
Creo firmemente que somos lo que hacemos, no solo como personas, sino también como sociedad. Nuestra identidad no está en lo que decimos, sino en lo que producimos y somos capaces de exportar, de hacer llegar a los demás. Por eso las industrias culturales tienen la enorme responsabilidad de definirnos como sociedad, como país. Nuestra identidad, nuestra cultura, es lo único a lo que agarrarnos en un contexto geopolítico donde la brutalidad impera y donde el relato es el único arma que transforma sin destruir.
Afortunadamente en los últimos años se está invirtiendo desde el sector público en el germen de la industria audiovisual: las historias que cuentan los guionistas. Cuando estas historias son capaces de llegar a la globalidad desde lo local, nuestra identidad se reafirma, se define en muchos casos y se retroalimenta con nuestra realidad transformándonos.
Por este motivo, siempre he sentido mucho respeto por los laboratorios de guion y especial simpatía por Islabentura. Esta simpatía nace del diseño de la iniciativa, sin duda inteligente, y especialmente por el banco de leyendas y hechos históricos locales que el laboratorio pone a disposición de los escritores audiovisuales para que los tomen como fuente de inspiración.
Este era mi tercer intento de ser aceptado en Islabentura y lo hacía con un proyecto, “Gregarias”, que no estaba vinculado con la cultura Canaria, pero si con uno de sus principales activos turísticos: el deporte. Canarias no solo es un paraíso para el windsurf, el parapente, el buceo o el senderismo, sino también para el ciclismo. Son muchos los equipos ciclistas profesionales que buscan un lugar tranquilo y con buena temperatura para entrenar durante los meses de invierno y Canarias es uno de sus principales destinos.
Mi serie de televisión, “Gregarias”, relata la dura convivencia de un equipo ciclista femenino durante una concentración de pretemporada en la isla de El Hierro. La protagonista es Maider Echavarren, es una ciclista vasca que acaba de entrar en la formación y que tendrá que asumir responsabilidades y retos para los cuales no está preparada. Es una historia sobre los sacrificios que exige uno de los deportes más duros del mundo, el ciclismo, pero también de sororidad entre mujeres condenadas a entenderse para conseguir sobrevivir como grupo.
La elección de la isla fue dura. Muchos de los equipos UCI Word Tour, los de la primera división del ciclismo, van a Tenerife por las condiciones de altura en el Parque natural de Las Cañadas del Teide, pero El Hierro ofrece otras condiciones que dramáticamente hacen que la historia no solo sea verosímil, sino que además cobre una nueva dimensión: Las ciclistas están completamente aisladas, no hay nada que les haga distraerse de sus objetivos y la convivencia por momentos se vuelve completamente asfixiante.
La noticia de mi selección llegó un lunes, a primeros de Abril, pocas horas antes de que yo abandonara Madrid para viajar a los Países Bajos, precisamente para asistir como espectador a una prueba ciclista. El mismo día que llegué a Amsterdam recibí la llamada de mi tutor, el prestigioso guionista y profesor Curro Royo. El objetivo era tener una primera escaleta y una tutoría antes de viajar a Canarias a finales de mes.
Realmente no fue difícil conseguirlo. Se trataba de una primera aproximación para enfocar el proyecto y después de Semana Santa, Curro y yo nos reunimos en la sede de DAMA. Curro traía valiosas premisas para rellenar los huecos que yo aún no había definido y algunas ideas sobre la ordenación de los acontecimientos en el piloto. Realmente todas sus aportaciones eran de un nivel tan extraordinario, que se me quedaron dentro como la solución a muchas de las inconsistencias normales de un proyecto en su fase germinal.
Días más tarde viajé a Gran Canaria para conocer a los otros trece guionistas seleccionados en el laboratorio. Revisando sus proyectos y su filmografía me sentí realmente abrumado por la calidad y originalidad de sus propuestas, así como por su brillante experiencia profesional. Muchas de mis compañeras eran guionistas consolidadas, creadoras de series actualmente en plataformas o cadenas.
Si hay algo que caracteriza a los grandes guionistas es la ausencia de ego. Por eso la integración entre nosotros fue fácil y rápida. Todos compartíamos los mismos miedos, dudas y esperanzas. Por otro lado, hay que decir que la organización del evento fue perfecta y que rápidamente el laboratorio estaba en marcha y funcionando a todo gas.
Tras las presentaciones viajé a El Hierro. La isla dinamitó todas mis expectativas. Ese lugar árido y desolado que yo percibía en la serie homónima de Movistar resultó ser unvergel de una frondosidad y belleza por momentos alucinantes. La dureza de sus carreteras, sin apenas tráfico, apoyaba la verosimilitud de mi propuesta y tras chalar con los herreños me di cuenta de que la isla entera podría funcionar como un inmenso plató cinematográfico, donde la producción de la serie estaría completamente controlada.
Gracias al Cabildo de El Hierro y a mis averiguaciones, pude conocer a varios ciclistas locales: Pili, Nieves, Juanjo y David. Ellos me ayudaron a localizar las carreteras más aptas para mis fines y también el decorado central de la serie: “El Balneario del Pozo de la Salud”. Este pequeño y elegante hotel, ubicado en un lugar simplemente idílico, ofrecía todo lo que necesitaba. Simplemente era perfecto como hotel de concentración de un equipo ciclista. Escribir el piloto conociendo los escenarios y la sociedad de la isla iba a ser mucho más fácil. El viaje había merecido la pena.
Después de tres días en El Hierro regresé a Gran Canaria, donde me reencontré con el resto de mis compañeros. Cada uno tenía la cabeza llena de imágenes para sus proyectos, algunas profundamente desgarradoras, como las de Lidia Fraga, que viajó a las zonas afectadas por la erupción del volcán de La Palma durante el pasado año. Es imposible escribir sin mancharse un poco el alma…
Aún quedaba la guinda del pastel. Una jornada de formación en la que Marta Buchaca y Guillem Clua, entre otros ponentes, nos hablaron de los retos de adaptación desde la obra teatral al audiovisual. Especialmente interesante resultó la clase de Guillem en la que hizo un breve, pero jugoso repaso, sobre como el cine ha tratado las adaptaciones teatrales, desde el tiempo de los Lumière y de Méliès, hasta los títulos más recientes.
Por desgracia no pude asistir a la fiesta de despedida a la que estábamos invitados por parte del Festival Internacional de Cine de Las Palmas. Pero me llegaron los vídeos y
fotos que hicieron mis compañeras y compañeros del laboratorio.
Desde entonces “Gregarias” no ha dejado de fraguarse en mi cabeza. He pasado días pegado al ordenador, “a piñón fijo”, sin otro objetivo que dar forma a esta historia. Afortunadamente hace un par de días pude romper la rutina de escritura y charlar con Gema Pascual, la seleccionadora del equipo nacional de ciclismo femenino. Gema me ayudó a entender la tecnificada realidad de los equipos World Tour, los secretos que esconden para poder estar a la altura en un mundo donde cada detalle, cada gramo, cada molécula de aire que entra de más en los pulmones de las ciclistas marca la diferencia.
Acabo esta primera entrada del blog con una media sonrisa. Mientras algunos tratan imponer sus ideas con misiles y drones otros usamos los argumentos y los hechos para construir una sociedad de la que sentirse realmente orgullosos. En estos momentos se está corriendo la primera edición de la Vuelta a España femenina. Hoy llegan a Guadalajara, cerca de Madrid, así que tomaré el tren para ir a recibir a estas auténticas heroínas. El domingo acabarán la prueba con la temible subida a los Lagos de Covadonga. Quizás este año no haya tantos aficionados en la cuneta como en La Vuelta masculina, pero sé que ese momento llegará y será un logro que todos habremos conseguido juntos.