
Recibo una llamada. No me acuerdo que hora era pero era temprano. Muy temprano. Una voz cálida me adelantaba una noticia que estaba a punto de publicarse: estás dentro de Islabentura. La noticia era dulce pero a la vez un tortazo de realidad, uno de los que te pone en tu sitio. Aún estaba tumbado en la cama, desorientado intentando no sonar a persona recién despierta, me imagino que incluso tendría legañas en los ojos y voz de camionero resacoso. Agradecí la llamada a la persona que estaba al otro lado y me senté al borde de la cama tras colgar el teléfono. Entonces a modo de flashback a mi cabeza vinieron estos dos últimos años de trabajo y decepciones. Dos años en los que el teléfono no sonó y vi en una publicación que me quedaba fuera del laboratorio. Y como soy cabezón, no me rendí. Seguí trabajando para poder entrar en Islabentura y como muchos otros y otras trabajé en las sombras para conseguirlo. De eso se habla poco, del curro que hay detrás de algo para que salga bien. O más o menos bien.
Y ahí sentado empecé a entender que estaba dentro y que se materializaba todo ese trabajo y me iba a poder enfrentar a un reto que moría de ganas de hacer: escribir mi primera película. Y en ese instante una presión en el pecho me hizo sentirme pequeño. Una sensación de deuda con todos aquellos y aquellas que se quedaron fuera. Sentía que tenía la responsabilidad de darlo todo y de no fallar a nadie. Y me dio miedo esa sensación y las preguntas dentro de mi cabeza no cesaban, ¿estaba preparado? ¿me merecía estar ahí? ¿lo conseguiría? Entonces me levanté de la cama me miré al espejo y me di cuenta de dos cosas:
- Efectivamente, tenía legañas.
- Tenía que confiar en mí.
Era abril y mi película Abril es joven estaba dentro del laboratorio Islabentura y no había marcha atrás. Y ahí estaba la paradoja: querer algo y temerlo al mismo tiempo. Pero a medida que las horas pasan el miedo y la ansiedad que da enfrentarse a nuevas cosas se convierte en ganas e ilusión y la presión en el pecho se convierte en un calorcito que solo te hace mantener una sonrisa en la cara durante horas.
Y con esa sensación nos acercamos al primer encuentro en Fuerteventura y por fin todo cobró vida. De primeras uno siente que este grupo ya es familia. Se siente un compromiso absoluto por cada una de las historias por parte de cada autor o autora pero además, un apoyo incondicional entre los y las participantes y como si un campamento de verano se tratase el último día se notaba esa ternura, esa nostalgia que llegaría al día siguiente, se sentían ganas de más.
Mi proyecto está empezando y muero de ganas de trabajar al lado de mi tutora, Teresa Bellón, una gran guionista, mejor persona… o gran persona, mejor guionista, realmente no sé si en este caso el orden de los factores no altera el producto. El caso es que me siento afortunado de que me acompañe en este camino que es para mí escribir Abril es joven.
Yo solo puedo decir, que como todo lo que hago, le pondré todo el corazón que pueda porque para mí, sin corazón las cosas son insípidas, sin alma. Islabentura está empezando pero siento que le debo mucho. Me siento afortunado y si me estás leyendo y no salieron las cosas como tú querías, confía.
Les iré contando.