Skip to main content

Episodio 3

Antes de iniciar: la imagen no tiene nada que ver con el título, xd, sólo que recién reflexiono que soy un pughuahua porque vivo enfermo, a punto de fallecer, pero soy lindo y violento; la de la foto es una linda perrita herreña que me saludó en mi travesía. Sin más que añadir, empecemos.

Buenos días, tardes o noches, persona bonita que dedica su tiempo a leer a este guionista con delirios de bloguero o influencer, ¿cómo está?

En esta tercera publicación nos vamos a adentrar en un mundo fantástico, idílico y precioso, como lo fue mi llegada a las Islas Canarias. Es más, van a creer que esto es una carta melosa y destilante de pasión, y la verdad es que sí; así que preparen sus crispetas (saladas, porque de tanta miel van a quedar es hostigadxs), su agüita y una silla, cama o superficie cómoda porque nos sumergiremos en un perfil de Bryan Aguirre escritor poco conocido: el romanticón.

¿En qué habíamos quedado?

¡Ah sí!

Mi vuelo desde Madrid.

Bueno, todo melo caramelo desde ahí, me monté en un avioncito, solo, desamparado y en la esquina trasera del avión, es decir, la última silla… ¡sin ventana! Pero ahí, otro compi me saludó y me dijo si era yo, y yo, haha, sisoi. Y pues nos saludamos y todo bien; me fui dormidito y…

LLEGUÉ A LAS CANARIAS.

Miren, ustedes no saben el nivel de emoción, fanatismo y gusto que sentía en ese instante, era como si estuviera aterrizando en otro planeta, otro mundo… ¡y tenía el mar rodeándome por todos lados! Una absoluta locura y dicha. Obviamente, como es normal en mí, me perdí en el aeropuerto y fui donde no era, pero luego María José me guió y la encontré… ¡Y si ustedes no la conocen… pues se están perdiendo a una de las mujeres más increíbles y admirables que hay!

O sea, sólo verla desprende un aura preciosa y tiene una actitud maravillosa, era como si hallara a mi mamá, haha. Me recibieron con mucho aprecio y calidez, por lo que sabía que sería una de las experiencias más divinas que he tenido (spoiler alert: lo fue). La cosa es que, mientras me hablaban en el carro, yo veía alrededor molinos de viento, playas, arena, gente, casas, MARICA, ERA UN PARAÍSO.

Pero me tranquilicé, aterricé mi emoción y puse cuidado a todas las indicaciones que me daban.

Pues les digo, eso me duró cinco minutos, pues al llegar al hotel.. ?????

OMG.

Sólo puedo decir, OMG.

¿Era acaso un sueño?

¿Yo si estaba hospedado ahí?

¿Acaso cuando abrí la puerta se abrían las cortinas como si de una película de ricachones que termina en un misterioso asesinato se tratara?

¿Soy el protagonista de mi propia fantasía capitalista?

Pues sí.

EL HOTEL.

O sea.

EL H O T E L.

 

Todavía sueño con él y se me eriza la piel.

Aún recuerdo esas sábanas suavecitas y esa espacialidad.

Es la vida que me merezco, sí, definitivamente.

Si ser guionista es eso, acepto.

Y si no, pues también.

En fin, que ese día mis ojitos estaban abiertos a más no poder contemplando todo lo que me rodeaba, me sentía como el perrito de París Hilton recorriendo los rincones del cielo, era como si me hubiera poseído el alma de un chihuahua de Beverly Hills.

En fin, imagínense a este pechito recorriendo un cuarto enorme, unos pasillos de hotel aún más grandes, un buffet llamativo y un océano al lado, o sea, la ensoñación. Pero en medio de todo ese suceso llamativo y, a su vez, un poco surreal, tenía que suceder algo a lo que a veces le tengo demasiado miedo: socializar.

Miren, si me conocen pueden creer que es híper sencillo para mí, y en parte sí, sólo que cuando se trata de un primer acercamiento soy MALÍSIMO. O sea, siempre algo sale mal, es como que me pongo tan nervioso que no dimensiono las barrabasadas que puedo decir.

Sin embargo, creo que esta vez fluyó todo bien.

Eso sí, inicialmente me acobijé en María José y Lorena para no sentirme tan desprotegido, pero un alma muchísimo más sociable y vibrante llegó a mi mesa y, prácticamente, arrastró conmigo hacia los demás compañeros y compañeras: Atteneri.

O sea, haha, te dedico este fragmento, pero es demasiado lindo ver cómo alguien tiene una personalidad tan bonita que hace brillar todo el lugar y no opaca a nadie. Ella fue quien prácticamente abrió el universo de posibilidades de charlar y conocer a las demás personas… y junto a Rebeca y Marga, el combo estaba completísimo.

O sea, tres chicas que prácticamente hicieron aún mejor mi pasadía por allá; ¡cuánto las quiero!

Poco a poco fui acercándome y conociendo a las demás personas, todas tenían personalidades maravillosas que inundaban mi corazón de alegría: Esther con su apariencia de ternura y su mente vivaz, Arima con su lucha y experiencia, con su nobleza, Emma con su certeza y su risa. ¡Qué bonito haberme rodeado de mujeres tan espléndidas!

Y ni modo de dejar atrás a mis muchachos, esos que rompen el molde del hombre tradicional e incurren en formas de ser cálidas y agradables; los Alejos (que no sabían que así acortábamos su nombre acá en Colombia), esa dupla de muchachos (sí Alex, eres un muchacho), que me llenó de risas y anécdotas, que cargan consigo historias maravillosas; o Daute, Héctor, Eduardo y Hugo que hablaban de cosas… heterosexuales que no entiendo, pero que a la hora de socializar conmigo se portaban de maravilla y… ¡esos pitch! Mk, ahora les cuento de los pitch, pero, prepárense porque vienen con toda; o Gonzalo, que aunque vive allá en las Canarias, todavía su alma tiene mucho de este lado del charco… y finalmente mi guardián, Jorge… quien me escuchó y cuidó incluso cuando sentía que ese bendito avión se iba a caer; no podía tener mejor compañero de isla que él. ¡Graciaaas! Eres un compadre al que aprecio muchísimo. #TeamElHierro

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hahaha ay no, esperen, esta entrada ya parece una carta de despedida y no, no puedo permitirlo, así que, continuemos.

La cosa es que estábamos en Lanzarote y todo fue tan… tan… WOW, que no creo que tenga suficientes palabras, o sinónimos, para expresarlo.

Pero no todo quedaba ahí, faltaba el momento más crucial, más esencial, más… MÁS.

¡LA LLEGADA A EL HIERRO!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Ustedes alguna vez se han enamorado a primera vista?

Yo sí, dos veces: de mi marido, a quien inmediatamente le dije que lo había stalkeado y me trató con extrañeza, esa con la que mucha gente dice “y este man qué o qué”; y de El Hierro.

Si ustedes alguna vez buscan de esta isla, van a encontrar que lleva consigo el tagline “la isla con alma”, y creo que no hay mejor expresión para definirla; cuando tú vas llegando, sientes una presencia imponente, mística y extraordinaria, como si te abrazara y no te quisiera soltar; es una sensación abrumadora, pero calmada.

Yo tenía muchísimo miedo, porque uno: me dan pánico las alturas y los aviones, y dos: me da ultra pavor el mar. ¡Y se juntaron las dos!

Pero llegar allá fue… relajante, era como cuando uno llegaba del colegio y tu mamá te daba un beso, te preguntaba cómo te fue, mientras te daba tus comidas favoritas, así. Es como esa escena de Ratatouille donde el crítico de cine recuerda su pasado, tal cual.

Quién diría que podría sentir tanto por un territorio nuevo, desconocido, alejado de todo; era impresionante.

Mi llegada fue cautivadora, sentía cómo me desprendía del mundo y me mimetizaba con sus tierras áridas, sus rocas volcánicas, sus bosques inmersivos, su agua vigilante.

Mis casi cuatro días que estuve ahí se resumen en una desconexión absoluta, pero no de la gente de ahí, que les digo que son joyas vivientes, sino del mundo tan caótico, agilizado y competitivo que hay en el exterior. El caminar por sus calles sin miedo, pero también sin gente, haha, el respirar aire puro, el escuchar susurros que cargaban consigo recuerdos y parajes del pasado, el sentir la naturaleza viva… ¡o sea, qué locura tan increíble!

Cada minuto que pasaba en la isla era sentir cómo me convertía, poco a poco, en uno de esos altos troncos, o los mil y un lagarticos que caminan por ahí, en sus nubes estrujadoras, en su silencio pacífico. Era transformarse en tierra, renacer.

Y su población, ¡ni qué hablar! Son personas… ¡wow! ¡más que maravillosas!

Miren, les cuento; yo podía recorrer la isla como yo quisiera, podía hacerme la turisteada e irme a los rincones más popularcitos y ajá, pero dije: thats not my mission here (inglés de alto nivel, obvia), así que me dediqué a hablar y conocer gente, a escucharles, a preguntarles cómo imaginaban un monstruo herreño, cómo era vivir allá, sus historias y vidas.. ¡y no saben lo mucho que tienen por contar!

El Hierro es un territorio que no sólo abarca belleza ambiental, sino que esconde narrativas poderosas y bellas, es un lugar donde se resguardan voces de migración, de familias, de misterios y secretos familiares ocultos, de dolor, desolación, miedo, abandono, incertidumbre; pero también de lucha, de resistencia, de dignidad y amor. Es un lugar donde cada rincón, cada metro cuadrado, tiene alma, tiene un corazón latente que demuestra que más allá de las capas carnales que tenemos, hay un brillo que resplandece, aunque el terror nos pueda habitar.

 

 

 

 

 

 

 

 

Estar ahí como oyente, espectador, pasajero, fue recordarme la importancia del sentir, de abrazar la madre Tierra y de nunca perder el horizonte de mis sueños; de que cuando esta película se haga allá, será la misma población que guíe el foco de la realización, serán ellxs quienes le otorgarán la verdadera esencia.

Aquí otro paréntesis porque mientras buscaba las fotos, se me ocurren cosas:

HAHAHAHA, si les contara que yo soy todo patético a veces; resulta que en Madrid no lavé ropa, así que llevaba todo sucio, y en Lanzarote no tenía tiempo, entonces todo mal, así que llegué a El Hierro con la esperanza de encontrar una lavandería… y sólo hay dos en toda la isla, y ninguna cerca, mkkk, hahahah, cuando les digo que es una isla que todo es misterioso e incierto, es real; fue muy divertido cuando me acerqué con las chicas de un supermercado a preguntar si sabían dónde habría una lavandería y no tenían ni deaaaa, hasta que una vecina como que dijo que posiblemente había una en uno de los municipios, y yo ike, “será que me voy caminando” y ellas xddddd, no mor, klmc, hahaha. El punto es que terminé usando la bañera de mi hotel para lavar la ropa, porque eso sí caris, puedo ser despistada y atolondrada, pero con ropa sucia JAMÁS me van a ver, o sea, antes muerta que sencilla. Así que esta muchacha audaz compró detergente, llenó esa cosa de jabón con agua y a restregar. Eso sí, secó como en dos días porque hacía mucho frío :c

Pero eso es muy curioso, me contaron que no hay universidades, discotecas, centros comerciales y muchas cositas así, y es por eso que usualmente la juventud migra, porque ‘’no hay mucho que hacer’’. Ay, les extraño TT_TT

Muestra de mi ropa:

 

 

 

 

 

 

 

 

Y es curioso, porque al regresar a Lanzarote no me sentí triste, sino más bien ansioso, sabía que volvería y que en esa próxima ocasión podría volver a enraizar mi alma y atarla a la magia que recubre la isla; estaba casi seguro que ahí, más que una masa de tierra y roca volcánica sobre el mar, algo fantástico se esconde.

Los últimos días en mi estadía en las Canarias se resumieron en aprender de personas increíbles que tienen formas de enseñar y ver la historias de formas muy humanas y personales, amé muchísimo cómo comparten su visión y la defienden a capa y espada; ¡eso es de admirar infinitamente!

Y ni qué decir del tipazo tan espléndido que nos enseñó a hacer pitch, o sea, cuando sea grande quiero ser como él, hahah, con eso les digo todo.

Entre la tristeza, la alegría, la nostalgia y la camaradería, nos despedimos para cada unx volver a su trocito de mundo, no sin antes dejar en claro que, sin importar dónde estemos, siempre seremos protaguionistas.

Y UFF, PILLEN ESA FRASESÍSIMA QUE ME ACABO DE LANZAR. O sea, amo del storytelling. hahaha.

Mis últimos momentos en las europas se resumen en: sueño, cansancio, dolor de panza, intoxicación, conocer Francia, no entender una mondá de francés, salir a quedarme sentado en un parque porque soy un turista terrible, tener frío, llegar tarde al Prado y descubrir que…

OIGAN, ESO SE ME OLVIDÓ CONTARLES HAHAHA

Es que en el hotel yo les mostré a mis compis que comí churros con salchicha, porque ajá, eso me parece lo más normal del mundo; ellxs impactadísimxs, me dijeron que la gente madrileña me crucificaría vivo y todo eso, y yo keeeee, hahaha. Resulta pues que para la pipol de allá pues combinar dulce con salado en un sacrilegio.

MOR, ¿SABE QUÉ?

Les voy a llevar chontaduros con mil y sal para que vean de lo que tanto se han perdido.

Ofendido es que estoy. ¿Qué pasa con su gastronomía? ¿Quieren que les enseñe? ¿Ah, ah, ah? se pone violento

Mentiris, pura paz y amor.

Y pues finalmente volví, volví en un vuelo hasta mi país a prepararme para la siguiente aventura, porque sí cariñis, Bryan hay pa’ rato.

Creo que con esta tercera entrada me despido de la aventura que significó este primer acercamiento al antiguo continente, un viaje lleno de todo y carente de nada.

Con mucha alma, mucho descubrimiento, poco perreo, pero muchas sensaciones encontradas.

Pronto nos veremos de nuevo, porque ya saben:

Hierba mala, nunca muere.

Amén, gracias y arrivederchi, nospi prontis pichurrias.

Les ama.

Bry.

Ah, y como dato final:

Hay una vieja maldición que dice que si usted alguna vez tuvo contacto conmigo, ya sea leyéndome o conociéndome, va a heredar una de mis mil enfermedades. El catálogo es amplio, así que no se preocupe, puede salirle un simple dolor de oreja hasta mis problemas gastrointestinales.

Picos, jiji.

Aquí les dejo un catálogo de fotos de El Hierro para que se deleiten.