Hola amigas.
¿Cómo estáis? ¿Bien?
Yo… también.
¿Con depresión post Hierro? Sí.
¿Asimilando que en Madrid no tenemos playa? Sí también.
¿Qué casi muero en el mar? Ni confirmo ni desmiento.
Pero no me quiero adelantar porque esto en un blog sobre nuestro proceso de guión y no sobre lo torpes que somos algunas cuando nos sacan del hotel.
Bueno… El Hierro. Isla donde no había estado hasta ahora y que ha sido un flechazo nada más llegar. Como todo Canarias.
Para llegar hasta ahí hay que hacer escala en Tenerife y rezar porque no haya una nube justo en el aeropuerto de El Hierro. Spoiler: las hay.
(Me sorprende que no se pueda aterrizar por una nube, pero yo no soy pilota de aviones, así que qué sabré yo).
Total, que nada más llegar al balneario fuimos a investigar dónde bañarnos, (para coger fuerzas para la semana de curro que teníamos, no por hacernos fotitos…que también, jiji).
Caminamos por la carretera un ratillo, dando por perdido que no íbamos a encontrar ningún sitio donde mojar el cucu y de repente… una piscina natural de la nada, en una cueva con agua cristalina, llena de cangrejos. Así iba a ser la isla, nos iba a sorprender cuando menos lo imagináramos.
El resto de días recibimos charlas en gente muuuy top sobre guión.
Joaquin Oristrell nos dio una máster de análisis de guión de ¡8 horas! Yo encantado claro; desgranando guiones de pelis como de nuestros proyectos.
En mi caso me ayudó, desde un feedback de alguien externo, saber qué es lo que quiero contar y hacia dónde enfilarlo. Tengo dos personajes que quizás no deberían estar taaaan definidos y quizás podrían tener más recorrido en cuanto a su arco dramático. Colocarles al principio de la historia con la cabeza menos amueblada.
Pepe Coira nos habló de la importancia del LUGAR en el guión y cómo volver a él en caso de atasco de ideas. Si te quedas en blanco, retomar la documentación sobre el sitio donde se ambienta tu historia para sacar nuevas ideas y provocar a los personajes. Mi proyecto ocurre en La Gomera y ya saber lo de la “doble insularidad” y los tintes de España vaciada, conecta con mi historia porque también habla de ello.
Y Natalia Mateo dos clases sobre dirección de artistes (¡mi tema favorito!). Hubo ejercicios prácticos y adivinad quién salió voluntario… Bueno, yo no lloro desde el año ’96 y pensaba que tenía el corazón seco como Badajoz en agosto; pero chicas, de repente uno conecta con sus sentimientos y brota.
Trabajo mucho con actrices y actores, pero nunca llegas a saber lo vulnerables que están en escena, de forma que hay que cuidar mucho al artista para no llevarle al psicólogo de golpe.
Trabajar desde sus recuerdos para construir el mood del personaje en la secuencia que toque y desde ahí ficcionar, por ejemplo, es parte de las técnicas que vimos.
Todo esto mientras nos poníamos como cerdas a comer de todo y bien. ¡Diosss mío, qué rico todo! He cubierto el cupo de comer piña hasta 2032.
Hicimos también dos excursiones por la isla. La primera, bañito incluido para luego subir montaña para ver uno de los atardeceres más espectaculares del planeta.
Y la segunda… súper interesante viendo localizaciones de la serie de Pepe, Hierro. Una platanera gigante que me dejó pescá y otro bañito más que en fin, el mejor baño de mi vida en realidad. ¿Por qué? Pues veréis amigas, porque uno es de ciudad y no sabe que las olas y las mareas existen y cuando le sacan de casa a veces queda de paleto.
Zona de rocas con el agua tranquila. Hay una escalera para bajar al agua. Venga perfecto, ahí que vamos unas cuantas. Tutoras y tutorizades; el resto del grupo se quedó tranquilo en tierra. ¿Qué podía pasar?
Nos vamos metiendo unx por unx al agua y súper guay. “¡Qué buena está! “¡Sí está perfecta!
A esto que de repente una corriente nos balancea de un lado a otro como un toro mecánico de feria, pero en plan guay.
Hasta que la cosa se puso menos guay y más nadad por vuestra vida. Después de un rato de risas, esa corriente se empezó a poner más violenta y nos dimos que cuenta de que igual íbamos a acabar aplastadxs contra las rocas. Así que como debe ser en estos casos, nos dejamos invadir por el pánico y fuimos a por la única escalera disponible.
¡MAL!
Con el oleaje para fuera no podías avanzar pero cuando el mar te metía para dentro igual te estampabas fina. Hubo gente que se cogió bien de la escalera, pero otrxs tuvimos que agarrarnos a las rocas (cortantes) de la pared. Yo me cogí de unas piedras random y luego a la escalera, donde ya había un tapón de gente que quería salir.
A todo esto los bañistas que ya estaban ahí, gentes inteligentes, se habían salido antes del maremoto y nos miraban desde las rocas como quien ve un documental de animales. Porque para qué decir nada, también te digo.
Me agarré con el codo y con la otra mano me puse a coger a quien pillaba. Mira, me entró tanta agua por la nariz que no voy a volver a tener un costipado hasta que me jubile.
Ahora sí, podemos decir que hemos sobrevivido a la muerte. (Que igual visto desde fuera, fueron dos olitas de nada y nosotras montando la performance) Pero oye que nos hemos sacado el intensivo de socorrismo en 30 segundos.
En fin, mis biógrafos me preguntan que si volvería a El Hierro después de esta experiencia.
“Eeehhh… ¿hola? ¡Claro que sí! Pero con unos manguitos”.