Skip to main content

Escribir un guion es, para mí, una aventura entre el caos y la magia. Como director y guionista, no sigo un método fijo. Lo más complicado es encontrar ese tiempo sagrado donde el ruido del mundo se apaga, y puedo sumergirme completamente en el universo que estoy creando. Pero una vez dentro, todo fluye de manera casi sobrenatural, como si las piezas del rompecabezas se unieran por sí solas.

Soy desordenado e impaciente, lo admito. Me impulsa la necesidad de ver la historia completa, de saber cómo se conectan todas esas ideas que bullen en mi cabeza. Es un proceso que a veces parece improvisado, pero a la vez tiene su propio ritmo. Es como dijo David Lynch: “La creatividad es como pescar ideas; las grandes llegan cuando menos las esperas”. Me siento así, pescando en un océano de pensamientos, dejándome llevar por la corriente.

Sin embargo, cuando esa magia inicial termina, comienza el trabajo real. Ahí es donde cambio de marcha, de ser el “artista desbocado” a ser el obrero meticuloso. Corregir, reescribir, pensar cada detalle. El placer de escribir la primera versión da paso a la disciplina. Es en este punto donde todas esas teorías sobre guion se vuelven cruciales. El proceso creativo es como esculpir: cada reescritura es un golpe más que define la forma final de la historia.

Mi consejo para quienes están en este proceso es simple: encuentra tu momento y tu espacio, pero si no lo haces, escríbelo igual. A veces, la magia no espera a que el lugar sea perfecto. Pon tu lista de Spotify, esa que te mete de lleno en el universo de tu guion, y deja que el mundo del film te envuelva. La primera versión será caótica, pero ahí es donde reside la verdadera esencia de la historia. Después, vendrá la parte en la que la mente toma el control y transforma ese caos en algo concreto.

Al final, escribir guiones no siempre es pura diversión, pero la parte que sí lo es, no hay que perderla con tecnicismos o métodos racionales. Crear algo desde cero tiene algo de mágico, pero también mucho de trabajo duro. Y ahora, con la segunda versión terminada, me preparo para la fase más cerebral, donde todo ese caos se ordena y la magia se moldea en algo tangible.