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A mediados de el siglo XV, Fuerteventura gobernada por Pedro Fernández de Saavedra con mucha fama de conquistador se casó con Constanza y tuvo catorce hijos. Uno de ellos, Luis Fernández de Herrera. Se encaprichó de una joven llamada Fernanda cuando intento abrazarla esta no quiso, se resistió y comenzó a dar voces. Apareció el padre de Luis, a defender a su hijo y embistió con su caballo a un campesino que salió a socorrer a la joven, matándolo en el propio acto. De entre los árboles apareció una vieja anciana, madre de aquel labrador y una de las indígenas con la que en el pasado Pedro había tenido relaciones y, fruto de estas, un hijo, al cual acababa de matar. la vieja, llamada Laurinaga, invocó a los dioses guanches, maldiciendo a la tierra de Fuerteventura con vientos ardientes del desierto del Sahara,. Según la maldición de Laurinaga, esta isla debe acabar desapareciendo.