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17 de julio, son las 17.00 horas, en Barcelona. El avión despega rumbo a Tenerife. Al fin me voy a reencontrar con el grupo de amigos y amigas que creamos en la ya lejana semana de abril.

Al llegar al aeropuerto de Tenerife agradezco que no hay un calor infernal, sino todo lo contrario, hace un poco de fresquito. Ya cuándo vi a todos los participantes de Islabentura nos dimos un cálido saludo. Parecía que no había pasado el tiempo y que justo ayer había estado en Gran Canaria conociendo a todas estas agradables personas.

Cuando entré en la habitación del hotel comprobé que en el baño tenía una bañera con hidromasaje. Estaba demasiado cansado, pero me dije a mi mismo que ya tendría tiempo esta semana para probarlo. Sin embargo, no era consciente de lo rápido que se iba a pasar.

El primer día de la semana de formación se esfumó fugazmente entre el taller de Tomás Rosón; en dónde nos enseñó el mundo de los contratos y las propiedades intelectuales; y el taller de Marta Buchaca, dónde practicamos como pasar una historia del teatro al cine. Cuando menos me lo esperé ya eran las 23.30 y estaba derrotado en la cama, sin haber probado todavía el hidromasaje.

Los demás días pasaron a una velocidad igual de vertiginosa; llené mi libreta con datos de venta internacional gracias a Peter Andermatt y trucos de transmedia gracias a Luis Alcázar. Volví a mi habitación y ya había desaparecido el segundo día.

Luego; el jueves y viernes recibimos los talleres Pitching de Guillermo García Ramos; quien elevó nuestra motivación y autoestima por las nubes. También visitamos el parque nacional de Timanfaya y la playa de Punta Teno, dónde pude nadar libremente entre charquitos rocosos y cangrejos rojos.

Ya el último día disfrutamos de las presentaciones de Natacha Mora, Carmen Aguado y Arturo Olea. La guinda del pastel fue la final del concurso literario juvenil ¿Y si contamos nuestra historia? Dónde nos emocionamos con las impactantes historias de los jóvenes canarios.

Y en cuanto menos nos lo esperamos estábamos todos volviendo a nuestras casas, y yo todavía sin probar el hidromasaje…

Aunque el tiempo pasó por encima nuestra como un ferrocarril, nos lo pasamos en grande compartiendo juntos la agradable experiencia. Aún estoy asimilando toda la valiosa información que nos otorgaron, que seguro me será de mucha de utilidad de ahora hacia delante.

Ahora nos queda el último recorrido hacia octubre, seguro que el tiempo pasará igual de rápido que aquella semana, pero espero ansioso que llegue el momento para poder seguir disfrutando de la mágica experiencia.