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Esther Fernández GuerraProceso Creativo

LAS HUELLAS DE OLIVIA STONE A TRAVÉS DEL TIEMPO

La segunda parte en este camino, en el que la meta es un guión de película, consiste en escarbar tierra seca con las manos desnudas… en buscar la oportunidad y la verdad en conversaciones con desconocidos y en paisajes que son un encuadre perfecto.

Los días que estuve en Fuerteventura fueron el mejor alimento para terminar de entender esa parte intangible de la historia. La calma de las montañas de color ocre fundiéndose las unas con las otras me permitieron eso.

Ahora que estoy sentada en una cafetería en el país al que nunca llega el verano, y escribir este episodio de mi experiencia Islabenturera, parece imposible, pero me basta con cerrar los ojos y, ¡ahí está! Tan clara como si me acabase de bajar del coche para contemplar el mismo paisaje que está grabado en mi memoria, el mismo lugar en el que sé que Olivia Stone se bajó del camello para admirar la belleza de esta isla de hermoso vacío.

Las mañanas y las tardes en Fuerteventura son más frescas de lo esperado, sobre todo en los pueblos de interior dónde el viento sopla sin descanso. En mi primera mañana en Fuerteventura tuve el placer de conocer a Pedro Carreño, quién tiene una casa museo, que es más grande por dentro de lo que parece, una casa en la que pude vislumbrar cómo era la vida en una casa “de bien” a finales del S. XIX en Fuerteventura. Las conversaciones sobre Olivia Stone, fueron interesantísimas, y era notable el amor que tienen los Majoreros por su tierra y cualquiera que llegue a apreciarla casa tanto como ellos.

Los días en esta isla fueron una carrera a contrarreloj, para poder completar el mismo recorrido que hizo Olivia, pero gracias a los contratiempos sufridos: coches que no arrancan, lugares sin conexión telefónica, gps que no funciona y grupos de turistas en guaguas parándose en los mismos lugares que yo… Como decía, esos contratiempos y la inmensidad de la isla, me obligaron a parar, respirar hondo, y apreciar lo que tenía a mi alrededor… sobre todo cuando el coche me dejó tirada viendo un atardecer precioso tras la aulaga que coronaba una duna.

También tuve el lujo de discutir cómo era  la vida en Fuerteventura con Miguel Hormiga y María Sanz Esteve. Ambos, junto con los desconocidos con quienes eché café, me han abastecido con recomendaciones de libros,  información y detalles sobre Fuerteventura y la vida Majoreras de un valor incalculable, mucha más de la que podré poner en una película.

Mi pequeño viaje a Fuerteventura estuvo lleno de encuentros fortuitos y mucha suerte, pero también de pequeños incidentes y decepciones… he de admitir que muchos pueblos costeros han sido tan turistificados que resulta difícil imaginar cómo se veían hace 140 años. Dicho esto, tuve la fortuna de conocer a la antigua dueña de la “Fonda” en la que se quedaron Olivia Stone y su marido en Puerto del Rosario, la cual va a ser arreglada con rigor histórico, ¡una pequeña luz al final del túnel!

Viendo esas ventanas descascarilladas, me imagino a Olivia alongada, mirando el puerto, la playa y la calle principal que describe en este fragmento del libro: “La calle principal de Puerto de Cabras es ancha y empinada, y conduce directamente al borde del agua, donde hay una pequeña plancha apta como embarcadero para los barcos. […] Amarrados a los pomos de las puertas de algunas casas, mayormente en el lado sombreado de la calle, están los dromedarios, de pie o arrodillados, intercalados con burros, éstos últimos siempre se ven divertidos en contraste con los majestuosos dromedarios.”

Escribir un diario sobre mi viaje a Fuerteventura, cuando mi película cuenta la historia de un viaje a la misma isla y la publicación de un libro (escrito a modo de diario de viaje, ¡el blog de la época!), se siente como meta, meta literatura, como si yo misma estuviera dentro de la película. Esto aumenta la sensación que tengo de estar persiguiendo a Olivia a través del tiempo y apenas alcalzándola con la punta de mis dedos. Espero que ustedes lo estén disfrutando también, aunque sea desde al otro lado de una pantalla.