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«Ni se te ocurra empezar por el principio», dice Isabel Herguera desde Colonia cuando ella, Gianma Serra —desde Toscana— y yo consensuamos por videollamada que era hora de empezar a dibujar escenas. Lo de ceñirme al desorden me pareció una pauta fantástica para afrontar este trabajo, porque cumplir plazos y generar un buen material de venta a veces es un peso que mata la gracia del viaje.

Pero me daba cierto miedo dibujar, porque aunque yo tengo un trazo simpático (expresivo), no llego ni de lejos al nivel de storyboard profesional; se me dificulta la coherencia de los personajes entre una viñeta y otra y se me hace bola la cantidad enorme de horas que supone pintar una película entera. «Dibuja, Pablo, que por el dibujo salen cosas muy diferentes, ya verás que va a mejorar la historia», me insistía Isa. Así que me lancé y con mucho esfuerzo saqué una escena entera, que además convertí en una especie de cómic por si en algún momento puedo hacer de la historia de López una novela gráfica, por la cosa mía de la economía de escala y por consejo de una de mis compañeras de IsLABentura, Katia Klein, que sabe mucho y lo comparte.

El resultado no es ni feo ni bonito, pero sí muy bueno, por varios motivos.

Primero y principal: porque cuando uno escribe se cree que en las palabras cabe todo, pero la síntesis del dibujo es una guillotina excelente que deja fuera todo lo redundante.

También porque refleja un tono, y en el caso de mi proyecto hace más nítidos los rasgos personales que con suerte librarán a López del cangrejo Sebastián, Nemo, Bob Esponja y demás fauna americana. No es que pretenda ser este proyecto una oda a la españolidad, pero sí sacar a la luz un producto genuino desde el idioma español y para el mundo hispanoparlante (aunque ya tenga yo muy bien pensado cómo hacer viajar la historia a otros sectores del planeta).

Es bueno lo del dibujo también porque obliga a mirar referencias, y en esas me topé con un ejemplar de la revista ‘El jueves’ y con una novela gráfica sobre Oscar Wilde que es premio nacional de cómic. Volví a repasar la obra de Manrique y fui incorporando todas las películas que me van aportando mis tutores, la mayoría desconocidas para mí pero que empatan con la parte más creativa del mundo de López: Gina Thortensen, Anca Damian, el mundo UPA (dibujos americanos de los 50) y un montón de maravillas bizarras que salen en cada sesión. Toda ayuda es buena para hacer que resulte creíble una aleta de pez con uñacas de reguetonera.

En definitiva, que dibujando he sacado una línea de puntos clara de aquí a octubre, genialmente formulada por Gianma Serra: «Tienes que hacer un dossier de miedo y una exposición que enamore. Pero sobre todo reflejar un vértigo de locuras acuáticas y musicales entre burbujas y locuras del showbiz».

¡Seguimos!