
Suelo empezar una historia con una imagen, un personaje o una escena que traduzco a papel y luego aparece todo lo demás, pero otras veces es la forma y la estructura de la historia lo que aparece primero y transforma todo.
Si repaso cómo nació la serie «El tiempo que te doy», lo primero que cortocircuitó en mi cabeza fue su concepto, su formato y su estructura. La historia trataba sobre el tiempo que se tarda en superar una ruptura sentimental, su formato jugaba con cada episodio quitándole 1 minuto menos al duelo y su estructura dividía los segundos entre el pasado (los recuerdos de un amor perdido) y el presente (la vida intentando dejar esa relación atrás). Una vez cimentada la serie, hablé con una amiga psicóloga, que me comentó las técnicas que se usan para superar un duelo y cómo, a veces, se recomendaba escribir todo lo que se siente. La clave era que, en muchos casos, las personas cada vez tenían menos que escribir sobre ese dolor. Así, las diferentes etapas del duelo (negación, ira, negociación, depresión y aceptación) ayudaron a definir los 10 episodios de la serie. Una vez estaba claro el formato y la estructura, aparecieron los temas, los personajes, el universo y los
conflictos que respondían al concepto de la serie.
En «Este amor ardió tres veces», una novela dividida en tres partes, la estructura, que también es parte del título de la historia, fue también de las primeras cosas en aparecer. El texto repasa un primer amor, sus idas, venidas e intentos por ser más fuerte que todo aquello a lo que se enfrenta. Agrupamos los distintos obstáculos con los que chocarían nuestros protagonistas en tres. Los primeros iban vinculados a sus respectivas familias, a la forma de relacionarse que han aprendido de sus padres, a lo que los dos creían que es el amor por lo que habían visto desde que nacieron. Esta primera parte se tituló El fuego. Los segundos hablaban sobre el lugar donde habían crecido, La Palma, sobre el contexto, las oportunidades, los límites y los eventos que afectaron a su relación. Esta segunda parte se tituló La lava. En la tercera parte, su amor se enfrentaba a unas inseguridades generadas por la sociedad. Esta tercera parte se tituló La explosión. Al final, las tres partes desembocan en un epílogo que cierra la historia.
En el proyecto de serie que Inés Pintor y yo hemos presentado a IsLABentura, «8 islas para decirte adiós», la estructura vuelve a ser lo que da forma a todo. La serie habla de un viaje de una pareja, un viaje que lleva pendiente 8 años, un viaje que recorre 8 islas, un viaje que los dos saben que será el último juntos. En los 8 episodios, cada uno ubicado en una isla diferente del archipiélago canario, nuestros protagonistas se transforman, experimentan cambios en lo que sienten el uno por el otro y recuerdan lo que una vez fueron como pareja. El mapa de tramas que estamos trabajando con nuestra tutora, Alba Lucío, nos permite jugar todavía más con la estructura de la serie. Si bien la historia de amor y los secretos que se ocultan los protagonistas avanzan de isla a isla, cada episodio nos permite mostrar un universo diferente, un tema nuevo, unos personajes secundarios y unas tramas nuevas.
Al capítulo final todavía le estamos dando una vuelta, pero de finales ya hablaremos.