Todo lo que hablé y escuché sobre mi proyecto, durante la primera parada de Islabentura en Fuerteventura, va calando. Porque de manera natural se habla de los proyectos, se intercambian ideas, se opina y se conversa con personas que andan igual que tú: en un mar de dudas.
Parece que cuando vas con un proyecto a un laboratorio de guion, tu idea, tu proyecto, y todo lo que lo rodea está cerradito. Yo llegué con esa sensación: de que tenía todo bastante armado, bastante claro. Pero salí al revés. Con mil dudas, con cosas que ya no me cerraban, con preguntas nuevas. Y al principio jode, descoloca. Pero también te mueve, te hace mirar de otra forma. Algunos proyectos llevan tanto tiempo contigo que cambian sin que te des cuenta y, como cualquier idea, evoluciona y cambia al igual que lo haces tú.
Al principio es complicado de asumir, de entender. A mí personalmente me generó incomodidad, nervios, incluso angustia, pero con el tiempo aprendí a abrazar el cambio. Dejarse llevar a ver dónde llegas. Y me acordé de cuando en ese primer encuentro, en abril, me lancé a las calles de Santa Cruz de Tenerife, La Laguna o Puerto de la Cruz en busca de inspiración para Abril es joven, mi película. Caminar sin buscar nada, simplemente estar y sentir, y por el camino, encontré. Encontré lo que buscaba sin buscar. Así es como me gusta crear. Sin las barreras que a veces nos imponemos nosotros mismos.
Las interacciones con Teresa, mi tutora, son un regalo. Y mientras tanto, sin que nadie nos vea, seguimos trabajando, dándole forma a este proyecto que me ha hecho pasar tantas horas atrapado en una idea, en un diálogo o en un personaje. A veces sintiendo que me quitaba el tiempo, otras que me lo daba. Todo depende de cómo lo mires. Las dudas siguen, pero seguimos trabajando.
Les iré contando.
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