Querido diario,
Prepárate, porque viene mi tercera entrada en el cuaderno de bitácora. Y si dicen que las segundas partes no son buenas, imagínate las terceras. Aunque bueno, yo adoro: Rocky III, El Retorno del Rey y High School Musical 3… En fin.
Puede que se me esté haciendo un poco cuesta arriba todo esto de compaginar el laboratorio, la inestabilidad de la industria audiovisual y las responsabilidades de una vida semi adulta. Pero aunque esté siempre al borde del colapso, siento que El Ovni va rumbo a buen puerto, o donde sea que se aparquen los platillos volantes.
Aunque no os voy a negar que estoy llegando a ese punto en el que hemos regurgitado tanto el piloto que está dejando de tener sentido para mí. Ya no sé si me gusta o lo odio. Aunque por ahora opto más por lo segundo.
¡Pero no todo es vinagre! Hoy os traigo buenas noticias. Puede que por primera vez en lo que llevo de IslaBentura, le haya ganado un punto al Síndrome del Impostor, y ese pequeño triunfo tiene un valor incalculable para mi.
Nuestra semana de formación en El Hierro ha sido definitivamente… una semana. Nah, ahora en serio, voy a dejar de lado el pequeño Chandler Bing que llevo dentro. ¡I’m hopeless, awkward and desperate for love! Y voy a hablar sin camuflar mis emociones tras el humor.
Ha sido precioso. En un momento de mi vida, en el que luego de varias experiencias cuestionables, me estaba replanteando si seguir en la industria audiovisual, la semana en El Hierro ha sido como un oasis para mi. Poder estar rodeado de mis compañeros y conocerlos más, me ha hecho sentir un calor humano que hacía tiempo que no percibía. Las risas, los lagrimones y los casi accidentes “mortales” compartidos han conseguido que creemos aún más un vínculo.
Desde disertaciones sobre nuestras inseguridades creativas, hasta conversaciones nocturnas con pescadores furtivos. Todos esos recuerdos son los que se han grabado en mi memoria como un tatuaje. Pero si tuviera que expresar uno con el que quedarme, es el de la última noche.
Cargados de emoción, con una guitarra, y algunos, con una copa de más. Nos despedimos cantando exitazos, de entre los cuales en algún momento sonó Wonderwall. Pese a no haber terminado todavía, a todos nos había invadido una profunda melancolía. Porque sabíamos que lo que habíamos vivido era una experiencia única, forjada a través del esfuerzo compartido y el amor por lo que hacemos. Y así es como quiero recordar esa semana. A través del cariño.
Dicho esto. Permitidme que vuelva Chandler momentáneamente.
Estar encerrados en nuestro propio Hotel Oberlook, con ‘B’ de IsLABentura, ha sido una experiencia bastante linda. ¿Lo pillas? Oberlook como el Hotel Overlook de El Resplandor ¿No? Vale…
¡Y si! He tardado tres meses en ganarle un punto al Síndrome del Impostor, pero más vale tarde que cientos volando… O como quiera que sea el dicho. Así que:
Síndrome del Impostor 1 – Ale 1.
No puedo hacer más que agradecer a mis compañeros de fatiguitas, a los tutorazos, a Lorena y María José, al Cabildo y Film Comission de El Hierro, a las espabiladas de la agencia creativa y a los ninjas de Muak. Gracias a todos.
No sé cómo aguantaré sin verlos una vez termine este laboratorio. Somos como una enorme familia disfuncional…
…Si es que existe otro modelo de familia.
Ale
P.D.: Si, me gusta High School Musical ¿¡Y qué!?