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En estos momentos es muy posible que Teresa Bellón (mi tutora) esté haciendo anotaciones sobre la nueva versión de escaleta del primer y segundo acto. Mañana a las 18 de la tarde nos conectaremos por videoconferencia y después de unos minutos contándonos qué hemos hecho este casi mes sin vernos, nos meteremos en harina. Ella, que es una profesional así que seguramente empezará destacando las cosas buenas que le han gustado para instantes después entrar en lo que no, lo que no funciona o lo que, aunque de primeras pueda interesarle, en realidad enturbia la trama.

No es ningún drama, es así. La crítica es la única forma de mejorar. La primera vez que vi a Teresa me preguntó qué esperaba del laboratorio y qué me gustaría que me aportara ella profesionalmente. La respuesta fue bastante sencilla: que me cuestionara constantemente. Así que ahora vivimos en un “partido de tenis” en la que yo le lanzo propuestas, ideas y lo que tenga y ella lo pone bajo el microscopio y le busca la incoherencia.

En este post me gustaría contaros en qué punto nos encontramos Teresa, yo y el proyecto. Alejándome un poco de toda floritura, vamos a ser crudas, casi aburridas diría, pero escribir un guión no es solo dejar que venga la inspiración y elegir escenas preciosistas; también es artesanía, estructura, clavar unos postes donde sostener lo bonito. Vamos pues.

Durante la semana de localizaciones en La Palma Teresa y yo tuvimos la oportunidad de tener una divertida y muy emocional tutoría. Ella quiso ir de lo general a lo concreto y comenzó haciendo preguntas muy amplias sobre la trama y los personajes: ¿por qué la hermana mayor no ha regresado en 20 años?, ¿por qué la hermana pequeña no se fue con ella?, ¿es creíble que no se hayan vuelto a ver en tanto tiempo?, ¿ni una Navidad?, ¿por qué la gente del pueblo le tiene tanto coraje a la protagonista?, ¿cómo retomó la hermana pequeña el contacto con el padre?, etc. Muchas de esas preguntas narran acontecimientos que están en el off, que el espectador no va a ver y muchas veces no va a saber ni siquiera por diálogo, pero es importante que la guionista lo sepa porque para comprender a sus personajes. Creo que en esa ocasión salí bastante airosa, pero también encontré preguntas para las que no tenía respuesta, o al menos no una fácil de encontrar.

Tras debatir largo y tendido sobre lo humano y lo divino, sobre personajes, tramas y recomendaciones de películas, Teresa me puso tarea. Antes de volver a vernos debía entregarle lo siguiente:

  • Breve descripción del personaje de la madre y el padre. (Personajes que apenas salen en el guión).
  • Desarrollo personajes de las hermanas con sus contradicciones, motivaciones y obstáculos.
  • Revisión de los flashbacks (¿se está sacando todo su potencial?).
  • Nueva versión de escaleta del primer acto (nos parecía que le costaba avanzar y además le propuse a Teresa profundizar más en el detonante).
  • Revisar y confirmar la estructura (detonante, primer punto de giro, midpoint, segundo punto de giro y clímax).

Cuando escribo o reescribo una historia me gusta hacerlo mientras leo algún manual de guión. Me ayuda a redactar de manera consciente, es como ir con una brújula que no me deja apartarme del camino, no me deja olvidarme de qué motiva al personaje o que es hora de ponernos con la subtrama. Esta vez no fue la excepción y retomé ‘Cómo convertir un buen guión en un guión excelente’ de Linda Seger. Además de eso releí el tratamiento y las versiones anteriores, los borradores, los documentos sobre personajes, también me documenté sobre dos aspectos que quería introducir en la película, etc. Y finalmente a escribir.

Teresa leyó los materiales y tuvimos nuestra segunda tutoría (ella desde Madrid y yo desde GC). Salieron cosas muy interesantes que luego vimos Teresa y yo, aunque también nos encontramos con caminos que no llevaban a ninguna parte y otras que se dejaron en stand by para ver si en futuras versiones funcionaban. Tras esta tutoría acordé con Teresa que la siguiente entrega sería la versión de la escaleta del primer acto que ya había mandado pero incorporando las propuestas que ella hizo (afortunadamente no fueron muchas y se introdujeron de manera muy orgánica) y una nueva versión del segundo acto.

Ha pasado casi un mes desde nuestro último encuentro y mañana a las 18:00 revisaremos la nueva propuesta para el segundo acto. Uno de los grandes cambios fue una secuencia con un personaje secundario pero fundamental: el tío de la protagonista. En la versión anterior los dos tenían una charla muy emocional sobre su pasado y el dolor que les ha producido y que forma parte de una herencia familiar. Cuando hablé con Teresa de esta secuencia me reconoció que le llamaba la atención que el hombre estuviera tan dispuesto a hablar de sus sentimientos cuando el personaje no es así.

La secuencia no podía eliminarse porque aporta información clave y supone un acercamiento entre los dos personajes. Así que había que repensarla. Lo hice yendo hacia la descripción que había hecho de él antes de ponerme a escribir el guión. Era un hombre mayor, fornido por haber trabajado en el campo, un poco bruto, frío pero protector, torpe, cerrado, cabezón, amigable pero sin profundizar en las relaciones, bebedor, divorciado, no se habla con su hijo, etc. A partir de estas cualidades exploré varios caminos que no me llevaron a ninguna parte hasta que me centré en la parte de “hombre de campo”, allí podría haber algo. Investigué sobre los cultivos en La Palma y lo más obvio era el plátano, pero era demasiado tópico y muy profesionalizado; yo buscaba una explotación familiar que se había perdido con el tiempo.

No sé en qué momento pasó pero me acordé de la película ‘La hojarasca’ de Macu Machín. La había visto hacía tiempo pero recuerdo que me gustó mucho su estética, su poética y que está cargada de metáforas. Revisándola me encontré con la escena de las hermanas vareando los almendros, discutiendo sobre la herencia familiar, comiendo queso y bebiendo vino. La escena no solo tiene emoción sino estéticamente es preciosa, así que trasladé allí a mis protagonistas, a golpear con rabia los almendros, a hablar sobre la cosecha, sobre las almendras amargas y cáscaras venenosas; cuando en realidad están hablando sobre el pasado familiar, del dolor como herencia y la esperanza de un futuro diferente.

Al final, esa escena que tanto me costó sacar, es una de las que más me está gustando imaginar. Esperemos que Teresa piense lo mismo. No os voy a engañar, está muy bien lo de poner a prueba todo lo que propones, pero también hay un poco de miedo a que aquello que tanto te ha costado y tan bonito crees que ha quedado en realidad no sea más que una ilusión. De momento la pompa de jabón sigue flotando, ya veremos mañana a las 18.

PD: Me encantaría haber puesto una foto de Teresa y yo en una tutoría pero no tenemos, mañana le digo que nos hagamos una. Os dejo unos libros de guión que siempre quedan muy de guionista culta. Además, están La Faraona y el éxtasis de Santa Teresa, ¿qué más queréis?