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En Islabentura el tiempo transcurre a una velocidad distinta a la que suceden las cosas fuera del laboratorio. Y de esta teoría no pienso moverme. Es la única posible para explicar algunos fenómenos que hemos ido viviendo estas semanas.

El primero: que, al minuto siguiente de haber enviado la entrada anterior del blog, ya estuviéramos en un avión rumbo a La Palma.

El segundo: que de una semana en La Palma trajéramos apuntes que normalmente se tardan varios meses en tomar y experiencias que se sienten como vividas a lo largo de un verano entero.

Cuatro talleres relacionados con derechos de autor, propiedad intelectual y la figura del representante de guionistas; una jornada completa sobre transmedia; dos jornadas de pitch enfocadas a nuestros proyectos; y una mesa redonda sobre el papel de la mujer guionista…

 

…la posibilidad de ver desde dentro el TECAN (el gran telescopio de Canarias), ver Roque de los Muchachos o la zona preciosa del Faro, entre otros sitios, y asistir a una visita guiada por la zona del volcán Tajogaite.

 

Si después de esto alguien no me cree, que me explique entonces cómo es posible que de ese tiempo hayamos conseguido también extraer un rato para hablar con algunos de nuestros tutores, comer, perdernos en busca de bares abiertos y hasta darnos un baño en una de las playas de arena negra y piedras. Muchas piedras (señalo esto porque atravesar ese paso del mar hasta la orilla consumió un alto porcentaje del tiempo del que hablo).

 

Y el tercero y no por ello menos importante: ¿cómo es posible que nos encontremos a un mes para entregar los guiones?

Insisto, el tiempo en Islabentura es otro. Y me quedaría en él un buen rato más.