella le debo el haber entregado una serie de la que estoy muy orgullosa. A ella y también a mi compi Jorge, por supuesto, con el que he compartido tutorías en los últimos meses y, al igual que Diana, me ha ayudado un montón a crear la serie que tenía en la cabeza desde el principio, pero sin duda mucho mejor.

Siento que el camino que estoy recorriendo en IsLABentura va a ser algo necesariamente catártico, sin embargo ahora estoy demasiado nerviosa y tensa como para asimilarlo, tendréis que esperar a la siguiente entrada para leer ese éxtasis que os prometo que habrá. Antes necesito saltar el potro, chicas, un poquito de paciencia.

No obstante, en estos momentos, embriagada por la filosofía Raphael, tengo un mensaje para ti: no sé si estás leyendo esto y ahora mismo sientes miedo, nervios o vergüenza porque no te atreves a hacer algo; igual tú también eras de esxs a lxs que cogían los últimos en Educación Física, pero que nadie te diga que no puedes saltar el potro DE LA VIDA. Que nadie se atreva a decirte que no puedes hacer un speech que te cagas en público o que el corte mullet no te va a quedar tan bien como a Miley Cyrus o Úrsula Corberó. ¡Únete conmigo a la filosofía Raphael y ve p’alante con todo! -pero no te cortes el flequillo a ti mismx, siempre hay que conservar un poco de dignidad, por Dios-. Nos vemos, puestas hasta el culo de valeriana, en la semana final de lo que será uno de los mayores éxtasis de mi vida. Nos vemos en Tenerife.

Nos vemos al otro lado del potro, amigas🎠

P.D.: Tengo que darle las gracias también a Pelayo y Sito de María la Cartelera por haberme ayudado a crear el dossier de mis sueños. Las personas con mejor gusto de Españita, si me preguntan. Sois los mejores💞