
Cuando le entregué a mi tutora a versión final de Tierra (o mejor dicho, la versión final de la primera, porque sabemos que vendrán más), me felicitó por todo lo que había conseguido. Por un lado, haber terminado un guion que no es poco y, por otro, tener la satisfacción de que con cada trabajo una crece. No voy a negar que siempre me he sentido una intrusa dentro del mundo del cine, especialmente en guion, pero gracias a IsLABentura (y especialmente a Yolanda), hoy sí puedo determinarme como guionista sin ninguna vergüenza. Y esta sensación de plenitud no la voy a olvidar nunca.
No era consciente de cuánto necesitaba escribir esta historia hasta que vomitar al viento estos personajes y esta lucha ha hecho que me sienta más ligera, como si me hubiese quitado el yugo que ha tenido mi familia durante generaciones.
No sé qué pasará con esta película, cuántos años tardará hasta que se haga realidad, si es que sucede en algún momento. Lo que viene ahora es la selva de la industria, matar mis energías con pitchs en cada mercado, laboratorio que me cruce y aplicar a cada fondo oportuno. Lo que sí tengo claro es que, antes de destrozarme de nuevo, quiero quedarme un ratito a vivir en la felicidad que me ha provocado haber terminado esta historia, quizás porque me contagié de la ilusión de Pepa por un mundo mejor, aunque con la triste diferencia de que ese mundo no es el mío.