
Voy a utilizar esta entrada del blog del proceso creativo a modo de terapia. Hasta ahora, algunos de estos artículos servían a modo de diario para contar mis experiencias en las distintas fases del laboratorio, pasando por los viajes a Tenerife, La Gomera y Las Palmas, con parada técnica en Extremadura para darle forma a un tratamiento que se resistía no hace tanto tiempo. Quizá ahora toca ponerme seria y pararme a pensar en todo lo ocurrido en estos últimos meses. Y es que todo lo bueno se acaba, e Islabentura -que ha sido buenísimo-, está llegando a su fin.
Si bien queda todavía la última fase en Gran Canaria, la del pitch final, la del cierre, la de la despedida. Hace apenas unos días entregué la primera versión del guión de Especies distintas y desde entonces un vacío existencial me invade por todo el cuerpo. Es una sensación rara, pues he estado casi tres meses inmersa al cien por cien en una historia que me he inventado, viviendo dentro de algo que no es real. Ha sido como un juego. Divertido a veces, agotador también… El oficio de guionista tiene esas contradicciones basadas en el amor-odio a la escritura. El caso es que de tanto jugar a ser dios y crear personajes, me he acabado enamorando de ellos. Ya les conozco a la perfección y me he divertido mucho viendo como se relacionan, como ríen, como lloran, como evolucionan. Estos personajes con nombre -y apellido- eran parte de mí y ahora los he abandonado, aunque sea temporalmente. Ya no estoy cada día con ellos, ni soy testigo de las cosas que les pasan. Ya no me preocupo por cómo seguirá la relación de Toni e Isora, si Sara conseguirá lo que busca o si Toni por fin reparará sus traumas del pasado.
Estos últimos días no puedo evitar preguntarme qué viene después. Queda todavía mucha reescritura, pero la historia se desprende poco a poco de mí y ya es para otros que la valorarán y quizá la juzgarán. Y eso que el guion es solo la primera fase de un arduo proceso de levantar una película, porque ya vendrán los quebraderos de cabeza derivados de la producción y la fascinante y loca aventura de rodar. O eso espero. Durante estos meses, mientras escribía el guion, cuando me venían algunos pensamientos negativos acerca de mi incierto futuro profesional, me repetía como un mantra que eso sería un problema para la Laura de octubre, como si ella también fuera un personaje pero ya para salir en la siguiente temporada. Ahora intento pasarle el marrón a la Laura de noviembre, pero lamentablemente esa incertidumbre ya está aquí conmigo para recordarme que el juego habrá terminado a no ser que siga moviendo fichas.
La de Islabentura ha sido una experiencia tan intensa y gratificante a nivel profesional -y también personal- que es duro decirle adiós a este juego al que quiero seguir jugando. Pero no sé como iniciar una partida nueva pues las reglas son más difíciles de lo que parece. Me fastidia tanto no saber qué viene después como cuando no sé cómo terminar una historia. Le doy mil vueltas al final, a cómo termina la vida de mis personajes… hasta que caigo en la cuenta de que me encantan los finales abiertos y que ninguna historia tiene un solo final. Entonces se me pasa durante un rato.